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sábado, octubre 19, 2024
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Cómo se infantiliza a las mujeres durante la atención obstétrica y el parto

ESTUDIO QUE EJEMPLIFICA EL SEXISMO COMÚN EN VARIOS PAÍSES

En un artículo de The Conversation, Nadia Von Benzon -profesora de Geografía Humana en la Universidad de Lancaster- analizó: “Es probable que el uso generalizado de un lenguaje condescendiente contribuya a crear un entorno en el que las pacientes son cosificadas y su perspectiva descartada o socavada. Esto significa que las pacientes pierden la oportunidad de contribuir a la toma de decisiones, o incluso de dar su consentimiento para las intervenciones, durante el trabajo de parto y el nacimiento”.

De la Redacción de EL NORTE
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El Instituto Nacional para la Salud y la Excelencia Asistencial (NICE por sus siglas en inglés) del Reino Unido actualizó sus directrices sobre la atención durante el parto (e inmediatamente después) para ordenar al personal del Servicio Nacional de Salud (NHS) del Reino Unido que trate a todas las mujeres en trabajo de parto con amabilidad, dignidad y respeto. Una comunicación respetuosa que reconozca a las mujeres como capaces de tomar decisiones durante el embarazo y el parto mejora los resultados de salud física y mental de las pacientes durante y después del parto. Sin embargo, el sexismo cotidiano -particularmente en forma de lenguaje paternalista y condescendiente- y la violencia obstétrica, sigue siendo común en toda la atención obstétrica del Reino Unido y de numerosos países del mundo, entre ellos Argentina.

En un artículo de The Conversation, Nadia Von Benzon -profesora de Geografía Humana en la Universidad de Lancaster- analizó: “Es probable que el uso generalizado de un lenguaje condescendiente contribuya a crear un entorno en el que las pacientes son cosificadas y su perspectiva descartada o socavada. Esto significa que las pacientes pierden la oportunidad de contribuir a la toma de decisiones, o incluso de dar su consentimiento para las intervenciones, durante el trabajo de parto y el nacimiento. En el estudio que exploró las experiencias del parto, muchas participantes contaron historias de intervenciones durante el parto, incluida la cirugía, que se realizaron sin consentimiento o sin un alivio adecuado del dolor. Esto incluyó a una paciente que fue obligada a caminar desnuda desde su sala hasta una ducha, y a otra se le realizó una episiotomía (un corte realizado por un profesional de la salud en el perineo y la pared vaginal para hacer más espacio para que naciera el bebé) sin consentimiento y sin que se le proporcionara un analgésico”.

Los participantes también discutieron experiencias de sus propios puntos de vista o conocimientos sobre lo que estaba sucediendo con sus cuerpos, siendo ignorados.

EL IDIOMA IMPORTA

El lenguaje utilizado sobre y para las mujeres embarazadas es importante porque establece el contexto de la forma en que son tratadas, y el grado en que son valoradas como expertas en lo que está sucediendo con sus propios cuerpos. Términos como “niña tonta” o incluso “niña buena” infantilizan y desempoderan a la paciente, colocándola como indefensa y totalmente dependiente de la intervención experta de los profesionales médicos.

Sin embargo, este lenguaje parece prevalecer. Esto puede deberse a que el lenguaje paternalista puede ser difícil de denunciar.

Testimonios argumentan que una queja formal podría ser perjudicial para sus posibilidades de recibir atención médica experta, y sería poner su ego por delante de la oportunidad de una intervención médica útil. Además, sugieren que en un sistema de salud socializado, era egoísta quejarse, ya que se gastarían escasos recursos en encontrar su atención alternativa y en investigar la queja.

LAS “CHICAS BUENAS” NO SE QUEJAN

Muchos de los participantes del estudio explicaron que les preocupaba ser una molestia si denunciaban el lenguaje o las intervenciones condescendientes o directamente sexistas. Esta preocupación impidió que muchas presentaran una denuncia. Les preocupaba que, en el gran esquema de las cosas, no valiera la pena plantear su experiencia negativa, y hacerlo sería poner demasiado énfasis en su propia experiencia.

“Es poco probable que las malas experiencias se reflejen bien en las quejas hospitalarias. De las muchas participantes en nuestro estudio que habían experimentado sexismo durante su atención obstétrica, ya sea a través de palabras o violencia física, solo una describió haber presentado una queja formal. Nuestros hallazgos sugieren que el alcance de las experiencias de lenguaje sexista, y las prácticas discriminatorias o deficientes más abiertas, pueden estar significativamente subestimadas”, notó Von Benzon.

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