La Cosmeticorexia se trata de un trastorno vinculado al cuidado de la apariencia a través de productos cosméticos y se caracteriza por el rechazo a las imperfecciones. Las conductas detectadas en instituciones escolares están potenciadas por las redes sociales y el consumo. “Los filtros fotográficos distorsionan las caras, pieles y cuerpo de la gente, haciéndonos creer que lo que vemos es real y comienzan las comparaciones con ese objetivo inalcanzable”, asegura la psicóloga Camila Casarino
De la redacción de EL NORTE
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El interés de los adolescentes por seguir tendencias de moda y estereotipos impuestos, ya no solo desde la publicidad sino mayormente desde las redes sociales, generó una nueva conducta preocupante que resulta emergente en las aulas escolares: la cosmeticorexia.
Se trata de un trastorno vinculado a la obsesión por el cuidado de la apariencia, caracterizado por el rechazo a las imperfecciones o rasgos por fuera de un modelo hegemónico y el uso excesivo de productos cosméticos.
Fue la Asociación de Institutos de Enseñanza Privada de Buenos Aires (Aiepba), uno de los organismos que a través de un informe encendió las alarmas sobre el tema, asegurando que la cosmeticorexia “explotó” en el último tiempo entre niñas y adolescentes. “Es una nueva tendencia que nos preocupa y nos alerta para ocuparse en las aulas, detectando la problemática y trabajando fuertemente con alumnos y padres”, indicó el secretario ejecutivo Martín Zurita.
En esta línea, desde la entidad indicaron que “los especialistas admiten que la principal razón que puede derivar en cosmeticorexia está sin duda potenciada en las redes sociales, reels de Instagram y videos de TikTok, aplicaciones que capturan los intereses de niños y adolescentes y que, a su vez, les imponen modelos a seguir y les construyen deseos nuevos, en la lógica del consumo”.
“Están creciendo y son muy influenciados por el ambiente que los rodea. Si su mundo es a través del celular, van a dejarse llevar por las redes sociales que consuman. No tienen la madurez suficiente para entender que no todo lo que vemos en redes es verdad”, sostuvo la licenciada en Psicología y sexóloga clínica (Mat. 15.858) Camila Casarino, en diálogo con EL NORTE.
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“La cantidad de mensajes impartidos por no profesionales influyen en el pensamiento y, por consecuencia, en las conductas de niños y adolescentes que lo consumen”, añadió.
A continuación, puso un especial énfasis en el perjuicio que puede generar la exposición constante a cuentas y aplicaciones que abusan de filtros fotográficos. “Se distorsionan las caras, pieles y cuerpo de la gente, haciéndonos creer que lo que vemos es real y comienzan las comparaciones con ese objetivo inalcanzable”, expuso.
En este sentido, la licenciada señaló las severas consecuencias que esta tendencia puede provocar a largo plazo. “En ciertas ocasiones, puede conducir a la baja de autoestima y valoraciones negativas hacia uno mismo. También trastornos de ansiedad y depresión por la constante comparación con otros cuerpos, dietas y actividades. Se deja de lado lo importante de la vida y se coloca en segundo plano la salud, las amistades, los estudios, entre otras cuestiones”, alertó y agregó que, en efecto, “se pueden generar ambientes conflictivos entre pares por juzgar solo por la belleza del otro, rechazando quizás una invitación por el aspecto estético o envidia por considerar que la otra persona es más bella”.
Retoques estéticos
“El skincare, las uñas postizas, acopio de maquillaje, tratamientos de cabello e incluso inyecciones de ácido hialurónico y colágeno, llegando a cirugías estéticas, empiezan a darse con más frecuencia y de forma más precoz, principalmente entre niñas y adolescentes”, graficó el informe bonaerense.
Más allá de los peligros conductuales y emocionales de esta tendencia, expertos de la salud advierten que muchos menores utilizan productos que están prescriptos para adultos, que pueden derivar en irritaciones, alergias, manchas e incluso quemaduras sobre el área de la piel aplicada.
Cosmeticorexia: responsabilidad adulta
Tanto la entidad escolar como la licenciada Casarino subrayaron la responsabilidad que recae sobre los adultos tomando en consideración la menoría de edad de los implicados.
“Los padres o responsables de los menores deberían estar al tanto de qué consumen sus hijos en las redes, y sobre todo en qué gastan dinero”. Vale recordar que los productos de cuidado de la piel no suelen tener precios económicos, por lo cual “hay un acceso al dinero que es responsabilidad de los mayores”. “Insisto en la importancia de las figuras paternas, que acompañen, hablen y se informen sobre lo que consumen sus hijos. Siempre para informar y educar, no para retar”, sentenció la experta en psicología.
De igual manera, la Aiepba señaló que “los colegios hoy tienen que hacer escuela de padres” para armar equipos y poder cuidar a los chicos entre todos. “Es ardua la tarea que tenemos por delante, para enfrentar problemáticas actuales que ponen en riesgo la salud de nuestros adolescentes”, concluyó.