En un contexto de crisis para la industria metalúrgica, “las plantas de Bonelli y Fenicsa en San Nicolás operan sin suspensiones”, en contraste con lo que ocurre en Acindar, en Villa Constitución. Mientras el sector finaliza el año sin acuerdo salarial, la continuidad de las operaciones en San Nicolás representa un alivio temporal, aunque la incertidumbre persiste de cara a 2025.
De la Redacción de EL NORTE
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Mientras la planta de Acindar en Villa Constitución (Santa Fe) atraviesa un escenario crítico con suspensiones masivas y adelantos de vacaciones que afectan a más de 700 trabajadores, las dos plantas de San Nicolás, Bonelli y Fenicsa, mantienen su operatividad sin interrupciones. Así lo confirmó Fabián Gigli, secretario de prensa de UOM San Nicolás, quien aseguró a EL NORTE que ambas fábricas trabajan normalmente, brindando un respiro al panorama laboral de la región. “Las dos plantas operan sin suspensiones”, afirmó.
En tanto, a nivel nacional, el panorama de la rama siderúrgica es desalentador. La Unión Obrera Metalúrgica (UOM) finalizará 2024 sin acuerdo salarial, lo que significa que los trabajadores continuarán bajo el esquema actual, con un valor por hora para un operario de mantenimiento fijado en $2640,93 y un salario básico para un técnico de primera de $597.612,31.
El jueves pasado, durante una nueva audiencia virtual entre el sindicato y la Cámara Argentina del Acero, ambas partes se mostraron inflexibles. Los trabajadores reclamaron una recomposición cuatrimestral del 14% para el período julio-octubre, con carácter retroactivo y cláusula de revisión, argumentando la necesidad de equiparar los aumentos con los índices inflacionarios. La cámara, en tanto, insistió en ofrecer un 2% mensual, argumentando que la crisis del sector impide mayores incrementos debido a la caída de la producción y la abundancia de despidos y suspensiones.
Ante la falta de consenso, la Secretaría de Trabajo dictó un cuarto intermedio hasta el 9 de enero de 2025, aunque desde la UOM indicaron que no están obligados a asistir a la próxima reunión. Además, no descartaron la posibilidad de medidas de fuerza, en línea con lo que sucede en la rama metalmecánica, otro sector en conflicto que aún tiene una posibilidad de acuerdo antes de fin de año, con negociaciones programadas para el 26 de diciembre.
Al mismo tiempo, en Villa Constitución, el conflicto en Acindar continúa escalando. Las suspensiones y paradas técnicas afectan tanto a operarios directos como a contratistas, lo que representa un impacto significativo para la economía local. Según Pablo González, secretario general de UOM Villa Constitución, “es el peor año en la historia de la planta”, con una caída de la producción que se redujo a la mitad respecto al año anterior.
Incertidumbre
En este contexto, la continuidad de las operaciones en las plantas de San Nicolás es una noticia alentadora para el entramado industrial de la ciudad. Las plantas de Bonelli y Fenicsa, si bien forman parte de un sector golpeado a nivel nacional, no han reportado suspensiones, un dato que refuerza la estabilidad laboral local, al menos por ahora.
Sin embargo, las dificultades para alcanzar acuerdos salariales y la crisis productiva de la industria metalúrgica generan incertidumbre para el corto plazo. Con un sector que acumula una contracción del 12,9% en lo que va del año, la región observa con atención el desenlace de las negociaciones salariales y los conflictos laborales.
Por otro lado, las cifras negativas del último informe de Adimra, que señalan una contracción interanual del 7,1% en la producción metalúrgica de noviembre y una utilización de la capacidad instalada de apenas 50,5%, generan preocupación por el futuro cercano.
En este sentido, la industria metalúrgica, uno de los pilares de la economía de la región, atraviesa un momento crítico. Las decisiones que se tomen en las próximas semanas en Villa Constitución podrían marcar un punto de inflexión para el resto de las plantas del país, incluida San Nicolás. A pesar de las dificultades, la confirmación de la operatividad en Bonelli y Fenicsa brinda un respiro, pero no disipa el clima de incertidumbre que atraviesa el sector.