Luego de la postura que tomó el Ejecutivo nacional respecto a los resultados electorales venezolanos, Maduro le dio 72 horas a los miembros de la embajada argentina para retirarse. “Pensaba que podía pasar lo peor”, aseguran.
Tras varias escalas y 36 horas de viaje, durante la madrugada de este sábado llegaron a territorio nacional los diplomáticos argentinos que Nicolás Maduro echó de Venezuela. En total son 14 personas las que debieron retornar de manera forzosa.
La decisión por parte del mandatario venezolano surge a raíz de la postura que tomó Casa Rosada frente a los resultados electorales. Sucede que, Argentina mantiene sus dudas respecto a la victoria de Maduro en los comicios. Al punto de que Diana Mondino, ministra de Relaciones Exteriores, reconociera como Presidente electo al opositor Edmundo González.
En consecuencia, arribaron hoy al aeropuerto internacional de Ezeiza: Andrés Mangiarotti, encargado de Negocios, la jefa de la sección comercial, Bárbara van der Nest Aubert y el jefe de la sección consular, Tomás Gibson, María Silva De Andrés, Ezequiel y David Fournier, Natasha Loizou, Horacio, Leonardo y Fedra Muzzi, y Andrés y Triana van der Nest Aubert Casas. En otro avión, se embarcaron Santiago Valle y Norberto Fernández. Catorce personas que cumplían funciones diplomáticas y consulares que fueron expulsadas por la dictadura venezolana.
“Había controles policiales en la residencia. Fueron días bastante tensos. Los últimos días dormimos tres horas porque había que abandonar el país. Eran casas que había que cerrar, chicos que había que sacarlos de los colegios, autos y cosas que vender”, contó Mangiarotti en diálogo con Infobae.
“Ellos (las personas vinculadas al régimen de Maduro) creían que corrían riesgo. Había presencia policial de noche, que estaban en autos con personal que bajaban encapuchados y con armas. Cualquier movimiento que veían ellos sentían temor”, aseveró el encargado de Negocios. Luego contó el momento más dramático que vivieron: “La noche del lunes para martes vinieron móviles policiales, con gente encapuchada y se pensaba que podía pasar lo peor, sobre todo los asilados, que están en esa condición porque temen por sus vidas”, subrayó Mangiarotti.