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jueves, enero 23, 2025
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El reloj biológico de las flores que regula su apertura y cierre

Las flores poseen un “reloj interno” que les permite abrir y cerrar sus pétalos según el momento del día, una estrategia clave para su supervivencia y reproducción.

Las flores ajustan la apertura y cierre de sus pétalos siguiendo un patrón que está sincronizado con el ciclo solar.

Este fenómeno, conocido como “nyctinastia”, permite a las plantas optimizar la recepción de luz y protegerse de condiciones adversas, como la pérdida de humedad o el frío nocturno.

Investigaciones han demostrado que este comportamiento está controlado por un reloj biológico interno similar al de los animales, regulado por la luz y la temperatura.

Por ejemplo, los girasoles jóvenes siguen al sol durante el día, mientras que algunas flores nocturnas, como la dama de noche, abren sus pétalos solo al caer el sol para atraer a polinizadores nocturnos.

Este mecanismo no solo es clave para la supervivencia de las plantas, sino que también impacta en la interacción con insectos polinizadores.

Al sincronizar su apertura con la actividad de sus polinizadores, las flores aumentan las posibilidades de una polinización exitosa.

La comprensión de estos ciclos continúa siendo objeto de estudio, con aplicaciones potenciales en agricultura y biología para optimizar el rendimiento de cultivos y proteger los ecosistemas.

“Reloj Floral”

Además de su relevancia ecológica, los ritmos florales han fascinado a los humanos desde tiempos antiguos.

En el siglo XVIII, el naturalista sueco Carl Linnaeus desarrolló un concepto fascinante conocido como “horologium florae” o reloj floral.

El “reloj floral” estaba basado en los horarios en que distintas flores abren y cierran sus pétalos.

Observó que especies como el diente de león abrían a las 5:00 de la mañana, mientras otras, como la lechuga silvestre, lo hacían a las 10:00. Por la tarde, flores como el hibisco cerraban antes del atardecer.

Linnaeus organizó estas plantas en un esquema que permitía estimar la hora del día observando su comportamiento. Aunque dependía del clima y la ubicación, su idea destacó la precisión de los ritmos biológicos de las plantas y su conexión con el entorno. Su reloj floral sigue siendo un símbolo de la sincronización perfecta en la naturaleza.