Uno de los anhelos más populares de los vecinos de la ciudad –en materia de entretenimiento– hace foco en la ausencia de una sala de cine comercial. Hubo una época en la que San Nicolás contó con todo el esplendor del séptimo arte; sin embargo, hoy en día la falta de ese espacio recreativo obliga a los cinéfilos a trasladarse a otras ciudades para disfrutar de ese mágico mundo que nos transporta a vivir las mil y una emociones que solo pueden emanar de la pantalla grande.
Judith Coronel
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Una de las grandes dificultades de la industria audiovisual de nuestro país es encontrar pantallas y lugares de proyección de las numerosas producciones que se realizan cada año. En San Nicolás, el panorama se acentúa ya que la ciudad no cuenta con cines comerciales.
Todo aquel vecino que quiera disfrutar de la magia del cine sabe que debe trasladarse a otra ciudad. La opción más cercana –y la más popular– son las salas de Rosario.
Sin embargo, esto no siempre fue así. Hubo una época en que muchas familias y amigos podían disfrutar del séptimo arte cerca de sus casas. Si hacemos un repaso histórico, generaciones de nicoleños tuvieron la oportunidad de gozar de una época dorada de crecimiento económico, social y cultural de la ciudad que trajo consigo grandes propuestas de entretenimiento. Lógicamente una de ellas fue la industria del cine, hubo amplias instalaciones distribuidas en distintos puntos de la ciudad.
Fue así como en primer lugar llegaron los primeros vestigios del mundo audiovisual a San Nicolás: el cine mudo. Según el historiador Gregorio Chervo, a principios del siglo XX –para ser precisos en 1909–, en calle De la Nación 284 había una sala llamada “Los tres chinos”. Por aquellos años, las imágenes que se proyectaban eran en blanco y negro y un pianista acompañaba y musicalizaba el film.
Palace Theatre
Uno de los primeros cines en la ciudad fue el Cine Palace Theatre (y sin dudas uno de los más emblemáticos), ubicado en De la Nación 178, donde funcionara el hotel de Casazza. Fue en el año 1924 que se construyó el edificio para el cine Palace Theatre. Su propietario inicial fue el empresario Vicente Antolín.
El proyecto estuvo a cargo del ingeniero Ariodante Ghisolfi, quien dirigió personalmente la construcción, y el constructor fue Francisco Ferrari. Los trabajos metalúrgicos fueron encomendados a las casas de Suárez y Parodi, y a Juan Vidal e Hijos; los adornos de escultura, a la casa Soldini.
Los asistentes quedaban maravillados al ingresar al imponente edificio. La sala tenía más de 16 metros de ancho y un largo de 36 metros, siendo así una de las más vastas salas de espectáculos públicos del país. El armazón del techo estaba construido por cabriadas de hierro y acero, sostenidas por columnas metálicas de más de nueve metros de alto.
Contaba con 34 palcos bajos, 26 palcos altos, más de 500 butacas de la platea y las gradas tenían capacidad para unos doscientos espectadores. Mientras que el escenario contaba con una boca de nueve metros que se prestaba para cualquier clase de espectáculo. Fue así que pasaron por allí grandes figuras del espectáculo argentino e internacional como Carlos Gardel, Agustín Magaldi (padre), Alberto Vila, Mercedes Simone y Enrique Delfino.
El Águila
El “Cine El Águila” comenzó a funcionar exclusivamente como tal el 15 de abril de 1943, estando a cargo en ese entonces los hermanos José e Ignacio Glaría. El cine cerró sus puertas definitivamente en el año 1987 y fue vendido dos años más tarde.
Estaba ubicado en las calles Mitre y Francia, esquina sur, en pleno corazón del centro de la ciudad. En la actualidad un edificio de departamentos ocupa su lugar y ya no quedan rastros de lo fue una de las salas más populares.
Gran Rex
Uno de los más recordados con nostalgia por los nicoleños es el cine Gran Rex. Ubicado en De la Nación 526 (hoy funciona allí la iglesia “Dios es Amor”), la inauguración fue en el año 1956 y contaba con una capacidad para 1600 personas.
La sala contaba con la última tecnología de la época para la reproducción de obras audiovisuales a color y sonido estereofónico.
Estas salas son recordadas con mucho cariño y permanecen en la memoria colectiva de aquellos que vivieron el esplendor del cine Gran Rex, y que hoy recuerdan con nostalgia aquella época en la que era común concurrir con amigos y familia.
Cine Auditorio
El Teatro San Nicolás –antes conocido como Teatro Municipal Rafael de Aguiar– no solo es una maravilla arquitectónica, sino que también alguna vez contó con un cine en sus instalaciones. Hoy en día en su lugar funciona el Auditorio.
Algunos de los que lo recuerdan con nostalgia son veinteañeros que rememoran haber visto algún largometraje de dibujito animado en la sala que hoy es un escenario para pequeñas obras o actos protocolares.
El último, Multiplex
Hace más de una década que la última sala de proyecciones comerciales cerró sus puertas en San Nicolás. A menos de 200 metros de donde funcionara el Gran Rex, en Alvear 28 se encontraba el que iba a ser el último –hasta el momento– de los cines comerciales en la ciudad. El Cine Multiplex contaba con un hall de entrada con boletería y quiosco con variedad de productos que iban desde los clásicos pochoclos hasta golosinas y dos salas de cine totalmente equipadas.
Este complejo era muy similar a las grandes cadenas de cine que conocemos hoy en día.
Otro clásico, el cine-teatro de La Emilia
La fábrica textil de La Emilia siempre estuvo interesada en promover el bienestar social de sus obreros y con ellos impulsaba todo tipo de actividades sociales y deportivas. Por ese motivo, en la primera década del siglo XX, construyó un club en el cual se organizaban bailes y funciones de cine.
A cargo de la familia Córdova, el cine teatro tenía capacidad para 1500 personas, con palcos para autoridades, calefacción, baños, dos boleterías, recintos para orquesta y cómodos camarines para artistas debajo del escenario. Poseía un enorme escenario y un gran y pesado telón cubría una enorme pantalla cinematográfica. Dos grandes proyectores se instalaron en una cabina especialmente diseñada a tal efecto.
Numerosos artistas pertenecientes –en su momento– al incipiente cine nacional visitaban sus instalaciones. Allí se organizaban bailes de gala con orquestas y había elencos teatrales locales, bailarines y recitadores. Era una sala de renombre que se destacaba en la provincia de Buenos Aires y que tuvo su época de esplendor en la década de 1950.