Considerado “el Robinson Crusoe italiano”, vivió más de tres décadas solo en una isla del mediterráneo. Cuidó la playa durante 32 años. Era responsable de la preservación de la isla, de mantener sus caminos, recibir a los barcos y evitar que los turistas se bañaran en la playa.
De la redacción de EL NORTE
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Mauro Morandi, considerado el hombre más solitario del mundo, murió a los 85 años. Lo llamaban “el Robinson Crusoe italiano”, vivió más de tres décadas solo en una isla del Mediterráneo.
Fuentes locales indicaron que el octogenario falleció el pasado 3 de enero en la ciudad de Módena, aunque su apellido cobró preponderancia cuando se supo que, desde 1989, era el único habitante de Budelli, una isla del archipiélago de La Maddalena, y por esta particular situación su vida inspiró libros, documentales y todo tipo de artículos.
Según el medio italiano Corriere della sera, su salud empeoró en los últimos meses producto de una caída que le provocó una fractura en la vértebra cervical. Además, en una de sus últimas publicaciones informó que se encontraba hospitalizado en una clínica de Reggio Emilia.
Su llegada a la isla se produjo cuando el anterior guardián decidió jubilarse. Morandi, que en ese entonces solo era un simple profesor de Educación Física, se encontraba en medio de una parada técnica camino a la Polinesia cuando se enteró de la noticia.
Ante esta situación, decidió abortar sus planes y vendió su embarcación para vivir en su nueva casa de arena rosa. Cuidó la playa durante 32 años. Era responsable de la preservación de la isla, de mantener sus caminos, recibir a los barcos y evitar que los turistas se bañaran en la playa.
Residió de forma solitaria en un refugio de la Segunda Guerra Mundial, utilizaba un sistema de electricidad solar casero, en los últimos años había conseguido instalar Internet y, durante el invierno, recogía leña para calentarse y en sus momentos de ocio leía y descansaba.
Lo quisieron echar
El italiano llevaba tiempo viviendo en el sector urbanístico de La Maddalena y en 2018, las autoridades de La Maddalena le habían avisado que ya no habría más lugar para él en Budelli porque planeaban convertir la isla en un centro de educación ambiental.
En consecuencia, Morandi se ofreció como cuidador contratado, pero no pudieron emplearlo porque superaba la edad permitida de 81 años.
El guardián del Mediterráneo fue desalojado de su isla en 2021, aunque su legado continúa intacto. La isla está tal cual la dejó y sus casi 70.000 seguidores de Instagram todavía pueden apreciar sus impactantes fotos que muestran la belleza de su paraíso.
En los últimos meses, su salud se deterioró tras sufrir una caída que le causó una fractura en la vértebra cervical, complicada por una diabetes que padecía desde hace años. Tras su fallecimiento, sus seguidores en redes sociales le rindieron emotivos homenajes. “Permanecerás en nuestros corazones, con tu mirada seguirás garantizando al agua de la isla el color de tus ojos”, escribió uno de ellos.
Los turistas que hoy visitan Budelli ya no se encontrarán con la figura solitaria que había elegido la isla en su huida del consumismo, la política y la sociedad moderna. Pero la playa rosa que protegió con tanto celo sigue intacta, como él la preservó durante más de 30 años.