Emiten sonidos similares a nombres y eso constituye una habilidad poco común entre los animales fuera de los humanos, sostienen los investigadores.
Científicos de la Universidad Estatal de Colorado, junto a sus colaboradores en Kenia, confirmaron que las llamadas de los elefantes africanos salvajes contienen un componente similar a un nombre que identifica al destinatario previsto. Este comportamiento, que ya intuían basándose en la observación, pudieron constatarlo empleando herramientas de aprendizaje automático.
Un nombre distintivo
Cuando los investigadores reprodujeron llamadas grabadas, elefantes específicos respondieron afirmativamente a estos sonidos dirigidos a ellos devolviendo la llamada o acercándose al hablante. Las llamadas dirigidas a otros elefantes recibieron menos reacción. Esos sonidos similares a nombres propios constituyen una habilidad poco común entre los animales fuera de los humanos, sostienen los investigadores.
“Los delfines y los loros se llaman entre sí por el ‘nombre’ imitando la firma del destinatario”, comentó el autor principal del estudio, Michael Pardo. “Por el contrario, nuestros datos sugieren que los elefantes no se basan en la imitación de las llamadas del receptor para dirigirse a otros, lo que es más similar a la forma en que funcionan los nombres humanos”.
Un hallazgo intrigante
El investigador Kurt Fristrup desarrolló una novedosa técnica de procesamiento de señales para detectar diferencias sutiles en la estructura de las llamadas, y Fristrup y Pardo entrenaron un modelo de aprendizaje automático para identificar correctamente a qué elefante se dirigía una llamada basándose únicamente en sus características acústicas.
“Nuestro hallazgo de que los elefantes no están simplemente imitando el sonido asociado con el individuo al que llaman fue lo más intrigante”, expone Fristrup. “La capacidad de utilizar etiquetas sonoras arbitrarias para otros individuos sugiere que pueden existir otros tipos de etiquetas o descriptores en los cantos de los elefantes”.
Una capacidad comunicativa superior
Los científicos señalaron que la capacidad de aprender a producir nuevos sonidos es poco común entre los animales, pero es necesaria para identificar a los individuos por su nombre. La comunicación arbitraria (donde un sonido representa una idea) amplía enormemente la capacidad de comunicación y se considera una habilidad cognitiva de siguiente nivel.
“Si todo lo que pudiéramos hacer fuera producir ruidos que sonaran como los que estamos hablando, limitaría enormemente nuestra capacidad de comunicarnos”, señala el coautor George Wittemyer. El uso de etiquetas vocales arbitrarias indica que los elefantes son capaces de tener pensamiento abstracto, considera Wittemyer.
Divergencia y convergencia
Los expertos sostienen que, aunque la evolución de los elefantes y los humanos divergió hace decenas de millones de años, ambas especies son socialmente complejas y altamente comunicativas. Los investigadores propusieron que necesidades similares probablemente impulsaron el desarrollo de etiquetado vocal arbitrario (el nombramiento de otros individuos con sonidos abstractos) en ambas especies.
“Probablemente sea un caso en el que tengamos presiones similares, en gran medida provenientes de interacciones sociales complejas”, explica Wittemyer. “Esa es una de las cosas interesantes de este estudio: nos da una idea de los posibles factores que explican por qué desarrollamos estas habilidades”, agregó. El estudio fue publicado en Nature Ecology and Evolution.
¿Podríamos algún día hablar con los elefantes?
Los autores del estudio puntualizaron que se necesitan muchos más datos para aislar los nombres dentro de las llamadas y determinar si los elefantes nombran otras cosas con las que interactúan, como comida, agua y lugares. “Desafortunadamente, no podemos hacer que hablen por micrófonos”, se quejó Wittemyer, señalando las barreras para recopilar datos suficientes. Wittemyer dijo que poder comunicarse con ellos podría cambiar las reglas del juego para su protección.
Los investigadores dijeron que los nuevos conocimientos sobre la cognición y la comunicación de los elefantes revelados por el estudio fortalecen los argumentos a favor de su conservación. Los elefantes están clasificados como una especie en peligro de extinción debido a la caza furtiva por sus colmillos de marfil y la pérdida de hábitat debido al desarrollo humano.
Debido a su tamaño, necesitan mucho espacio y pueden ser destructivos para la propiedad y peligrosos para las personas. “Es difícil vivir con elefantes cuando intentas compartir un paisaje y ellos comen cultivos”, indica Wittemyer. “Me gustaría poder advertirles: ‘No vengan aquí. Os van a matar si venís aquí'”, añadió.