“El extranjero” es el título de la muestra que hasta el 30 de septiembre recorrerá, en el porteño 1101 Foto Espacio, algunos de los retratos más emblemáticos de la Argentina de progreso, la de las inmigraciones de comienzos del siglo XX, hechos por el fotógrafo estadounidense Harry Grant Olds (1868-1943), pionero de la fotografía argentina y una figura casi desconocida aunque clave en la historia nacional de la fotografía.
Mañana a las 18 volverá a abrir sus puertas la renovada sala de exhibiciones de la Fundación del Centro de Investigación Fotográfico Histórico Argentino (Cifha) en el barrio de La Boca, con una reinterpretación del fondo documental de H. G. Olds (Ohio, 1868-Buenos Aires, 1943), en una muestra que reflexiona sobre los usos de la fotografía a través del retrato y de los avances tecnológicos, una excusa para repensar la historia visual argentina en clave contemporánea.
Curada por los fotógrafos Alfredo Srur y Ariel Authier, la exhibición gratuita -que se puede recorrer los sábados de 15 a 19 horasen General Daniel Cerri 1101- incluye la proyección mensual del mediometraje “Los Viajes de H.G. Olds”, sobre el tránsito de los documentos que forman el archivo con que Cifha reconstruye vida y obra de Olds, uno de los más destacados de América Latina.
CIFHA hizo a lo largo de una década un enorme trabajo de conservación y recuperación integral de este fondo fotográfico que fue adquirido en cajones de frutas. Allí se guardaban cajas de polipropileno blancas llenas de polvo y tierra con cientos de placas de vidrio mal envueltas en sobres plásticos transparentes cubiertos de hongos: a través de su catalogación, digitalización, estudio e intervención artística se produjeron artículos de investigación, piezas fílmicas y exhibiciones.
En esta puesta en valor trabajaron conservadores, archivistas, investigadores, curadores y digitalizadores para abordar la fotografía de manera interdisciplinaria; una tarea casi sin precedentes en nuestro país.
Olds se formó como fotógrafo de estudio. Fue un rebelde y un aventurero. Un adelantado a su época que nunca se sintió comprendido en su país. En 1899, partió a Chile y un año después desembarcó en Buenos Aires, la ciudad en la que dejó de ser un técnico para transformarse en uno de los grandes retratistas de la Argentina.
Srur, uno de los rescatistas de su obra, se formó como fotógrafo -después de una breve experiencia con el cine, de muy joven- a fin del siglo XX, “la última época de bonanza del periodismo -dice a Télam-, cuando los fotógrafos y los periodistas vivían bien de ese trabajo” y cuando “había una desconexión entre la Historia de la fotografía argentina de los primeros 50 años del siglo XX y lo que éramos los fotógrafos contemporáneos de los 90”, puntualiza.
Eso, sumado a que en Argentina “aún no hay políticas culturales de conservación, rescate y restauración de archivos fotográficos”, indica, lo llevaron a fundar CIFHA en 2013. Eso y haber dado ese año, “más, menos”, con el archivo de Olds, un nombre conocido por unos pocos, con obra muy vista por muchos aunque sin firmar, pero que es parte del imaginario de la argentina del progreso.
De Olds son las postales que a principios de siglo pasado recorrían el mundo mostrando en Europa y Norteamérica cómo era la Argentina: la de la inmigración, los recién llegados de la primera posguerra a conventillos populares y cosmopolitas del sur pobre de Buenos Aires; la de La Rural, el campo y La Martona; la de los vendedores ambulantes retratados frente a las férreas maquinarias de la segunda revolución industrial.
La foto titulada “Habitación particular en la quema de basura” -en la que hay un hombre sentado en una casilla de Las Ranas, primera villa porteña y, en uno de los lugares más pobres y contaminados de la ciudad de Buenos Aires-, salió como postal que decía “recuerdo de Buenos Aires”. Había “otra concepción de la pobreza -indica Srur-, sin pena ni conmiseración, creo que Olds confiaba en la idea del progreso”.
El archivo Olds está integrado, en su mayoría, por placas de vidrio de 20 por 25 centímetros que estuvieron 30 años en una terraza y nitratos. “El vidrio es extremadamente noble -advierte su responsable-, puede estar en distintas temperaturas y humedades y no se deteriora salvo que un golpe lo rompa”.
“El problema es el soporte digital, que al día de hoy trae una gran incertidumbre, no tiene tantos años de historia como para saber cómo se va a comportar, hay técnicas de conservación pero no están tan exploradas”, señala anticipando un diálogo que atravesará toda la exposición. Por eso, Srur se volcó cada vez más hacia técnicas antiguas -negativo de vidrio, gelatina de plata, colodión, daguerrotipo, ambrotipo, fotografía estereoscópica- y a estudiar la historia de la fotografía argentina. Todas cuestiones presentes en la exhibición.
Las copias fueron hechas con las mismas técnicas que usó Olds. “Es como ver el pasado en máxima resolución -asegura Srur-, las fotos en esta muestra funcionan objetos contemporáneos y modernos hechos con una matriz de hace 150 años, que descolocan, invitan a un viaje sensorial”.
También se expone en La Boca la primera fotografía de Olds, de 15 años junto a su hermano Charles, en el primer estudio de Sandusky, Ohio, donde trabajó antes de mudarse a Mansfield, una ciudad un poquito más grande adonde se transformó “en el técnico del carajo” y, exquisito que fue.
Metódico y obsesivo, conservaba cuadernos con fórmulas fotográficas de todos los maestros con los que trabajó desde sus 15 años. “Las imágenes magistrales que hace, estos íconos de la Argentina de principio del siglo XX, las hace un tipo que se formó en la técnica más dura, con inquietudes artísticas del siglo XIX”, resume Srur.
Esa foto, de niño en su natal Sandusky, la hizo antes incluso antes de pasar por Detroit y mucho antes de que con 30 años, ya de novio de Rebeca -costurera y vecina-, se subiera a dos barcos para llegar a Valparaíso, Chile, bajando en todos los puertos para hacer fotos. De la Estatua de la libertad, a los afrodescendientes de Bahía, a la Casa Rosada en Buenos Aires. Todas cosas que, por otra parte, se podrán ver en el mediometraje que mensualmente se proyectará en 1101 Foto Espacio hasta septiembre.
En Valparaíso, trabajó en la Helsby corner, un lugar emblemático para la historia de la fotografía de América Latina. Allí, se peleó con su jefe y se convirtió en lo que sería hoy “un freelance”. Dejó el estudio y empezó a hacer vistas y retratos en exterior.
Olds perteneció a clase media obrera y popular y pasó los últimos 43 años de su vida en Argentina haciendo sus fotos y trabajando para ganaderos de La Rural, abriendo campos que aún no tenían nombre: se lo señala como el precursor de la foto publicitaria e incluso del fotoreportaje. Viajó al Chaco a fotografiar pueblos nativos, en extensos trabajos impresos en revistas nacionales.
Rebeca fue una figura relevante en su historia y entonces, en la de la historia de la fotografía argentina. Muy activa en la Sociedad Norteamericana de la época en Buenos Aires, organizaba colectas para hospitales. “Hay artículos en Estados Unidos después de muerto Olds donde la protagonista es ella”, remarca Srur, y cuenta que se publicará un libro sobre esto en los próximos meses meses.
La muestra montada en La Boca reúne obras muy significativas: hay en CIFHA, antiguo almacén y luego conventillo, un autorretrato con Rebeca. Nunca nadie la había visto antes. También se exhibe una imagen mural de cuatro por cinco metros hecha de la digitalización de su icónica foto en otro conventillo, “seguramente gente que venía de una guerra, escapando de una hambruna y que estaba en ese patio sin hablar el idioma, igual que él -conjetura Srur-. Tenía 80 personas mirando fijo a la cámara, 80 personas que se estaban sacando por primera vez una fotografía, eso no lo hace cualquiera”.
Lo que pasará en La Boca hasta septiembre funciona como “un rincón en un rincón”, asume. La exposición complementa lo histórico con lo contemporáneo, “todas piezas recuperadas de nuestro patrimonio, que tiene una condena a muerte constante fueron rescatadas para darle otro uso y sumarle otros significados: la reconstrucción de nuestra historia argentina a través del retrato de los avances tecnológicos”.
Según Srur, Olds tenía una pulsión de vida fuera de lo común: “Era un curioso un curioso innato, se mete en un barco para irse a la otra parte del mundo sin saber que había dejando a su familia, amigos, casa, sin plata, se termina peleando con su jefe en Valparaíso para hacer la fotografía que él soñaba y logra hacer íconos de la fotografía que prevalecen 120 años después”.
¿Cómo entendía Buenos Aires? ¿Era una búsqueda artística, publicidad, porfolio o promoción? “Mi interpretación es que tenía una búsqueda existencial además de lo comercial, fotografió la extrema riqueza y la extrema pobreza”, concluye.