Casi la mitad de los hechos ocurrieron en el norte bonaerense, donde el distrito Ramallo acumula 20 casos en lo que va del año. La ola delictiva representó para la empresa pérdidas por más de 530 millones de pesos. En San Nicolás se registraron una decena de episodios, que en Argentina pueden ser penados con prisión de dos a seis años.
De la redacción de EL NORTE
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No es un delito de los que generan miedo, pero sí es uno de los que más daños ocasionan, tanto por la cantidad de damnificados como por el perjuicio que produce.
El robo de cables eléctricos se volvió un negocio lucrativo durante el aislamiento social preventivo y obligatorio. A partir de entonces se instaló como una modalidad delictiva usual por la facilidad para transformar en dinero el material robado.
La Empresa Distribuidora de Energía Norte (EDEN) sufrió en lo que va de 2024 83 episodios de robo de su infraestructura eléctrica, en toda su área de cobertura. De ese total, 20 casos se registraron en Ramallo, otros 10 en San Nicolás, 7 en Arrecifes y uno más en Conesa. Es decir que -prácticamente- la mitad de los hechos ocurrieron en el norte bonaerense
También hubo casos en Carlos Casares, Lincoln, Campana, Chivilcoy, Junín, General Villegas y Exaltación de la Cruz. Desde la compañía informaron a EL NORTE que las pérdidas económicas para la empresa por este delito ascienden a 536 millones de pesos.
Los robos más usuales son acometidas (instalaciones eléctricas que alimenta la caja), puesta a tierra, transformadores, estaciones transformadoras, tendido caído por tormentas, etc.
Por lo general, los delincuentes actúan de noche, aunque hay increíbles casos a plena luz del día. Según se pudo observar en algunos hechos tomados por cámaras de seguridad, lo hacen sin ningún tipo de resguardo a posibles descargas.
En rigor, este flagelo no es un hecho que afecte sólo a EDEN sino que lo padecen todas las distribuidoras eléctricas del país. Hubo casos de mortalidad en La Plata y Santa Fe ocurridos este mismo año.
Además del perjuicio económico para la empresa, también se produce una fuerte afectación para los usuarios por las oscilaciones de tensión que se producen debido a que el abastecimiento se debe realizar a través de transferencias desde otras fuentes de energía (como transformadores). Además, ocasionan interrupciones de servicio que pueden demorar horas debido a que la reposición de los equipos dañados no es sencilla (identificación de zona afectada, logística de traslado de nuevo equipo, agravante del horario o la inclemencia climatológica. Este delito es penado por el código penal, pero también representa un alto riesgo de vida a lo que llevan a cabo ese tipo de acciones.
Tres eslabones
El objetivo de los roba-cables es el cobre. Esta modalidad delictiva, capaz de alimentar un importante mercado negro con fácil disponibilidad de dinero, incluye la intervención de tres sectores bien diferenciados. Primero, los sujetos encargados de la sustracción material del tendido de cables. Luego, los responsables de las distintas chatarrerías que operan como comercios legales y que compran en el mercado negro el material robado y lo almacenan. Y, finalmente, las fundiciones, talleres donde, a través de procesos metalúrgicos específicos, se separa el cobre del aislante que lo contiene para su posterior venta.