La vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, se expresó este sábado sobre la negociación con el Fondo Monetario Internacional a través de una carta donde apoyó al presidente de la Nación y apuntó contra la oposición de Juntos por el Cambio.
“Declaraciones como ‘no vamos a decir nada del acuerdo con el FMI hasta que Cristina no opine’ son moneda corriente en portales, programas de TV y redes sociales”, criticó Cristina.
La vicepresidenta se refirió al articulo publicado por La Nación el pasado 20 de noviembre titulado “China y Cristina, las claves para destrabar el acuerdo con el FMI” que dice lo siguiente:
“Tenemos una segunda oportunidad”. La frase se repite casi como un mantra por estas horas entre los colaboradores que responden al presidente Alberto Fernández. No sólo se sienten aliviados con un resultado electoral que fue mejor al que esperaban, sino que por primera vez en mucho tiempo algunos de los ministros del gabinete empiezan a percibir que les aflojaron la correa para poder actuar. No fue Alberto Fernández el que se independizó de su jefa, sino más bien la jefa quien ha decidido momentáneamente dejarlo jugar. La señal no fue sólo tácita. De los resultados que ofrezca el equipo de Fernández en el corto plazo dependerá que la correa no se vuelva a tensar.
Parece difícil. Hay vía libre para buscar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero en el kirchnerismo todavía están muy lejos si quiera de ver los números finos del contrato. “En la tendencia hay acuerdo, pero falta que Cristina le baje el martillo”, admite un ministro, con algo de resignación y preocupación. Ya se descuenta que la Argentina desembolsará el 22 de diciembre los US$1880 millones que le vencen con el Fondo. Con suerte, el acuerdo llegará para marzo, cuando vence una cuota de capital de US$4000 millones, que la Argentina ya no tiene con qué pagar.
Mientras tanto, el BCRA seguirá endureciendo el cepo cambiario para cuidar sus contadas reservas. Ayer, a última hora, estableció que las tarjetas de crédito no podrán financiar en cuotas los consumos de servicios turísticos en el exterior. No son pocos los argentinos que estaban contratando paquetes para irse a Brasil o Estados Unidos en estas vacaciones. Sin cuotas, muchos deberán quedarse en el país. Un banquero con años en el sistema ya anticipa que, de seguir el goteo, no debería sorprender que también restrinjan los consumos con tarjeta en el exterior. El BCRA además limitó ayer la posición de contado que pueden tener los bancos en moneda extranjera, lo que significa que cada dólar que entre a un banco por una operación de comercio exterior deberá venderse inmediatamente en el mercado oficial. Una norma de menor impacto que la de las tarjetas para las personas de a pie, pero en la práctica de amplio impacto en la plaza financiera. Ya no quedan demasiadas ventanas por cerrar en materia cambiaria.
Las negociaciones con el FMI se han acelerado –vendrá una misión técnica a comienzos de diciembre– pero los dos años de procrastinación del ministro Martín Guzmán no son gratis. Guzmán ha perdido credibilidad entre sus interlocutores, y el contar con el favor de la directora gerente, Kristalina Georgieva, dejó de ser un activo. Sus múltiples declaraciones públicas que apuntan a congraciarse constantemente con el ala dura de la coalición oficialista no ayudan. Al igual que la gente de a pie, que exige que el Gobierno le solucione sus problemas diarios –la inflación, la falta de empleo y la inseguridad–, los burócratas del FMI no compran promesas. Las definiciones de la letra chica del acuerdo vienen mucho más lentas de lo que a muchos dentro del Gobierno -sobre todo, a los hombres más cercanos al Alberto Fernández- les gustaría.
Uno de los puntos que por estos días está discutiéndose -vía Zoom, porque hasta el representante argentino ante el FMI, Sergio Chodos, se encuentra en el país- es el financiamiento con el que contará la Argentina el año próximo. La clave pasa por el aporte que podrán hacer los organismos de crédito como el BID y el Banco Mundial. En el Presupuesto 2022, Guzmán contaba con que los multilaterales aporten el año que viene un neto de US$12.500 millones, una cifra por demás ambiciosa. Funcionarios de ambos bancos le manifestaron a Georgieva que para que el financiamiento aumente, el acuerdo con el Fondo debe contar también con el respaldo de la oposición. Lo que en un comienzo fue una idea de Guzmán de someter el acuerdo a votación del Congreso ahora es una exigencia de jugadores clave en Washington. Un costo político para el Gobierno derivado del resultado electoral.