Un 14 de abril de 1748, el matrimonio Aguiar-Ugarte dio el puntapié hacia la traza de la ciudad que hoy celebra su nombre como San Nicolás. Este origen se daba en una disposición particular, la del damero o tablero de ajedrez, con los edificios de las autoridades político-sociales y principalmente eclesiásticas rodeando la plaza central. El 29 de mayo de 1854, según precisa el historiador Emiliano Ricardo Primo, se dieron nombres a las calles y se numeraron las puertas de las casas.
Carolina Mitriani
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Según lo aportado por el escritor Damián Menéndez, el día 14 de abril de 1748 fue la fecha en la que el matrimonio Aguiar-Ugarte se dispuso a organizar la traza de lo que hoy conocemos y habitamos como la ciudad de San Nicolás. En el sistema español de disposición de damero, se demarcaron las primeras manzanas de este territorio.
El sistema, también conocido como tablero de ajedrez o plano hipodámico (por Hippodamus de Mileto, planificador urbano), establece un diseño en el que las calles se plantean formando ángulos rectos en sus intersecciones y generando así bloques cuadrangulares regulares a su paso.
En este tipo de planos se dispone habitualmente, como sucedió en San Nicolás, con una plaza central rodeada por las autoridades de distinto tipo: una referencia comercial-económica, eclesiástica y de gobierno o político-social. Por lo tanto, la iglesia, Aduana y Municipalidad eran las máximas exponentes en aquellos comienzos.
Caminos
Desde el Museo y Biblioteca Casa del Acuerdo se especifica que la demarcación inicial se generó a partir del gran Ombú de López, ubicado en las actuales Av. Falcón y calle Colón, el cual fue retirado en 1884 cuando por esa zona comenzó a circular el Ferrocarril del Oeste. Los límites del poblado serían entonces el río Paraná, y la actual avenida Falcón, avenidas Savio y Moreno y calle León Guruciaga.
El 29 de mayo de 1854, según precisa el historiador Emiliano Ricardo Primo, se dieron nombres a las calles y se numeraron las puertas de las casas: “La nomenclatura de las dieciocho calles se hizo en el orden siguiente: noroeste a sudeste, calle Aguiar, Buenos Aires, Constitución, 11 de Septiembre, 25 de Mayo, 9 de Julio, San Martín, 14 de Julio y Rivadavia. De noreste a sudoeste, Lavalle, Belgrano, Comercio, De la Paz, Libertad, Progreso, Garantías, Arte y Provincias”.
Lugares y roles
El núcleo fundacional de San Nicolás, una cuadrícula de 9×9 manzanas establecida por Rafael de Aguiar en 1748, retuvo hasta hoy su carácter de centro de la ciudad. Este núcleo tuvo un marcado desarrollo entre 1905 y 1912 (construcción de la Intendencia, Teatro Municipal, Tribunales, Catedral, sedes de Asociaciones de inmigrantes, bancos, etc.). Concuerda esta situación con otros hitos del crecimiento de San Nicolás: establecimiento de los cuarteles y del Puerto Nuevo.
En el libro de Alan Durston, “Un régimen urbanístico en la América Hispana Colonial: El trazado en damero durante los siglos XVI y XVIII”, se detalla que esta modalidad “imponía los ideales de uniformidad y orden, ubicando a cada persona o grupo en su lugar dentro de un orden jerárquico. Su objetivo era la reducción a la unidad de una multitud dispersa, fuera de indios semiurbanizados o de conquistadores. Dada la medida en que se identificaba el orden social o terrenal de la república con su dimensión espiritual, se puede sugerir una lectura equivalente del damero en el plano religioso”. Además, el damero contribuía en la búsqueda de regularidad, orden y simetría.
También se ofrece una lectura desde la perspectiva de Michael Foucault respecto a este diseño urbano, comparándolo con su teoría en la que plantea que las estructuras diseñadas con el objetivo de ver de manera organizada permiten al poder un poder superior, bajo la modalidad de panóptico. Durston comprende, en este sentido, que “el ordenamiento disciplinario del espacio que efectúa el damero está dirigido en gran medida a exponer la población a un sistema de representaciones”.
Movimientos
Con el correr del tiempo, San Nicolás modificó su esquema urbano según los momentos de su sociedad y el contexto productivo-económico. Archivos históricos de la Municipalidad permiten conocer que entre 1845 y 1947 el trazado de damero permitió un crecimiento ordenado, sin graves conflictos de zonificación y que respondía a un flujo circulatorio bajo, propio de la economía agropecuaria exportadora que predominaba en la región. El cambio de este modelo por uno de sustitución de las importaciones posibilitó la radicación de la industria siderúrgica y la producción eléctrica en la zona, provocando un cambio explosivo en la dinámica urbana.
De 1947 a 1960 la población aumentó de 40.000 a 65.000 habitantes, por lo que –en un entorno sin planificación alguna– se establecieron viviendas y talleres en loteos que carecían de infraestructura básica y respondían a la especulación inmobiliaria. Este crecimiento caótico de la «mancha urbana» fue reforzado por una medida política: la creación de comisiones vecinales en los años setenta. Ellos asumieron la representación de sectores urbanos arbitrariamente delimitados y denominados “barrios”. La falta de infraestructura básica de la mayoría de estos grupos demográficos y su población mayoritariamente exógena consolidaron un antagonismo centro-periferia que se encarnó en la actividad de las comisiones vecinales.