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viernes, octubre 18, 2024
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BRECHA DE GÉNERO: POR CADA 100 ESTUDIANTES DE PROGRAMACIÓN SOLO HAY UNA MUJER

Los datos surgen de la investigación “Una carrera desigual: la brecha de género en el sistema universitario de Argentina”, elaborada por la organización Chicas en Tecnología, con apoyo de NCR Foundation. Las cifras oficiales indican que solamente hay un 23% de mujeres en ámbitos laborales tecnológicos.

De la Redacción de EL NORTE
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El número de mujeres inscriptas en el sistema universitario argentino creció 42% de 2011 a 2019, pero hay carreras muy demandadas a nivel laboral que no son las más elegidas o donde aún existe brecha de género, tal es el caso de Programación.

Los estudios universitarios en el país están en expansión, con un incremento del 20% en la última década. El 80% de las y los estudiantes están en una universidad pública, y en conjunto con las instituciones privadas las mujeres son mayoría. Pero las carreras en STEM (acrónico en inglés para las áreas de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) están creciendo a menor ritmo y se redujo la participación en programación, lo que llevó a las mujeres a una de cada cien estudiantes.

El sistema universitario argentino pasó de contar con 1,9 millones de estudiantes de grado, pregrado y posgrado en 2011, a 2,3 millones en 2019. Un incremento del 20% en ocho años que representa una tasa de crecimiento anual de 2,3%

El número de mujeres inscriptas en la universidad creció 42% en el período analizado, mientras que para los varones ese aumento fue de 29%. La cantidad de inscripciones es un indicador que refleja cambios de tendencia más rápido que la cantidad de estudiantes, porque no acumula rezagos de ingresantes de años anteriores. Por lo tanto, permite ver en forma más marcada la participación creciente de las mujeres en la universidad. Pero hay una brecha en el campo de STEM y la programación.

Una carrera desigual

Estos datos surgen de la investigación “Una carrera desigual: la brecha de género en el sistema universitario de Argentina”, elaborada por la organización Chicas en Tecnología, con apoyo de NCR Foundation, que se presentó en la Ciudad de Buenos Aires en una conferencia.

Frente al rol cada vez más transversal de la tecnología en los ámbitos productivos, de conocimiento e interacción social, las habilidades en disciplinas STEM se convierten en requerimientos necesarios para ser protagonistas en los procesos de innovación y transformación. Por lo cual es fundamental contar con datos.
Chicas en Tecnología es una organización de la sociedad civil sin fines de lucro que tiene como propósito reducir la brecha de género en tecnología en Argentina y en América Latina.

La investigación

Para el análisis, se clasificaron 7785 títulos universitarios de todo el país, provistos por el Ministerio de Educación de la Nación y la categorización se realizó sobre la base de las definiciones que establece la Clasificación Internacional Normalizada de la Educación (CINE), lo que permite comparar las estadísticas educativas a nivel internacional.
En un segundo paso, se elaboró una clasificación propia de todas las carreras de programación del sistema universitario argentino. El análisis tomó el período de años 2011-2019, y el género binario: mujeres-varones.

“La investigación tiene muchos datos y fue interesante poder complementar el análisis típico que se hace cuando se miden brechas de género –que es decir al interior de determinadas carreras como las de STEM cuántas mujeres hay– con tratar de medir la relevancia que tienen esas carreras para los estudiantes universitarios”, explicó Megan Ballesty, autora del estudio junto con Milagros Giménez.

“Más allá de cuántos varones o mujeres haya al interior de estas disciplinas, “nos preguntamos ¿son importantes en la Argentina?, ¿cuántas personas las eligen? Haciendo esa segunda pregunta complementaria nos dimos cuenta de que, por ejemplo, de cada 100 estudiantes mujeres solo una cursa una carrera de programación. Y eso cuando lo contextualizás o lo comparás con los varones es 8 de cada 100. Entonces la diferencia ahí es muy grande, más allá de la brecha de género que se genera al interior del sector”, sostuvo.

Evolución histórica

En Argentina, las universidades privadas representan cerca de la mitad de todas las universidades e institutos universitarios existentes. Aun así, el 80% de los y las alumnas estudian en una universidad pública.

Las carreras en STEM crecieron a un ritmo moderado: entre 2011 y 2019, la cantidad de estudiantes en ese tipo de carreras se incrementó de 406.000 a 454.000, es decir, un 12% o un 1,4% por año. Si bien es un dato positivo, no alcanza a equiparar el 20% que creció el estudiantado de todas las carreras.

Esto sucede a pesar de que muchas carreras en STEM son de las más demandadas y mejor remuneradas en el mercado laboral. Dentro de las carreras STEM, las mujeres representan solamente el 34% del total de estudiantes, mientras que los varones el 66%. Según los datos analizados, 12 de cada 100 mujeres universitarias estudian una disciplina STEM y 31 de cada 100 varones lo hace.

Si bien en ese campo las mujeres son minoría, se egresan más: lo hacen el 27% de las mujeres que se inscriben, en comparación con el 22% en el caso de los varones.

La evolución histórica de los indicadores muestra el crecimiento de la brecha de género en carreras de programación. La proporción de mujeres pasó del 19% en 2011 al 17% en 2019.

Agenda a corto y largo plazo

Ballesty destacó que con la investigación se avanzó en tener un estado de situación actual, que se puede comparar con lo sucedido años atrás y también extender en el futuro para ver su evolución.

Si bien es un informe muy completo, tiene preguntas pendientes. “No indagamos sobre los porqués de la brecha. Dentro de todas las causas que sabemos y explican esas desigualdades de género al interior de estas carreras, necesitamos entender un poco más cuáles son las más importantes, cuáles se pueden atacar con intervenciones más inmediatas”, consideró Ballesty.

Entre esas citó las acciones de llegar a las chicas jóvenes que hoy por hoy están tomando esas decisiones y apoyarlas con información, a romper estereotipos, a abrirles las puertas a que conozcan a otras mujeres que puedan actuar como modelo de roles para ellas.
“Pero después hay toda otra agenda más a largo plazo que requiere un trabajo mucho más en conjunto con la sociedad, sesgos y estereotipos que tenemos muy incorporados en nuestra forma de pensar y hacer”, concluyó.

TESTIMONIO LOCAL

Diferencia cuantitativa y en el trato

“En los cursillos de primer año, éramos más de 100 estudiantes y solo unas seis chicas. Luego fueron dejando la carrera en general y hoy quedamos dos mujeres. Además de en el número, se notaba mucho la diferencia en el trato de los profesores. En vez de decir, por ejemplo, ¿entendieron? o ¿alguien tiene alguna duda?, de modo general, preguntaban: ‘¿Chicas, entendieron?, ¿nos siguen?’, subestimándonos especialmente. Todas nos dimos cuenta, lo compartimos. A veces ese tipo de trato también se siente de parte de compañeros varones, desde el prejuicio o el estereotipo”, contó Sofía, estudiante de Análisis de Sistemas en San Nicolás, a EL NORTE.

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