Martín Vázquez dejó su trabajo estable para crear su propio camino de conciencia con el ambiente y compromiso social. “Mi objetivo era inspirar a las personas a que repensaran un poco la relación con la basura y con nuestro ambiente, con nuestro planeta”, aseguró a EL NORTE.
Judith Coronel
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Cambiar de rutinas, costumbres, hábitos siempre resulta un desafío. Sin embargo, todo cambio puede representar una liberación y una forma nueva de ver la vida. Ese es el caso de Martín Vázquez, un Ingeniero nicoleño que dejó atrás su trabajo en una multinacional para emprender su propio proyecto.
El protagonista de esta historia fundó su propia empresa llamada Qualiaeyewear la cuál fabrica anteojos a partir de materiales reciclados.
En comunicación con EL NORTE, Martín contó cómo fueron sus primeros pasos antes de dar el gran salto: “En 2016, tenía 25 y ya estaba recibido de Ingeniero Industrial, estaba trabajando para Techint. La verdad que estaba muy bien, estaba súper cómodo y el trabajo era muy bueno. Pero empecé a sentir como esta sensación de estar encerrado y de que no me hallaba”, comentó.
Tal como relata Martín ”sus días se perdían en el trabajo”. Toda historia de emprendedor se caracteriza por tener un punto de inflexión y reflexión personal: “Empecé a sentir que toda mi vida había hecho las cosas bien, había sido prolijo, había ido a la escuela, a la facultad, había terminado, había conseguido un laburo ideal. Y era eso, pensaba ‘esto va a ser el resto de mi vida’. Entonces me empecé a sentir mal, empecé a darme cuenta que no tenía ganas de trabajar en relación de dependencia, sino que tenía ganas de emprender algo”, recordó.
Conciencia ambiental
Sumado a sus ganas de abrir su propio camino, Martín estaba a su vez muy preocupado por la “cuestión ambiental y de contaminación plástica”. “Me acuerdo que había estado leyendo mucho en esa época, me preocupaba mucho, entonces decidí aportar mi granito de arena ahí, en esa problemática”, rememoró.
Si bien la meta de crear algo propio era clara, había que ponerle algún condimento extra. En ese sentido comentó: “La consigna era, si voy a emprender, está bien, obviamente va a ser para ganar guita, pero tiene que tener también un propósito más allá de lo económico. Me parecía que resignificar la basura era un propósito lo suficientemente fuerte”.
“Empecé a buscar en internet mucha información acerca de cómo se recicla. Me encontré con dos planos de máquinas caseras de reciclaje. Eran una trituradora de plástico y una inyectora de plástico. En el camino quemé disyuntores, transformadores, la energía de la casa de mi papá la tuvimos que cambiar de monofásica a trifásica. Todo un desastre impresionante hice, pero bueno, finalmente las máquinas anduvieron y yo empecé a reciclar plástico”, recordó Martín.
Así fue como de a poco todo empezó a tomar forma y Martín comenzó a dar los primeros pasos tanto en su proyecto como personales. “Empecé a molestar por redes sociales que tenía un proyecto de reciclaje de plástico. En ese momento no tenía nombre ni sabía bien qué era. Tuve muy buena respuesta, obviamente de mi familia, mis amigos, pero también mis vecinos, la comunidad nicoleña respondió muy bien, y en un par de semanas tenía el patio de la casa de mi viejo tapado de plástico. Y ahí fue cuando vi un poco la oportunidad y me animé a renunciar”, sostuvo.
Paso a paso
El salto ya lo había dado, según el relato de Martín “todavía no sabía bien qué forma le iba a dar el proyecto, pero sabía que era por ahí”. Fue así como empezó a pensar en un producto en específico que combinara el reciclaje de plástico y lo reinventara en algo nuevo.
“Encontré en los anteojos esa plataforma para poder contar esta historia. Que mi objetivo era, inspirar a las personas a que repensaran un poco la relación con la basura y con nuestro ambiente, con nuestro planeta”, contó.
“Empecé a hacer los primeros prototipos, la verdad que me salían muy, muy feos. Probé imprimiéndolos, inyectándolos, la verdad es que no me quedaban bien. Y ahí me di cuenta que necesitaba ayuda”, recordó los intentos fallidos que tuvo al comienzo.
En Argentina existen tres plantas que se dedican a la fabricación de anteojos de sol por lo que Martín se dio cuenta que no podía hacerlo solo y que debía presentar sus ideas al mundo. “Empecé a salir a buscar fábricas de anteojos que me pudieran dar una mano con la parte productiva. Y bueno, después de insistir muchísimo, te diría casi un año entero, una de las fábricas abrió sus puertas y empezamos”, recordó.
Salir a las pistas
Para enero de 2018, ya estaba todo listo para salir al mercado y las expectativas crecían.
“Ya tenía todo armado, todo el concepto de la empresa, los valores, el propósito y el e-commerce armado para empezar a vender. Tuve un poco la suerte de que el primer día que cuelgo los productos se empezaron a vender y nunca se paró de vender. Así que eso nos ayudó un montón”, afirmó.
Así fue cómo Qualiaeyewear salió a la venta, anteojos de sol hechos 100% con material reciclado. En la actualidad, Martín y su equipo llevan reciclando más de 20.000 kilos de plástico y han plantado más de mil árboles. “Eso nos habilita a certificarnos como empresa carbono neutral”, sostuvo.
Compromiso
En cuanto a consultas oftalmológicas, han hecho más de 700 y entregado más de 400 anteojos. Además la empresa se caracteriza por tener en marcha un compromiso tanto ambiental como social. Tanto así que hoy en día trabajan junto a ONGs y marcas reconocidas a nivel mundial. “Tenemos un programa llamado visión de cambio y ahí englobamos todas las acciones. Más que nada hacemos foco en lo social, donde año tras año lo que hacemos es viajar a zonas de bajos recursos del país. Hemos ido cuatro veces a Chaco, y este año seguramente vayamos a Córdoba también. Lo que hacemos es, junto a un grupo de oftalmólogos, hacemos las consultas visuales, las consultas oftalmológicas y todo aquel que necesita anteojos, ya sea adulto o niño, hacemos el anteojo y se lo entregamos”, comentó.
En cuanto a planes a futuro, aseguró que buscan “seguir creciendo, seguir incorporando equipo, más allá de las 7 personas de hoy”, además de expandirse y “llegar a nuevos países, estar en el radar”.