15.8 C
San Nicolás de los Arroyos
domingo, diciembre 15, 2024
Edición Diaria
Edición N°

El ojo del arte: el otro lobo marino de Mar del Plata

Es el nuevo símbolo de la ciudad, en la entrada al Museo de Arte Contemporáneo (MAR). Inicialmente fue creado con miles de envoltorios de los icónicos alfajores marplatenses.

Especial El ojo del arte

Marta Minujín, la gran artista plástica contemporánea argentina, tenía que dejar su sello en la ciudad turística por excelencia, Mar del Plata. Y lo hizo con una obra que resume el espíritu y la historia de La Feliz: un lobo marino de 10 metros de altura recubierto por láminas doradas.

La génesis del Lobo Marino coincide con la inauguración del Museo de Arte Contemporáneo de Mar del Plata (MAR) en 2013. Minujín, con su característico estilo provocador y su amor por lo popular, concibió una obra que dialoga con la identidad de la ciudad. La elección del lobo marino, como motivo principal, no fue casual: este mamífero marino es un habitante emblemático de las costas argentinas y, en particular, de esa zona. No por nada, sobre la rambla, están los otros lobos marinos, los históricos de piedra, que llevan la firma de José Fioravanti, mientras que en el puerto se muestran remolones los de carne y hueso.

La construcción de la escultura de Minujín fue un desafío técnico y logístico. Un equipo de artesanos y metalúrgicos trabajó durante meses para dar vida a la visión de la artista. La estructura principal del lobo está realizada en hierro y metal.

Minujín pensó a su criatura de dos maneras: una efímera y otra eterna. La primera se conjugó con otro ícono de Mar del Plata, los alfajores Havanna. Para su inauguración, el 27 de diciembre de 2013, el lobo marino apareció recubierto de miles y miles de envoltorios dorados del clásico alfajor. Meses después, el 31 de agosto de 2014, se llevó a cabo “el cambio de piel”. Minujín encabezó esta performance masiva donde los visitantes se llevaron los envoltorios que cubrían al lobo. Alrededor de 14 mil paquetes fueron canjeados en los locales de Havanna por alfajores, mientras que el resto se los quedaron aquellos que quisieron guardar un recuerdo de la obra.