“La cultura del lazo rosa, las campañas rosas, el pinkwashing, la narrativa construida por las marcas a lo largo de todos estos años, han infantilizado la enfermedad, ocultado su gravedad, romantizado a las pacientes y distraído de lo realmente importante: no hay suficiente inversión en investigación, tratamientos, supervivencia y en las desigualdades que provoca”, marcó la fundadora de la organización española impulsora de la iniciativa María Rufilanchas.
De la Redacción de EL NORTE
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Cada año, el 19 de octubre, un mar de lazos y campañas en rosa se apodera de redes sociales, tiendas y medios de comunicación para conmemorar el Día Mundial contra el Cáncer de Mama. Este año, una nueva campaña desde España busca cambiar esta narrativa y desafiar la comercialización del cáncer de mama, que “no es rosa, es un gran marrón”. La iniciativa, bajo el nombre 19 de octubre marrón, surge como una respuesta a lo que sus organizadoras consideran una grave crisis de percepción y comunicación.
“La cultura del lazo rosa, las campañas rosas, el pinkwashing, la narrativa construida por las marcas a lo largo de todos estos años, han infantilizado la enfermedad, ocultado su gravedad, romantizado a las pacientes y distraído de lo realmente importante: no hay suficiente inversión en investigación, tratamientos, supervivencia y en las desigualdades que provoca”, aseguró al medio Efeminista, la fundadora de la organización ´teta & teta´ María Rufilanchas.
La campaña pretende arrojar luz sobre las realidades difíciles y menos visibles del cáncer de mama, un tumor que afecta a una de cada ocho mujeres a lo largo de su vida y es la principal causa de muerte por cáncer entre ellas, con un saldo anual de más de 6000 muertes, según las estadísticas internacionales.
Al mismo tiempo busca financiación a través de un crowdfunding que tiene como objetivo crear una pieza audiovisual de gran impacto y seis cápsulas cortas, además de desarrollar una web integral que sirva como recurso científico y reivindicativo. La web se enfocará en la realidad dura y la urgencia de la investigación, la inversión y la detección precoz para salvar vidas, ya que “el 95% de los tumores cazados a tiempo evolucionan bien”.
CAMBIO DE NARRATIVAS Y USO DE LAS MARCAS
La elección del color marrón no es arbitraria. Según Rufilanchas, el marrón está asociado con situaciones incómodas y difíciles. No se trata de un color estéticamente agradable, sino de uno que representa la realidad cruda del cáncer de mama, explica, por ello abogan, de forma simbólica, a “un cambio de color, un cambio de narrativa. Del rosa ficción cuqui, al marrón realidad cruda”.
“El problema no es el rosa, sino todo lo que hay detrás. No se puede capitalizar el sufrimiento de tantas personas como se capitaliza la vuelta al cole o Halloween. Es muy hipócrita por parte de las marcas”, añadió la portavoz.
En 1991, Charlotte Haley, motivada por su propio diagnóstico y el de mujeres de su familia, creó el lazo contra el cáncer de mama, de color melocotón, para concientizar sobre esta enfermedad y su prevención. En 1992 las marcas lo empezaron a utilizar, pero como no contaban con el permiso de su creadora, lo cambiaron a rosa.
DESIGUALDADES EN EL ACCESO AL TRATAMIENTO
El problema no es solo la representación superficial. La creadora de la organización impulsora de la iniciativa apunta a una serie de deficiencias estructurales como la insuficiente inversión en investigación, el lento avance en tratamientos o la falta de una perspectiva de género en la ciencia que resultan alarmantes.
La campaña también pone de relieve la desigualdad en el acceso al tratamiento. Las mujeres en situación de pobreza o exclusión social enfrentan desafíos aún mayores.
“Hay mujeres que ni siquiera contemplan la posibilidad de acceder a un tratamiento, que después de una sesión de quimioterapia tienen que volver al trabajo para poder llegar a fin de mes. Hay mujeres que no tienen cubierta una baja o que no pueden ni siquiera cogerla. Necesitamos poner a estas mujeres en el foco porque también existen”, recordó.