Aun como sociedad nos sentimos sacudidos por lo que sucedió en la Escuela Nro. 1 cuando la justicia debió detener a Juan Carlos Muller, acusado de haber golpeado violentamente al profesor de educación física de la institución Lucas Salvatore, quién fue trasladado al hospital con lesiones de carácter leve.
En sus redes sociales, una docente de la escuela, Daniela Ramos efectuó un relato estremecedor de lo ocurrido, que nos debe llevar a la reflexión sobre cómo nos estamos comportando como sociedad y lo que estamos dejando para a las futuras generaciones:
“Hoy, como todas las mañanas me levanté temprano, preparé a mi hijo para la escuela, me vestí, peiné, maquillé y con mochila y compu en mano me dispuse a salir a trabajar.
Amo mi trabajo y siempre lo hago con alegría, pero hoy iba a ser diferente, y yo no lo sabía.
La violencia irrumpe, daña, lástima, y uno no vuelve a ser igual después de haberse cruzado con ella.
¿Podré volver a recibir en mi oficina a un padre sin tener miedo, sin sentirme aterrada?
Sufrir los insultos, las amenazas… Ver a mi compañero siendo ahorcado, asfixiado, casi hasta el desvanecimiento, rogar que parara, gritar por auxilio, pedir por favor que lo soltara, tironear de una remera como si eso hiciese posible deponer la actitud de alguien dispuesto a llegar hasta el final.
Tener miedo por mi vida, por la de mis compañeros, pensar en mis hijos y en la necesidad de volver a casa por ellos.
Hoy mi día no iba a ser igual, y yo no lo sabía.
Tampoco lo sabían mis compañeros Sandra y Lucas, ni las “chicas” de la sede, ni los docentes y auxiliares que se solidarizaron.
Hoy nuestro día fue diferente y no pudimos volver igual a casa…. Lucas con lesiones en su cuerpo y todos con magullones en el alma…
Hoy la violencia tocó a nuestra puerta, y no creo que volvamos a ser iguales…”