Hoy se cumple un nuevo aniversario del día en que el grupo AES desembarcó en nuestro país, cuando adquirió Central Térmica San Nicolás. Desde entonces la empresa no ha parado de crecer, a pesar de las sucesivas crisis que han afectado al sector energético y a nuestro país.
Transcurría 1996. Habían pasado apenas tres años desde la llegada de AES a la Argentina, y el grupo estadounidense comenzó a diseñar el proyecto AES PARANA, que con sus 845 Megavatios de generación convertiría a San Nicolás en uno de los principales y más modernos polos energéticos del país.
En este marco, el 12 de julio de 1996 AES PARANA Sociedad Anónima pesentó la solicitud para su reconocimiento como Agente del Mercado Eléctrico Mayorista, conforme lo establecía la normativa vigente desde 1992.
El proyecto
El proyecto AES Paraná tuvo como objetivo construir una planta de generación de energía eléctrica (ciclo combinado) de 845 megavatios; un gasoducto para suministrar gas desde el gasoducto troncal del transporte; y una línea de alta tensión de 500 KV para conectar la planta al sistema interconectado nacional. Las ventajas de este tipo de centrales respecto a las convencionales, radican por ejemplo en el cuidado del medio ambiente, ya que se consigue un mejor aprovechamiento del combustible, pues se utiliza no sólo la energía mecánica que se obtiene con la combustión del combustible de las turbinas, sino que además se aprovecha el calor residual (vapor), elevando así el rendimiento. Otra de las ventajas es el tipo de combustible, ya que al utilizar gas natural la combustión es limpia (no hay residuos sólidos particulados); los principales efluente son vapor de agua y CO2, ambos compatibles con la naturaleza.
El contrato para el diseño, provisión y montaje de la planta, fue adjudicado a un consorcio formado por Mitsubishi Corporation y Nichimen Corporation. En tanto, los contratos para la línea de transmisión y el gasoducto fueron adjudicados a dos importantes compañías argentinas: Transener S.A. y Víctor Contreras S.A., respectivamente.
La planta AES Paraná consta de dos turbinas de gas (TGs) Mitsubishi modelo 701F, teniendo el gas natural como principal combustible (pueden consumir unos 3,6 millones de metros cúbicos de gas por día). Estas turbinas pueden generar aproximadamente 526 Megavatios de electricidad, y pueden utilizar alternativamente al gasoil como combustible. Cabe señalar que AES Paraná sería en ese momento la tercera instalación comercial en el mundo en contar con esta tecnología de avanzada.
Los gases calientes producidos por los turbogas pasan a través de dos calderas de recuperación (HRSGs), donde parte de la energía térmica es utilizada para generar vapor. Para incrementar la cantidad de vapor generado, cada caldera de recuperación está equipada con quemadores en el ducto de gases de entrada. El vapor generado por estas calderas es enviado entonces a una turbina de vapor (TV) que generará otros 319 megavatios. Los equipos auxiliares de la planta consumirán aproximadamente 19 megavatios, dejando la salida neta de energía en 826 Megavatios.
Manos a la obra
Al día siguiente de la presentación en sociedad, el 6 de octubre de 1999 se realizaba el acto oficial de comienzo de obra. La ceremonia tuvo lugar en horas del mediodía, en el predio donde se construiría la planta en San Nicolás, detrás de la “vieja” Central Térmica. Se preveía un plazo de ejecución de dos años (cumplido luego casi a rajatablas), empleando a un promedio de 700 trabajadores (aunque con picos de 1.600).
Con precisión japonesa, dos años después la empresa constructora Mitsubishi finalizaba la obra y dejaba la central AES Paraná lista para operar. Así, el 15 de noviembre del año 2001 la central entraba en servicio. Pero lo que debía festejarse como un gran acontecimiento, pasó casi desapercibido por varios factores.
En primer lugar, apenas habían pasado un par de meses desde el atentado contra las Torres Gemelas en Nueva York, Estados Unidos. Y como AES es estadounidense, no había clima de festejo. Además, la Argentina estaba sumida en una tremenda crisis socio-económica, con corralito incluido. Todo esto generaba más incertidumbres que certezas, y se decidió no realizar ningún acto oficial de inauguración. Simplemente AES Paraná comenzó a operar en el sistema energético argentino.