18.3 C
San Nicolás de los Arroyos
sábado, diciembre 14, 2024
Edición Diaria
Edición N°

FALLECIÓ EL PERIODISTA, EDITOR Y ENSAYISTA MARCOS MAYER

Periodista, traductor, editor y ensayista, Marcos Mayer murió este miércoles a los 67 años en la Ciudad de Buenos Aires y dejó una obra que incluye libros como “La tecla populista”, “El relato macrista”, “Partidos al medio” o “John Berger y los modos de mirar”, traducciones de trabajos del portugués (Jorge Amado), el inglés (Jane Austen, Thomas de Quincey y John Berger) y el francés (Pierre Bourdieu) y un proyecto colectivo nacido durante los años macristas: Socompa, un espacio digital que impulsaba “sin presiones de medios o de intereses”.

Desde que se conoció la noticia de su muerte, las publicaciones en las redes sociales no dejan de despedirlo: hay textos institucionales como los del ministerio de Cultura nacional, que lo definió como “un hombre destacado de la cultura” y marcó que su muerte era “una gran pérdida para nuestra cultura”, hasta recuerdos más cercanos y personales como los que escribieron algunos de sus compañeros de Socompa.



“Un notable conocedor de John Berger, al que le dedicó un libro, ‘John Berger y los modos de mirar’. Un tipo que, por una cuestión generacional, perteneció a una época de cruces entre el jazz y el rock, en la escucha de ambos géneros, entre fines de los 60 y buena parte de los 70, acaso la mejor camada de melómanos de música popular en esta parte del mundo. Un profesor universitario en la UBA. Un editor respetado. Un periodista cultural como pocos. Entre mis honores, que no son muchos pero son valiosos, tengo el haberlo tratado y que me haya editado”, escribió en ese medio Juan Pablo Csipka.

El periodista, escritor y editor Christian Kupchik señaló que “Marcos Mayer traducía lo que veía para sostener la integridad con que se vive. En ese sentido, era más que humano. En tantos otros, también”.



“Supimos recién sobre el final qué le sucedía a Marcos con su salud. Desde hace al menos dos o tres años nos los preguntábamos incómodos. Él se le bancaba solo, estoico, sin decir nada, enigmático. Hasta hace un tiempo se hacía el boludo, o negaba, o se trataba puramente de una elección de preservar su intimidad y su dignidad. También su hermoso humor desmañado, medio humor judío gruñón y tierno a la vez. Algo sabíamos –vía Horacio Paone, que lo mimó más sobre el final- por su hermano y su hijo”, escribió en ese espacio Eduardo Blaustein, otros de sus socios en ese proyecto de “periodismo de frontera”, como lo definían.

El escritor y periodista lo describió como “irónico, agudo, inteligente, corajudo para ser intelectualmente honesto y equilibrado. Eso los lectores lo conocen de modo que no puedo ni quiero agregar más. Excepto reiterarlo: intelectualmente honesto y escapando de todo encuadre previsible, cuadrado. De esos hay poquísimos. Odiaba como todos nosotros los periodismos dominantes, incluidos los oficialistas tontos”.