Hay almas que se animan al cambio, que le hacen frente a lo dado y van por más persiguiendo sus sueños. Es el caso de Mariana Cámpora y Mariana Gutiérrez, dos emprendedoras nicoleñas que, como otras tantas, abren día a día las puertas de sus respectivos negocios –en este caso, de indumentaria- con el orgullo de haberlos ideado y plasmado en la realidad. “Es fundamental hacer lo que a uno le gusta para que todo ese tiempo que uno invierte en trabajar y ganar plata, que es lo que se necesita para vivir, también te haga feliz”, resaltan.
De la Redacción de EL NORTE
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En medio de un mundo incierto, con altibajos constantes, escasa oferta laboral, responsabilidades familiares que no esperan, acompañados por ansias de superación, hay almas que se animan al cambio, que le hacen frente a lo dado y van por más persiguiendo sus sueños.
Son personas especiales, que no se conforman con los formatos estáticos y dan el ejemplo forjando su propio camino, emprendiendo desde las bases para construir su futuro, en un transitar arduo pero satisfactorio.
Es el caso de Mariana Cámpora y Mariana Gutiérrez, dos emprendedoras nicoleñas que, como otras tantas, abren día a día las puertas de sus respectivos negocios –en este caso, de indumentaria- con el orgullo de haberlos ideado y plasmado en la realidad.
Empezar
“Antes de tener mi propio negocio, trabajé siempre en ventas en relación de dependencia, siempre me gustó mucho vender. Cuando quedé embarazada decidí dejar de trabajar para quedarme con mi hijo a cuidarlo, aunque no me duró mucho porque empecé enseguida a vender cosas. Comencé con cero inversión, sólo algo de dinero que pude juntar, con lo que viajé a Buenos Aires y empecé a vender ropa con un bolsito puerta a puerta”, recordó Gutiérrez, creadora de “Había una vez, tienda de diseño” que este año cumple 9 años.
“Amo hacer esto y trato de llevar un equilibrio, aunque a veces no lo consigo. Tengo el Showroom en mi domicilio, así que cuando no estoy atendiendo, me ocupo de mi casa, de mis hijos, etc. Tengo algunas horas que dedico exclusivamente al negocio. Es bastante complicado, pero cuando uno ama lo que hace puede con todo. Nunca me conformo, siempre trato de ir por más, de mejorar y tener siempre un mejor lugar para recibir a mis clientes”, declaró Gutiérrez, quien fue armando de a poco su espacio que hoy luce una delicada ambientación y variada mercadería.
Por su parte, Mariana Cámpora también se animó a emprender su camino, pero en la vecina ciudad de Villa Constitución, donde instaló su local de “Turmalina” hace ya 17 años. “Me había recibido de Analista de Sistemas y daba clases de computación. También trabajaba en una joyería porque me encantaba vender. Mi proyecto surgió porque no me sentía cómoda con lo que estaba haciendo, no me hacía feliz y, como me gustaba vender se me ocurrió ponerme un local propio. Arranqué con muy pocas cosas gracias a mis ahorros de varios años, fue durísimo el comienzo pero, a la vez, eso me motivó a seguir. A mis 25 años sabía que quería hacer mi propio camino económicamente hablando y no trabajar para nadie. Mi carrera me facilita mucho el trabajo que tengo hoy, pero no quería dedicarme a eso”, describió en medio de sus cotidianas idas y vueltas entre Villa y San Nicolás.
Sortear dificultades
Ambas entrevistadas coincidieron en que la principal dificultad que tuvieron que sortear para crear y mantener sus emprendimientos fue la económica. “En este camino la dificultad más importante que tuve que sortear fue la económica para arrancar. Como no tenía una inversión inicial, costó todo mucho, fue todo a pulmón. Para crecer necesitás un empujoncito económico para invertir”, dijo Mariana Gutiérrez. A lo que Cámpora sumó: “La única dificultad que tuve que afrontar, y sigo haciéndolo, es la economía de este país. El aumento de los impuestos, del alquiler, el aumento desconsiderado de todo, o cuando tuvimos que cerrar en pandemia y mantener el pago de la luz, sueldo, alquiler, impuestos, etc.”.
Satisfacción
“Este emprendimiento me da muchas satisfacciones. Por el lado económico puedo solventar varios gastos de la casa; y por el lado emocional muchísimas satisfacciones. Si bien soy mamá de dos varones amo vestir a las nenas, me encanta que vengan las clientas y me pidan consejos, que las pueda ayudar desde mi humilde lugar con la experiencia que voy teniendo en estos años. También me da la satisfacción de no tener que responderle a nadie, y a la vez, ponerme mis propias metas y no tener un techo. Felicidad total. Soy monotributista, quizás no me voy a jubilar con un sueldazo pero sí sé que me voy a jubilar feliz, porque dispongo de mis tiempos y hago lo que me gusta, lo cual es un privilegio total”, declaró Gutiérrez. Y alentó: “Hay que ir tras los sueños, no abandonarlos. Siempre hay que mirar el medio vaso lleno, no el vacío, pese al montón de piedras en el camino sobre todo en este país donde todo cuesta tanto. Pero se puede hacer, siempre que se haga con amor, respeto y sin querer pisar a nadie”.
“Soy partidaria de que la mujer tiene que tener su espacio, además de ser madre, para una misma, para emprender lo que le guste, para trabajar y tener su profesión. Obviamente que se puede dividir el tiempo, si uno lo hace con ganas y con amor. No me gustaría ni estar todo el día en casa, ni estar todo el día trabajando. Creo que ahí está el secreto, en saber administrarse el tiempo, y se puede”, alentó Cámpora, madre de tres niños en edad escolar. Y cerró: “Este negocio me brinda la felicidad de hacer lo que yo quiero, porque amo vender, y de no estar bajo las reglas de nadie. A quienes quieren emprender y aún no lo hicieron, les diría que se animen. Uno vino a esta vida a ser feliz y trabajamos muchas horas en la vida. Es fundamental hacer lo que a uno le gusta para que todo ese tiempo que uno invierte en trabajar y ganar plata, que es lo que se necesita para vivir, también te haga feliz”.