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viernes, octubre 18, 2024
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CUANDO EL HOSPITAL SE TRANSFORMA EN EL HOGAR DE MUCHAS FAMILIAS

Karina comparte historias en Facebook de los días junto a Juan en su segunda casa. Lo hace desde una mirada particular, comparte detalles de los pasillos (foto), del trabajo en red, de la espera junto a otras mujeres que permanecen al lado de sus hijos e hijas. Desde el primero de noviembre de 2021 Juan se encuentra internado allí por su delicado cuadro renal. Él también resignifica su día a día entre actividades de su interés.

“Pedro y la Luna” de Alice Brière – Haquet está en la Sala 4 del Hospital de Niños “Sor María Ludovica” de La Plata.

Rocío Vega 
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Cuando las internaciones son prolongadas, muchas familias hacen de los hospitales, su hogar. En diálogo con EL NORTE, Karina compartió sus días junto a Juan en el Hospital de Niños “Sor María Ludovica” de La Plata. La vida en San Nicolás por el momento se encuentra en pausa. Desde el primero de noviembre de 2021, Juan se encuentra internado allí por su delicado cuadro renal. Esta madre contó cómo resignifican sus días, en el marco de redes, tramas y solidaridad que se tejen en la comunidad sanitaria y más allá de ella. 

“El primer momento fue de alto impacto. En nuestro caso, si bien transitábamos los servicios que Juan precisa desde recién nacido, fue la primera vez que llegamos sin entender mucho qué había pasado y por qué estábamos frente a esa sala que dice ‘Trasplante’. Después uno va entendiendo, volviendo a ser uno mismo de a poco. En las internaciones en general cada mamá está en lo suyo, con su hijo. Somos como fantasmas con orejas grandes escuchando todo, tratando de no perder detalles. Los informes ocurren a diario y es el momento de hacer las preguntas. Con la prolongación de la estadía se van viendo rutinas, horarios, personas, personal de enfermería que comparte su saber y médicos que hasta pueden preguntarte: ¿Y vos cómo estás? Y una llora un poco porque hace mucho que no te preguntan eso, la figura central es el paciente y somos satélites que cambiamos, atendemos, alcanzamos. Pero cuando vas entendiendo y aprendiendo podés esperar lo mejor y eso es que vuelvas a ser vos de a poco, que tu naturaleza te saque adelante. En el Hospital sos la mamá de todos: desde el personal de limpieza hasta el jefe del sector te dice: “Mami, mamá”. Juan se ríe porque le digo que soy la madre de todos. En estos catorce años de ir y venir a La Plata aprendí que llevar dos o tres cosas que no ocupan lugar pero sí el tiempo, pueden acompañarte mucho. En mi caso, libros, la aguja de crochet. En el caso de Juan, su pinza de punta redonda, alpaca y piedritas para engarzar. Pero a veces no podés ni eso, por la tristeza, o el desamparo o el dolor. En nuestro caso hablamos mucho, y hasta los silencios acompañan”, explicó.



Acompañarse

Karina indicó que en la hospitalización prolongada y en una logística de estar fuera de su propia casa y proporcionarse lo mínimo, comparte lo que precisan saber las madres que recién llegan. “Algunas no preguntan. Otras llegan y quieren organizar todo el primer día. Que la información circule es importante y no siempre está estandarizada o comunicada. Pero en general cuando la mamá precisa algo le dice a alguien y de alguna manera se va resolviendo”, señaló.

En los tiempos que no requieren atención sanitaria, ella lee, escribe, teje, le enseña a tejer a otras personas que la ven hacerlo. “Si podemos salir, vamos al Parque Saavedra, lleno de árboles y pájaros. A Juan le encanta ‘fotear’, y tanto adentro como afuera siempre recurrió a imágenes para comunicar sus cosas”, dijo. En definitiva, se acompañan.  

Con la restricción de acompañantes por Covid, se intensifica la presencia casi exclusiva de la mamá junto al hijo o la hija. Y entre madres se van pasando información que hace más amena su estadía allí, más humana: dónde calentarse un mate cocido, una sala para esperar en las cirugías o procesos largos, baños, dónde poder tomar una ducha o lavar la ropa.



Servicios Sociales y Salud Mental

El Hospital de Niños de La Plata genera lazos y contactos, principalmente a través de Servicios Sociales. “Es un equipo que además conoce la patología del niño, y puede atender y entender qué necesidades se van planteando. Si es un paciente renal, gestionar agua o determinado remedio o insumo. Conocen. Ellos derivan a pensiones o asesoran sobre alojamientos, y si el caso lo requiere, gestionan con la Fundación Casa Ludovica para dormir en una cama, por ejemplo, cuando viene algún relevo familiar por un corto plazo. Y así uno recupera el cuerpo y descansa. También la Escuela Hospitalaria, que tiene personal calificado en estas situaciones. Entienden que los brazos duelen, que las vías se salen, que recién volvió de cirugía, o que no tiene ánimos. Y se ocupan de generar este lazo”, detalló.

Para Juan fue muy importante ver los operativos de trasplante, hablar con otros chicos, verlos asistir a controles, lo llenó de entusiasmo para estar en la Sala 10 de Nefrología en la que se encuentra actualmente. 

Por otra parte, Karina notó que no todas las familias consideran al Servicio de Salud Mental como un servicio necesario. “Y es lo primero que pedí cuando llegamos. Es salud. Es prioritario. Y puede hablarse en un entorno seguro de cosas que los chicos no quieren hablar con la mamá, por ejemplo. Porque nosotras tenemos que entender que no somos todo: doctora, enfermera, maestra, psicóloga, aunque lo parezcamos”, expresó.



Otros espacios

Los payamédicos, la Cooperadora del Hospital, la Fundación Casa Ludovica, y personas e instituciones que colaboran, generan apoyo y respuestas. “El Hospital es muy querido en la ciudad y siempre recibe ayuda que se intensifica en épocas como las Fiestas o el Día del Niño”, destacó Karina. 

“Hay una patrulla que se llama Brigada Ludovica que pasa cama por cama de todo el hospital controlando quiénes tienen todas las vacunas, no solo covid y los pacientes, sino también de Calendario y para los acompañantes. Si estás internado, mediante la tarea de relevamiento, completan los calendarios en todos los casos. También está la presencia de las Hermanas de la Misericordia, que tienen su casa en el Hospital desde el origen, y permanentemente pasan para ver las necesidades, como así también lo hacen enfermeros y doctores de otro países”, destacó.

Karina reconoció que nunca han estado solos, ni dentro ni fuera del Hospital. “Aun en las más diversas circunstancias hubo gente angelada que nos ayudó con un aviso, un detalle, un contacto, una asistencia”, concluyó. 

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