El huracán se había desplazado el jueves hacia el noroeste de La Habana, adentrándose en el golfo de México, donde ya no suponía una amenaza inmediata para tierra, informó el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.
Las autoridades cubanas comenzaron a restablecer el suministro eléctrico en la mitad oriental de la isla, un día después de que el huracán Rafael dejara sin energía al país, por lo que unos 10 millones de personas quedaron a oscuras.
La red colapsó el miércoles por la tarde, cuando Rafael azotó Cuba con vientos máximos de 185 kilómetros por hora, dañando viviendas, arrancando árboles y derribando postes telefónicos.
El huracán se había desplazado el jueves hacia el noroeste de La Habana, adentrándose en el golfo de México, donde ya no suponía una amenaza inmediata para tierra, informó el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos.
El huracán fue otro golpe a la ya precaria red eléctrica de Cuba, que hace dos semanas colapsó varias veces y dejó a buena parte de sus ciudadanos sin energía durante días.
Rafael, el segundo huracán que azota la isla en menos de un mes después de que Oscar asolara el este de Cuba en octubre, se sumó a los problemas de suministro eléctrico ya existentes.
Las decrépitas plantas de generación de petróleo del país han tenido dificultades durante décadas para mantener las luces encendidas, pero este año el sistema entró en crisis al reducirse las importaciones de crudo de países aliados como Venezuela, Rusia y México. Los apagones de varias horas se han convertido en la norma en gran parte de Cuba.
La prensa local mostró imágenes de tendidos eléctricos caídos, tejados metálicos por las calles y ventanas destrozadas. Las inundaciones fueron generalizadas.
Rafael atravesó las Islas Caimán como un ciclón de categoría 1 en la escala Saffir-Simpson, de cinco niveles, antes de aumentar su fuerza en menos de 24 horas hasta la categoría 3, cuando tocó tierra en la costa suroeste de Cuba.
Más de 220.000 personas fueron evacuadas de áreas bajas y vulnerables en la región occidental del país, dijeron funcionarios, y la mayoría había regresado a sus hogares el jueves. Nadie murió como consecuencia de la tormenta.
Artemisa, una provincia agrícola vecina de La Habana, se llevó la peor parte de los impactos del huracán. Los vientos fuertes habían derribado varias líneas eléctricas de alta tensión a lo largo de la carretera principal de la región.
Árboles caídos cubrían las carreteras de la capital provincial. La tormenta destruyó miles de hectáreas de plantas de plátano, yuca, frijoles, maíz y arroz.
“Hay que verlo para creerlo”, dijo nerviosa Rosa Martínez, una vecina de 62 años, quien añadió que los alimentos ya estaban escasos y además caros. “Si antes estábamos pasando trabajo, ahora vamos a pasar más trabajo. De eso estoy segura”.