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jueves, octubre 24, 2024
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EN MEDIO DE LOS FESTEJOS LE SAQUEARON EL KIOSCO, LO GOLPEARON Y LE DISPARARON

VINO A RAMALLO DESDE BURZACO BUSCANDO SEGURIDAD

Con mucho esfuerzo, Héctor, que abrió un kiosco frente a las vías del ferrocarril, contó que el festejo por el triunfo de la Selección se transformó en una pesadilla. Varios sujetos ingresaron al comercio, le pegaron a su mujer, rompieron los vidrios y se llevaron objetos de valor. Luego volvieron y dispararon contra el comercio.

Héctor es el propietario de un kiosco en Av. Bonfiglio 176. Llegó desde Burzaco, en el conurbano bonaerense, buscando alejarse de la inseguridad. Tiene varios hijos, es un trabajador como tantos. Vendió durante un tiempo ensaladas de frutas, hizo “changas” y se encargó de remarcar que no cobra planeas sociales. Con mucho esfuerzo contó que abrió un kiosco frente a las vías del ferrocarril por una de las arterias más transitadas de Villa Ramallo. Sin embargo, lo que iba a ser un festejo y tal vez mejorar sus ventas, se transformó en una pesadilla. Varios sujetos ingresaron al comercio, le pegaron a su mujer, rompieron los vidrios y se llevaron objetos de valor que estaban a la venta. Hizo la denuncia, llego la policía y luego volvieron otros sujetos conocidos del aprehendido por la policía y dispararon contra el comercio. “Me quiero ir de Ramallo”, afirmó. Pidió que no le saquen fotos a él ni a su familia porque temen por su vida.

Comenzó contando: “Ayer tuvimos unos inconvenientes, vinieron a patotearme, soy un laburante. Vinieron, dos, cuatro, después seis, y después eran como 50 personas. Le pegaron a mi mujer, a mi hijo. No tenían control de nada. No sé cómo decir las cosas… La pasé mal”.

En la calle se pueden observar botellas rotas, vidrios esparcidos por todos lados y en la pared se ve el impacto de una bala.

“Viví tres horas de hostigamiento. No se puede vivir así. Yo soy un laburante. Ando todo el día bajo el sol, salgo a vender ensaladas de frutas, salgo a trabajar, no cobro planes, nada. Esto es mi sacrificio, el kiosco. Hace dos años que estoy trabajando y pude abrir un kiosco”, agregó.

Luego contó: “Abrí el kiosco y cuando terminó el partido empezaron los festejos, y de repente ingresaron y se empezaron a llevar todo lo que podían, cargadores de celular, equipos de música, parlantes y también cervezas. Fue un saqueo. Yo me vine desde Buenos Aires, desde Burzaco a Ramallo, buscando tranquilidad, seguridad para mi familia y no puedo creer lo que nos pasó”.

El comercio está ubicado a unos 40 metros de una de las cadenas de supermercados locales, y pegado tiene una tienda de ropa y otros comercios de venta de indumentaria. La calle, pasadas las 17 horas, mostraba a una multitud que iba y venía por la Av. Bonfiglio rumbo a la principal avenida, que es la San Martín en Villa Ramallo.

“Se llevaron todo lo que pudieron”

Mientras seguía sacando vidrios y colocándolos en una caja, relató: “Manotearon todo lo que pudieron. A mi señora le pegaron en un brazo, la policía… bien, gracias. Cuando salí de la comisaría para regresar al kiosco, se bajó una persona y nos disparó un tiro que pegó en la pared. Tres hijos varones tengo. Se asustaron. Una locura. Nunca viví esta situación, fue un hostigamiento constante. El kiosco es un emprendimiento familiar, salimos de Buenos Aires hacia Ramallo porque pensamos que era una forma de vivir mejor y nos pasa esto”.

“El tiro pegó en la pared del kiosco. Tengo miedo hoy, mi familia tiene miedo. No conocemos mucha gente, pero no entiendo por qué pasó esto. Quiero cerrar e irme de Ramallo. Además de romper los vidrios destrozaron dos autos que estaban en la calle. Nos amenazaron todo el tiempo que nos iban a matar. La policía vino, pero era mucha gente para dos policías y no podían hacer nada. Lo que viví es como si me tiraran a una jaula de leones. Vine a Ramallo por seguridad, en Burzaco la pasábamos mal”, expresó.

En el final del diálogo dijo: “Anoche no sabía qué hacer, no sé qué hacer, tengo miedo, qué querés que haga… ¿que me quede y me maten un pibe estos tipos? No pude dormir. Le tengo que prohibir a mis hijos que salgan a la calle, tengo miedo de que los agarren. Era gente muy violenta, no los conozco, después algunos vecinos se fueron acercando y me contaron quiénes eran”.

“El kiosco es mi único sostén, no sé cómo voy a seguir. Creo que me tengo que ir porque no tengo amparo de nadie. No quiero que lastimen a nadie de mi familia”, finalizó.

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