18 C
San Nicolás de los Arroyos
domingo, diciembre 15, 2024
Edición Diaria
Edición N°

“Hijo, hermano y señor”

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (Lc 24,35-48)

Por monseñor Hugo Norberto Santiago
Obispo de la Diócesis de San Nicolás

“En aquel tiempo los discípulos contaron lo que les había ocurrido por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Mientras hablaban, se presentó Jesús en medio de sus discípulos y les dijo: ‘Paz a ustedes’. Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: ‘¿Por qué se alarman? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies, soy yo en persona. Pálpenme y dense cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo’. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: ‘¿Tienen algo de comer?’. Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les señaló: ‘Esto es lo que les decía mientras estaba con ustedes. Que todo lo escrito en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos acerca de mí tenía que cumplirse’. Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: ‘Así estaba escrito; el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén”.

Realismo

Este es el texto evangélico referido a las apariciones de Jesús resucitado que más me impresiona por el realismo: “Miren mis manos y mis pies –las cicatrices de los clavos son una prueba de identidad–, pálpenme y dense cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo, ¿tienen algo de comer?”. Después les recuerda que su muerte y resurrección estaban preanunciados por los profetas y por Él mismo. Dios ve el futuro.

Buena noticia para nosotros

La sorpresa de los discípulos es entendible también; la resurrección del Hijo de Dios es algo imprevisible e inaudito que solo Dios puede hacer, pero incluso de esto Jesús había dado signos en su vida pública cuando resucita a su amigo Lázaro. Por otra parte, anunciar de manera anticipada lo que ahora se constata como cierto es también cualidad solo reservada a Dios o a aquel al cual Dios le regala esa capacidad. Por donde se la mire, la escena expresa realismo y verdad y es una muy buena noticia para nosotros; hechos hijos de Dios por el bautismo: la muerte es solo la finalidad biológica de una persona que puede vivir con su biografía en otro modo de vida personal donde vive Jesús resucitado, la Virgen Santísima y los santos, a la cual llamamos “trascendente”.

Hijo, hermano y señor

Sin embargo, la palabra “resucitados” no significa solamente esa realidad que esperamos los creyentes, más allá del final biológico de la vida que aquí vivimos; el Resucitado expresa al hombre nuevo que tiene como misión crear una nueva civilización. La identidad de ese hombre nuevo que recibimos en nuestro bautismo, y es la más profunda de nuestra persona, se puede expresar sintéticamente como “hijo, hermano y señor”. “Hijo” significa que todo lo que tenemos es recibido, vida y salud, con las cuales hacemos el resto, ¿alguna duda? Y a ese que nos ha dado todo, como Jesús, le llamamos “Padre”. Por eso la actitud correspondiente consiste en dejar de vivir como si Dios no existiera, dialogar con Él y buscar su voluntad cotidianamente meditando su Palabra en el Evangelio. Lo normal de un hijo es dialogar cotidianamente con sus padres y confiar en ellos. “Hermano” significa pasar del “yo” al “nosotros”. El “cuidate” que expresamos habitualmente como una palabra de afecto con los amigos cuando nos despedimos podría mejorarse diciéndonos “cuidémonos”, con el significado de cuidarnos los unos a los otros. Finalmente, el tercer rasgo de la identidad de todo hombre que nos muestra Jesús resucitado es “señor”. Todo hombre está llamado a ser “señor de las cosas”, el dinero es para el hombre, no el hombre para el dinero; el trabajo es para el hombre, no el hombre para el trabajo; primero está la dignidad de persona humana. Esa dignidad es evidente e inalienable, por eso nos duelen las personas en situación de calle, los abuelos abandonados, los niños abusados, las personas que por el ajuste económico no llegan ya a fin de mes. La canasta familiar, la cobertura de salud, mandar los chicos a la escuela requerirían un salario mínimo de ochocientos mil pesos y los sueldos básicos están en trescientos mil o cuatrocientos mil: imposible vivir mucho tiempo así. Es verdad que la situación actual a nivel nacional es consecuencia de la corrupción política de muchos años; hay que hacer un Estado más chico porque el que teníamos es imposible de sostener y lo pagamos los ciudadanos; solo hay que hacer eso cuidando a los más vulnerables. La llamada a vivir como resucitados es poner las cosas al servicio de la dignidad de las personas. Como hijos, hermanos y señores, podemos construir una nueva civilización en la cual le demos lugar a Dios como Padre, tratemos a los demás como hermanos, y pongamos las cosas al servicio de la dignidad de toda persona humana.

Buen domingo.