El entrenador se emocionó hasta las lágrimas al escuchar el silbatazo final del árbitro. Como jugador, había formado parte del equipo que conquistó la Supercopa en 1988, la última gloria internacional del club hasta hoy.
Gustavo Costas y Racing, una relación cargada de historia y gloria. Como jugador, fue un referente indiscutido y estuvo presente en la conquista de la Supercopa de 1988, el último título internacional del club hasta este sábado. Ahora, como director técnico, llevó a la Academia a la consagración en la Copa Sudamericana, dejando a la vista una emoción que no pudo contener.
El pitazo final del árbitro Esteban Ostojich desató la euforia y las lágrimas de Costas, quien celebró abrazado a sus jugadores durante largos minutos. Mientras tanto, las tribunas se llenaron de cánticos de los hinchas, coronando una noche histórica para Racing.