20 C
San Nicolás de los Arroyos
viernes, noviembre 29, 2024
Edición Diaria
Edición N°

Darle un dispositivo a un niño puede ser perjudicial

Especialistas advierten de lo contraproducente que puede ser el uso de la tecnología en los niños.

Los celulares y tablets son el nuevo entretenimiento de los niños. Padres y madres lo utilizan para divertir o calmar a sus hijos.

Los expertos dicen que, este hábito, es perjudicial para los chicos.

Lo primero que marcan los profesionales es que debemos respetar el proceso biológico del ser humano para tener un sano desarrollo.

Dentro de ese desarrollo incluye que los padres pasen tiempo con sus hijos. Jugar, hablar, dormir, pasear y todo lo que implique una relación entre ambos, ya que ningún aparato electrónico puede reemplazar la atención que un padre le puede dar a su hijo.

Sabemos también que todo ser humano necesita de ejercicio físico y los niños en desarrollo, particularmente, precisa pasar momentos y jugar al aire libre. Caminar, escalar, caerse, levantarse, explorar y sentir todo tipo de texturas, sabores, olores. Sensaciones que una tablet o un celular jamás podrán dar.

La frustración y la tolerancia son otros puntos importantes a tener en cuenta. Un chiquito aprende a manejarlas mediante experiencias.

Según los especialistas, debemos comprender que la tolerancia se desarrolla como lo hace un músculo, y que la frustración se supera con intentar superarlo una y otra vez hasta conseguirlo.

La paciencia también se desarrolla a medida que atravesamos desafíos. Complicaciones o situaciones que mirando una pantalla no aprenderás a resolver.

Con el afán de vivir rápido o de tener varias actividades que hacer a la vez, quizás los padres le dan a sus niños un dispositivo para entretenerlo o para calmarlo de algún berrinche. Esto no ayuda al menor, ya que, si bien relaja al chico mientras lo usa, no lo ayuda a aprender a auto regularse.

Entonces ¿Qué podemos hacer?

Tenemos que evitar que los pequeños jueguen con dispositivos electrónicos antes de los 5 años. Tampoco debemos utilizar los aparatos para que dejen de llorar o de “molestar”.

Y, sobre todo, hay que dejar que los niños se aburran y busquen por sí mismos qué hacer.