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CASINO DE MONTECARLO, EL ORIGEN DEL ÉXITO DEL PRINCIPADO DE MÓNACO

HISTORIAS DE LA HISTORIA

El Principado de Mónaco, enclavado en la Costa Azul francesa, es la segunda ciudad-estado más pequeña del mundo con una superficie de 2,02 kilómetros cuadrados, únicamente superado por la Ciudad del Vaticano. De las 38.300 personas que viven en Mónaco, alrededor de 12.261 son millonarias. Mónaco también atrae a sus visitantes por sus atractivos turísticos, como el Casino de Montecarlo.

De la redacción de EL NORTE
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El Principado de Mónaco, enclavado en la Costa Azul francesa, es la segunda ciudad-estado más pequeña del mundo con una superficie de 2,02 kilómetros cuadrados, únicamente superado por la Ciudad del Vaticano. De las 38.300 personas que viven en Mónaco, alrededor de 12.261 son millonarias, según el informe The Wealth Report – 2019 publicado por la consultora inmobiliaria Knight Frank.
Una concentración de riqueza que se debe, principalmente, a las ventajas fiscales que
ofrece a sus residentes, como la ausencia total de impuestos sobre la renta. Más allá de la reputación de paraíso fiscal, Mónaco también atrae a sus visitantes por sus atractivos turísticos, como el Casino de Montecarlo, que se ha convertido en uno de los complejos turísticos más prestigiosos y ricos del mundo.

Desesperados
En épocas anteriores, las cosas eran muy diferentes en el Principado de Mónaco. En la primera mitad del siglo XIX, la pequeña ciudad-estado de la costa mediterránea de
Francia se encontraba en una situación económica desesperada. Los persistentes problemas financieros de la Familia Real de Mónaco, la familia Grimaldi, se agudizaro especialmente después de la pérdida de ingresos fiscales de dos ciudades separatistas, Menton y Roquebrune.

El casino
La princesa Carolina había visitado unos años antes la ciudad balneario de Bad Homburg, un territorio pequeño e independiente en lo que hoy es Alemania. Con la cooperación del gobernante, Landgrave Philipp, el empresario francés François Blanc y su hermano gemelo Louis habían establecido el Spielbank Bad Homburg, un casino que convirtió la pequeña ciudad en un lugar reconocido a nivel internacional. Por este motivo, preocupada por el futuro de Mónaco, la princesa Carolina ideó un plan para atraer visitantes y conseguir dinero a través de la construcción de un establecimiento de juego. La idea de la esposa de Florestán I de Mónaco era que los ingresos de la nueva empresa salvaran a la ciudad-estado y la familia Grimaldi de la bancarrota.

En el año 1854, Carlos III, hijo de Carolina y futuro Príncipe de Mónaco, reclutó a un equipo de expertos para diseñar un plan de desarrollo y trazar la hoja de ruta para
conseguir los cuatro millones de francos necesarios para la construcción del casino y
un spa para el tratamiento de diversas enfermedades. En un primer momento, el
establecimiento de juego se estableció en una mansión, pero la pésima gestión y
promoción por parte de Carlos III convirtieron el proyecto en un fracaso absoluto. Tras construir varias versiones de casinos, que fallaron debido a la incompetencia del príncipe reinante, el establecimiento de juego terminó en la zona denominada Les Spélugues (Las Cuevas), un lugar con vistas al Puerto Hércules.

El éxito del Casino de Montecarlo
Blanc fundó una empresa llamada Société des bains de mer et du cercle des étrangers
de Mónaco (Conocida como SBM), que ahora es una compañía pública que gestiona el Casino de Montecarlo, hoteles, restaurantes y otros lugares importantes de la pequeña ciudad-estado.

El empresario francés contrató a Charles Garnier, el arquitecto de la Ópera de París, para diseñar las salas de juego y construir una ópera adjunta al casino. Para llevar a cabo la
construcción del establecimiento de juego, Carlos III vendió las áreas de las localidades actuales de Menton y Roquebrune a Francia a cambio de cuatro millones de francos y la promesa de que el país galo construiría una carretera y una línea de ferrocarril de Niza a Mónaco.



El Casino de Montecarlo abrió sus puertas al público en 1863. La idea de la princesa Carolina funcionó, y el establecimiento de juego recibió un gran flujo de visitantes, principalmente de la aristocracia, ya que las casas de juego habían sido prohibidas en
Francia. Una década después, el casino estaba contribuyendo con cantidades tan grandes de dinero a la economía de Mónaco que el príncipe abolió el impuesto sobre la renta para los residentes de la pequeña ciudad-estado.
Desde entonces, el Casino de Montecarlo se convirtió en uno de los más prestigiosos e importantes del mundo, atrayendo a su exclusiva cliente con una oferta de juego completa, donde no faltaban las slots, la ruleta, el blackjack o el póker.

Desde sus orígenes, el Casino de Montecarlo se ha dedicado al Arte del Juego, otorgándole un carácter de nobleza. La reina Victoria, Napoleón Bonaparte, Alexandre Dumas, Julio Verne, Winston Churchill o Liane de Pougy son algunos de los personajes más ilustres que han disfrutado del juego en las salas del establecimiento monegasco. Un casino que sigue siendo uno de los más lujosos y exclusivos del mundo. Un lugar emblemático que acoge a los aficionados a los juegos de azar de forma amable, aunque los ciudadanos de Mónaco tienen prohibida la entrada.