El 1 de marzo en la apertura de sesiones del Congreso fue la última vez que el Presidente y la Vicepresidenta se habían mostrado juntos. Más allá de la interna hoy compartirán el acto por el centenario de YPF y se verán cara a cara.
El Presidente y la Vicepresidenta de la Nación volverán a verse cara a cara y eso, en la Argentina, es noticia. Luego de tres meses sin hablarse ni mostrarse juntos, Alberto Fernández y Cristina Kirchner compartirán este viernes el acto por el centenario de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Fueron 90 días sin contacto, sí, pero plagado de mensajes cruzados.
El reencuentro se produce en medio de una delicada tregua. Los sectores que responden a la Vicepresidenta aligeraron en el último par de semanas los embates contra el Presidente y sus ministros, aunque no desaparecieron.
Alberto Fernández, en tanto, concentró su discurso público en cargar contra la Justicia, criticar a Mauricio Macri y tratar de instalar el regreso del macrismo al Gobierno como el gran peligro de un quiebre del Frente de Todos.
Se esperaba que tanto el Presidente como la Vicepresidenta den un discurso, pero no hubo hasta este jueves por la noche una confirmación oficial. De hecho, Alberto Fernández esperó hasta último momento para confirmar su presencia, luego de que Cristina Kirchner confirmara la suya.
Podría haber, además, “foto de unidad”, con ministros y gobernadores. Entre ellos estará el bonaerense Axel Kicillof, quien en 2012 era el ministro de Economía cuando el Gobierno cristinista decidió expropiar YPF.
Los tres meses en los que Cristina Kirchner y Alberto Fernández no hablaron
El periodo entre (re)encuentro y (re)encuentro ya parece configurar un patrón: la última vez que Alberto Fernández y Cristina Kirchner se mostraron juntos fue hace tres meses, el 1° de marzo pasado, en la apertura del período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional. Antes, también habían pasado casi 3 meses desde el último acto juntos, el 10 de diciembre del 2021.
La relación entre el Presidente y su Vice ya había quedado profundamente herida tras la derrota electoral de septiembre y noviembre, y los cambios de Gabinete forzados por el kirchnerismo duro. Pero la fractura llegó en marzo: dos días después de la apertura de sesiones, el Gobierno cerró el acuerdo con el staff del FMI y, en el mismo mes, el Congreso aprobó el entendimiento. El cristinismo no acompañó en el Senado y Máximo Kirchner ya había renunciado a la presidencia del bloque del FdT en Diputados.
Comenzó, a partir de allí, una “guerra de desgaste”. Y el principal blanco de la ofensiva kirchnerista fue, además del propio Presidente, el ministro de Economía, Martín Guzmán. Los principales voceros del enojo cristinista salieron de La Cámpora: el propio Máximo Kirchner y el ministro de Desarrollo bonaerense, Andrés “Cuervo” Larroque.
Larroque inició un raid mediático: a fines de marzo le recordó a Alberto Fernández que “fue jefe de campaña de un espacio que sacó cuatro puntos en la Provincia” y que fue el kirchnerismo el que fundó el Frente de Todos; en abril le recordó a Martín Guzmán que no lo había votado nadie y que “nadie lo conocía” en el 2019; en mayo, finalmente, dijo que “el Gobierno es nuestro” y que el Presidente no se lo iba a llevar “a la mesita de luz”. Máximo Kirchner se plantó como titular del PJ bonaerense y encaró la ofensiva desde allí.
En el medio, Alberto Fernández y Cristina Kirchner evitaron compartir todo acto oficial, conmemorativo o celebratorio: el 24 de marzo, La Cámpora le dio al Presidente una contundente muestra de fuerza en la calle; el 2 de abril, la Vicepresidenta encabezó su propio acto por Malvinas en el Congreso; el 1 de mayo, por el día del trabajador, los movimientos sociales “albertistas” celebraron por su lado, y Máximo Kirchner encabezó su propio festejo con el PJ bonaerense. El 25 de mayo, Fernández asistió solo al tedeum y luego se mostró con el Movimiento Evita.
Tanto de un lado como del otro señalaron que en los últimos meses no hubo conversación ni siquiera en privado entre el Presidente y Vice. La propia vocera presidencial, Gabriela Cerruti, informó que Alberto Fernández había intentado comunicarse con Cristina Kirchner, pero no obtuvo respuestas, tras los ataques con piedras contra el Congreso.
Pese a la falta de contacto, no faltaron los mensajes: en su acto por Malvinas, la Vicepresidenta contó cuál fue el regalo que le había enviado al Presidente por su cumpleaños: el último libro de Juan Carlos Torre, “Diario de una temporada en el quinto piso”, que relata los años del gobierno de Raúl Alfonsín desde el Ministerio de Economía, la “trastienda de las negociaciones con el FMI y funcionarios de los Estados Unidos; con la CGT; los empresarios y la oposición peronista; en el marco de una transición a la democracia asediada por fuertes presiones hiperinflacionarias”. Reminiscencias con la actualidad.
También le envió, días más tarde, un seco saludo a través de Twitter por el nacimiento de su hijo.
El momento más crítico para la relación entre Cristina Kirchner y Alberto Fernández llegó en mayo. La última aparición pública de la Vicepresidenta fue en Chaco, a principios del mes pasado. Allí, lanzó una catarata de críticas a la gestión económica, sugirió que el Presidente no tiene ningún poder y aseguró que había defraudado a sus votantes.
Tres días más tarde, Alberto Fernández comenzó una gira europea que quedó totalmente tomada por la interna oficialista. En numerosas entrevistas, aseguró que la Vicepresidenta tenía una “mirada parcial” y que es un la “líder de un espacio importante”, pero quien toma las decisiones en el Gobierno es él.
Sin embargo, en su viaje por Europa, el Presidente también empezó a configurar su “nuevo” discurso: “Cristina no es mi enemiga, mi enemigo es Mauricio Macri”, dijo. Desde entonces, el mandatario y sus principales ministros se dedicaron a subir al expresidente al ring, en un intento por contener la interna oficialista.
“Cuando nos dividimos, Macri fue Presidente”, dijo Alberto Fernández también en Chaco, el fin de semana pasada. Este martes, el Presidente criticó a la Justicia y tildó de “ladrón de guante blanco” al exmandatario y referente de Juntos por el Cambio, en un discurso que también dejó elogios concretos para Cristina Kirchner.