En un informe presentado por la Asociación Civil Mujeres de la Ruralidad Argentina, se conoció que la participación de las mujeres productoras se concentra en las explotaciones de menor tamaño y se señaló la necesidad de políticas públicas inclusivas y enfoques interseccionales. El estudio evidencia desigualdades en el acceso a los recursos económicos, propiedad de bienes y tierras, así como la participación en el mercado laboral.
De la Redacción de EL NORTE
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La brecha de género en la participación laboral, económica, empresarial y de disparidad salarial también se puede observar en más ámbitos. En la Argentina, solo el 20% de las mujeres son propietarias de la tierra. El dato, correspondiente al último Censo Nacional Agropecuario de 2018, se remarcó en un informe presentado por la Asociación Civil Mujeres de la Ruralidad Argentina sobre la desigualdad de las mujeres rurales en el país y la necesidad de políticas públicas inclusivas y enfoques interseccionales.
El informe sectorial y de posicionamiento que hace referencia a las brechas de género en la ruralidad nacional, que fue abordado en un artículo de la plataforma de noticias ´Exclusiva´, tiene como autora a Mariana Stegagnini y fue presentado por la asociación civil integrada por Patricia Gorza, Claudia Gerlero, Mónica Gómez, Gisela Patrocinio, Ana Laura Campetella, Luciana Martínez, Mercedes Monzón, Rocío Severino y Alicia Ciciliani.
Aclaran que, de acuerdo con todos los datos, las mujeres relevadas no son necesariamente productoras agropecuarias. No obstante, se conoció que las explotaciones agropecuarias de productoras mujeres se concentran en las de menor tamaño: el 22% gestiona los campos de hasta cinco hectáreas, mientras que solo un 0,5% administra los establecimientos de más de 10.000 hectáreas. Según la asociación civil, esta dimensión contiene desigualdades en el acceso a los recursos económicos, propiedad de bienes y tierras, así como la participación en el mercado laboral.
MENOR PARTICIPACIÓN
En relación con la producción de alimentos, según el CNA de 2018, de las explotaciones agropecuarias que cuentan con mujeres productoras, el 52% son mujeres de entre 40 y 64 años, mientras que el 31% pertenecen al rango de más de 65 años. Es decir, el 83% de las mujeres que trabajan en la producción agropecuaria en la Argentina superan los 40 años. El 29,6% de ellas cumplen tareas de personal general, y el 12,7% son encargadas, mientras que solo el 1% opera maquinarias.
En ese sentido, Stegagnini en una presentación virtual mencionó que si la participación de las mujeres en la economía mundial se equiparara a la de los varones, se esperaría un aumento del 26% del Producto Bruto Interno Global (PBIG) para 2025. En la Argentina, las mujeres participan menos en el mundo laboral, con una brecha de 18,4 puntos porcentuales, y ganan en promedio un 28,1% menos que los varones.
“Las mujeres rurales participan menos en el mercado laboral, con una diferencia de 18,4 puntos porcentuales respecto de los varones y ganan, en promedio, un 28,1% menos. Además, la alta tasa de informalidad laboral en la agricultura, donde solo el 14% de los trabajadores asalariados son mujeres, limita su acceso a derechos laborales y seguridad social”, señaló.
INGRESOS Y CARGOS
Respecto de la posesión de bienes, si bien en las Américas más de la mitad de los alimentos son producidos por mujeres, en América Latina solo el 30% de ellas posee tierras agrícolas, y apenas el 5% recibe asistencia técnica. En el caso de las AgTech en América Latina y el Caribe, solo un 11% de las fundadoras de las startups son mujeres. Además, se conoció que las ingenieras agrónomas que trabajan en la Argentina perciben un 72% menos de ingresos en comparación con un profesional residente en el exterior, mientras que los ingenieros agrónomos un 61% menos.
Por otra parte, la representación y la participación de las mujeres en las comisiones directivas de las instituciones gremiales agropecuarias es solo del 7,18%. En entidades profesionales, según un informe de CPIA citado (2023), esa participación asciende al 26,6%. Esto también incluye el acceso a derechos civiles y políticos, y la capacidad de influir en las políticas públicas.
En el ámbito nacional, según el Observatorio de Igualdad de Género de ALC [América Latina y el Caribe], entre las mujeres ocupadas solo el 5,1% accede a cargos de dirección o jefatura, mientras que entre los varones este porcentaje es del 8,4%. En tanto, se conoció que la violencia de género se agrava en ámbitos de la ruralidad. El Registro Nacional de Femicidios de la Justicia Argentina, edición 2021, reveló que ese año hubo 231 víctimas directas de femicidio.
BARRERAS
Entre las barreras que existen también están las que impiden a las mujeres y niñas completar su educación, especialmente en contextos rurales o marginalizados. Se refiere también a las diferencias en el acceso a la tecnología, la brecha digital, y el acceso a la información y a recursos en línea. Según indicaron, en el caso de la Educación Técnico Agropecuaria de nivel secundario (ETPA), en la Argentina el 44,8% de los estudiantes del último año son mujeres. La tasa de terminalidad amplía la brecha, ya que solo el 48,1% de las mujeres finalizan su educación técnica, frente al 56,1% de los varones. Entre quienes se recibieron de una ETPA, los varones continúan estudios postsecundarios vinculados a la educación agraria en un 47% mientras que las mujeres solo en un 13,6%.
En otro orden, las tareas de cuidados no remunerados en el ámbito rural oscilan entre el 16 y el 27% del PBI regional. “El trabajo que realizan las mujeres en el campo implica una intensa carga laboral, ya que son responsables de las tareas reproductivas, domésticas y de cuidado del grupo familiar, además de hacerse cargo de algunas tareas productivas dentro de la familia. Podemos afirmar que en la ruralidad, las mujeres no solo desempeñan un papel reproductivo en términos biológicos, sino también en términos de alimentación, educación y salud de los miembros de la familia y de limpieza y gestión del hogar en general, pero con la sumatoria de actividades productivas cuyo destino más frecuente es el autoconsumo y, ocasionalmente, la venta de excedentes”, señalaron en el relevamiento.