La oposición está atravesando un momento de dispersión y discusión interna que puede traducirse en la fractura del espacio. El tiempo que llevan como frente electoral no los fortaleció y se profundizaron las diferencias que se ocultaban cuando eran oficialismo.
“Estamos mucho más lejos que cuando conformamos Cambiemos… Tantos años juntos, las miradas sobre un Gobierno que hegemonizó Mauricio (Macri) pero en el que participamos todos con más o menos preponderancia hace que cada cuestión que se analice ahora también lo agrave nuestra expectativa de poder futuro”
Hoy la grieta trascendió la esfera kirchnerista – antikirchnerista sino que los dos espacios políticos frentistas más importantes no logran digerir las diferencias que prometieron pulir con tal de satisfacer a su electorado. El reclamo de “júntense” que reciben los dirigentes de ambos espacios está a punto de no poder seguir implementándose.
Para la oposición es todo mucho más complicado. A diferencia del peronismo, donde el kirchnerismo es una variante exitosa pero negligente del partido creado por Juan Domingo Perón, los radicales son como la Iglesia, a los que los cambios les cuesta años implementarlos y sus socios los conocen porque ya han pasado por ahí, como Elisa Carrió, Margarita Stolbizer y Ricardo López Murphy, entre otros. Y no les creen nada…
Mientras que el PRO es un partido armado por la suma de las partes inorgánicas de peronistas, radicales y liberales. No hay que olvidar que Macri fue siempre tentado por Carlos Menem, con quien frecuentaba y casi se mete en política y fue su ministro de Economía estrella, Domingo Cavallo, su primer aliado. Y Horacio Rodríguez Larreta participó activamente de la gestión del peronismo de finales de la década del ’90 en el IPS bonaerense, fue activo militante de Ramón Palito Ortega y siempre tuvo una buena relación con el peronismo porteño.
Entonces, no hay ni uniformidad conceptual, ideológica o un pasado en común. Y eso se nota mucho cuando no los unifica ser oficialismo. Las ramas que subyacen dentro del mega espacio cambiemita empiezan a provocar preocupación en un electorado que durante mucho tiempo, desde 2013, cuando Sergio Massa estuvo ahí como capitán pero luego se fue, que los había elegido para resolver los dislates económicos generados por Guillermo Moreno y el kirchnerismo, frenar el latrocinio plagado de secretarios privados y nuevos ricos y que no querían que las libertades públicas se vean afectadas con avances contra la opinión pública y la Justicia.
Hace diez días que fue publicada la filmación en donde se ve una mesa en la que se fija una estrategia para encarcelar a Juan Manuel “El Pata” Medina. En este lapso de tiempo, el único que habló, módicamente, fue Marcelo Villegas, el autor de la frase “Gestapo paralela” y luego los empresarios se manifestaron con un documento. Nada más. Recién ayer apareció María Eugenia Vidal dando su punto de vista y el PRO emitió un comunicado… Sin firma!!!
En tanto la mesa nacional del espacio discutió casi dos horas por palabras y dichos de cada uno de sus integrantes. Es que deben enfrascarse en estas nimiedades porque las partes en pugna tienen tanta razón que cuesta, para los involucrados, darse cuenta del error.
El mayor culpable del acuerdo con el FMI fue Mauricio Macri, quien nunca quiso compartir los costos o beneficios de esta decisión, no inició un camino de consulta previa y sólo le avisó a sus socios radicales y coalicionistas pocas horas antes de hacer público el anuncio oficial. Fue casi una decisión unipersonal. ¿La única posible? Nadie puede decir que sí o no de manera taxativa. Los radicales, siempre culposos con los organismos internacionales, no pierden oportunidad para remarcar esta situación.
Y es su nueva autoridad partidaria, Gerardo Morales, que también quiere ser candidato presidencial en 2023, el que aprovecha cada oportunidad para ratificar su independencia con sus aliados del PRO y en particular con Macri, a quien muchos le dicen que debe volver a presentarse pero las muestras y encuestas analizadas demuestran que tanto él como su contraparte oficial, Cristina Fernández de Kirchner, sólo conseguirían obtener los votos que tuvo Carlos Menem en 2003, que ganó pero luego no pudo presentarse a un ballotage.
La discusión en la oposición se profundizará entre los que defienden a ultranza el despegarse todo lo posible del Gobierno kirchnerista y quienes, producto de sus necesidades presupuestarias, o presumiendo que si renuncia el presidente Alberto Fernández asume la vice, piensan que el mal menor es estar cerca de acuerdos políticos macro.
“Los moderados quedamos aislados. Somos considerados, escuchados, pero somos como los funcionarios burocráticos que dan una mala noticia y todos prefieren obviar. En medio de una discusión, los halcones se llevan todas las miradas y la requisitoria periodística”, le confesó uno de los que más talla por encontrar una lógica que agrupe a todos los miembros del frente opositor y que se conforme un espacio, hoy inexistente, para encontrar un punto en común desde el cual volver a construir confianza.
También surgió una clara preocupación por la pérdida de “frescura y novedad. Ya somos parte del sistema que sufrimos la huida de un electorado que nos era propio a través de Javier Milei y José Luis Espert. Pero los radicales no se dan cuenta, creen que son liberales y que nunca estuvieron acá”, se queja un miembro destacado del PRO.
Rodríguez Larreta sigue haciendo equilibrio en todos y cada uno de los temas que atraviesan la discusión política. Lo hizo en silencio pero con apoyos directos a los intendentes de su partido que pretendían tener la posibilidad de volver a presentarse. Su postura fue recibirlos, sacarse alguna foto, dejar hacer a los legisladores que fueron contra la ley que armó Massa pero apoyó su aliada María Eugenia Vidal y luego hacer como si nada hubiera pasado.
Sin embargo, ante la convocatoria del Gobierno nacional por un acuerdo previo para mostrar al FMI, directamente dijo que no y eso lo hizo nuevamente alejarse de Morales, con quienes compiten para el 2023, aunque el candidato radical con mas chances sigue siendo Facundo Manes.
También hace una y una en cuanto a su relación con el radicalismo. En los últimos días decidió darle un poco más de vuelo a la corriente que conduce Daniel Angelici y le permitió colocar a Carlos “Chapa” Retegui como secretario de Deportes porteño, lugar que estaba predestinado para Juan Nosiglia, el hijo del “Coti”.