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viernes, diciembre 13, 2024
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CRIMINALIZACIÓN DE LA SALUD MENTAL: “LOCO ¿SUELTO O SUJETADO?”

REACCIONES AL ATENTADO CONTRA CFK

El magnicidio en grado de tentativa contra Cristina Fernández de Kirchner despertó fuertes reacciones, atendiendo a la gravedad del asunto. Los impactos del ataque esgrimido por Fernando Sabag Montiel se polarizaron; sin embargo, un concepto apareció en los dos lados de la grieta: “un loco suelto”. En contra de la criminalización de los padecimientos de la salud mental, la psicóloga nicoleña Ma. Emilia Tejedor plantea que “la locura” no es “ajena a los discursos que circulan en nuestros días y nos atraviesan (…) ni algo completamente ajeno a la sociedad que nos habita”.

Fernando Sabag Montiel está detenido por magnicidio en grado de tentativa. WEB

Carolina Mitriani
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Los graves hechos ocurridos en el intento de magnicidio contra la vicepresidenta de la Nación y dos veces presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, han desatado una ola de adjetivaciones de distintas índoles. Sin embargo, una de ellas aparece en los dos lados de la grieta: la natural percepción del agresor como “un loco suelto”, alguien que actuó de manera deliberada por estar atravesado por una patología psíquica, ajeno a los roles que se juegan al vivir en comunidad; quitando, de alguna manera, el grado de responsabilidad y el contexto que propicia o motiva ciertos hechos. La bala que no salió deja margen y tiempo para reflexionar sobre su impacto en la sociedad.

La profesora y psicóloga –enmarcada en el psicoanálisis– María Emilia Tejedor propone generar un espacio de debate acerca de la figura del “loco ¿suelto o sujetado?”, a partir de lo vivido en estos días: “Como tantas otras veces, frente a un acontecimiento brutal y violento, vemos surgir la figura de la locura cuando escuchamos que la responsabilidad por lo que ha sucedido es de ‘un loco suelto’, ‘un esquizofrénico’, ‘alguien proclive a decir y hacer cosas insensatas’, ‘alguien que tiene el psiquismo afectado’, tal y como si la locura fuera totalmente ajena a los discursos que circulan en nuestros días y nos atraviesan. Tal y como si la locura fuera algo completamente ajeno a la sociedad que nos habita”.

A partir de eso, se pregunta si acaso alguien no tiene el psiquismo afectado e infectado; dado que la humanidad se encuentra sujeta al cuerpo, los otros y lo que un filósofo francés –Jean Luc Nancy– llama mundo, describiéndolo como una abundancia de significaciones simultáneas y contradictorias que tienen pirateada nuestra existencia desde antes de tener conciencia. “Somos animales cruzados por el lenguaje, por los discursos…, entonces siempre estamos hechos y hablados por otros, por alteridades con las que debemos negociar para existir”, plantea Tejedor.

Fernando Sabag Montiel, de 35 años y de nacionalidad brasileña, es el hombre detenido por intentar asesinar a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Se espera que en las próximas horas se cumplan las pericias psiquiátricas y psicológicas de rigor, por parte de la Justicia. Por otra parte, la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) y el municipio de Quilmes aclararon que Montiel no cuenta con ningún certificado de discapacidad expedido en forma oficial, tras los rumores de que el elemento fuera ubicado en el allanamiento domiciliario.

Otredades

La psicóloga nicoleña explica que “si hablamos de sutilezas, muchas veces aquello ‘otro’ por interrogar y cuestionar provocando fisuras y contradicciones en nuestro ‘yo’, en nuestras representaciones del ser humano, creencias e ideales es vivido como un déficit, como tóxico, como algo amenazante e irruptivo que debe etiquetarse”.

Estas etiquetas a veces se dan de modo instantáneo y hasta compulsivo, con diversos nombres que localicen eso «extraño» que porta el otro, a los fines de mantenernos a resguardo nosotros mismos y desprendernos de la incomodidad causada. Esto genera un “desprendimiento que arrastra una segregación de lo distinto permitiendo levantar el dedo, señalar, estigmatizar, acusar y encerrar despojando a la subjetividad de lo singular. Aquello que rebasa todo estereotipo, norma, regla que abone a una homogenización”, reflexiona Tejedor.

Dentro de los modos sutiles de determinarse en un estado de “normalidad” tolerable, se propicia una búsqueda de causalidades, que para la psicoanalista se presentan “teñidas de la manera en que cada uno quiere confirmar lo que necesita para clausurar sus ideas. Cada uno elige las noticias –falsas o no– con las cuales se identifica a modo de una verdad sin cuestionamientos”. También identifica que en otras oportunidades “el rechazo a la alteridad se presenta de maneras más extremas en los discursos que incitan al odio y la violencia como a eliminación del otro, ya que no se acomoda a mi yo, ideales, pensamientos, representaciones, etcétera”.

Locos todos

La especialista en Psicología propone reflexionar acerca de la percepción de la locura como algo ajeno e improbable en uno mismo o su círculo cercano de relaciones. “¿Qué es la locura sino la invasión a un sujeto de las voces de odio, de la intolerancia, del fascismo, del racismo, etc., que se vuelven contra él mismo y contra otros? ¿Qué es la locura sino el asalto de las voces que rechazan las alteridades?”, plantea, basada en las reflexiones del psicólogo Bruno Bonoris. Y, pasado el hecho que propicia este tópico, reflexiona que “quizás una buena pregunta para continuar pensando giraría alrededor de ¿De qué modos puede lograrse sostener la alteridad como alteridad, respetando aquello que nos hace inconmensurables los unos con y entre los otros a los fines de lograr una convivencia con el conflicto y las contradicciones sin pretensión de eliminación mediante el odio y la violencia?”.

Odio discursivo

La licenciada Cristel Analy Fabris compartió con diario EL NORTE una reflexión acerca de «la cultura del odio», con esta palabra como sinónimo de lo pasional: “Cuando el odio se colectiviza, se vuelve una amenaza social de gran escala. Los sentimientos y pensamientos ya no son privados: las redes sociales se volvieron una plataforma para que el odio crezca desmesuradamente”.

Además, la reconocida psicóloga especificó que frente a los eventos discursivos masificados “existe el riesgo de la pérdida de criterio propio por efecto de ‘contagio’ de la masa”, lo que hace surgir observaciones como «No sé lo que critico, pero igual lo critico». Fabris asegura que “es por esto que observamos con mayor frecuencia situaciones de discriminación y odio. Escasea el debate político, pero el debate en redes es realizado 24/7 y sin reglas: realmente vale todo para ‘argumentar’ las posiciones. Con el anonimato el acoso virtual no tiene límites”. Ante esta realidad, atravesada e intensificada por la universalización que propicia la tecnología, la profesional de la salud mental considera que “la libertad de expresión se ha vuelto un sinónimo de expresión de odio”.