Así lo refirió el investigador en educación, en el marco de la actividad de capacitación docente “Aprender es un proceso constante”, organizada por el Colegio Los Aromos. Vota se presentó el pasado jueves 15 de febrero, en el Salón Azul de la UTN, de nuestra ciudad. La charla fue abierta para docentes de todas las instituciones y niveles educativos.
De la redacción de EL NORTE
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El concepto de evaluación puede suponer una dimensión compleja por todos los actores y las instancias que abarca. En este punto, el académico respondió sobre lo que implica la evaluación en sí, ¿es más que una simple medición? “En la propia pregunta está la pista de la respuesta. Como toda acción compleja, una respuesta simplista no es una solución realista. Evaluar es ponderar, revisar lo hecho, chequear lo logrado y ajustar lo que falta. Este proceso implica acciones concretas, que no siempre están bien articuladas. A veces se evalúa, se diagnostica y no se realiza nada con esos datos. Es importante ajustar estos pasos y tener conciencia que el fin de la evaluación siempre es la mejora. Ese proceso es complejo”, expresó. En muchas ocasiones se asocia evaluar con acreditar y esa diferenciación es importante hacerla. Al respecto agregó: “Acreditar es un proceso final, donde queda poca cosa para hacer después, evaluar es un proceso que invita a seguir mejorando.”
Convencido de que la innovación es una necesidad en la educación y en la vida, durante el 2019 publicó un libro junto a Laura Lewin llamado “La educación transformada” para editorial Santillana. Trabajó en el Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación Unesco (IIPE) y en la Universidad de San Andrés (Udesa) coordinando el proyecto Escuelas del Bicentenario. Ha sido consultor para el Banco Mundial y múltiples empresas y organismos públicos. Fue Director Internacional de Formación de Sistema UNO, para el Grupo Santillana en México, Colombia y Brasil. Dictó cursos y seminarios en Argentina, Chile, Brasil, México, Colombia, y EEUU.
La importancia de la evaluación
El pedagogo sostiene que la evaluación tiene dos caras. El docente evalúa el propio trabajo de enseñanza y la labor de aprendizaje que el alumno ha realizado. “Estas dos caras de la moneda no siempre se tienen en cuenta. Muchas veces pensamos que solo evaluamos a los alumnos y dejamos caer la parte que nos toca como docentes, la de revisar las prácticas de enseñanza a fin de lograr mejores aprendizajes”, comentó.
Asimismo, es necesario destacar que el educador evalúa en todo momento, que cada acto humano es acompañado de una evaluación simultánea. “Si me encuentro en una entrevista de trabajo, simultáneamente a mi presentación, evalúo la recepción en el otro, mi propio discurso y voy ajustando el proceso. Lo mismo debería ocurrir en nuestras clases, saber realizar una evaluación continua, convertir esto en indicadores que nos ayuden a mejorar la propuesta y a conseguir los aprendizajes deseados”, indicó.
La evaluación mejora la enseñanza y “sube” a los alumnos a sus propios aprendizajes. “El fin de la educación no es enseñar algo solamente, sino sobre todo que un sujeto aprenda algo. Terminamos nuestra tarea solamente cuando esto ocurre. Es importante tomar conciencia que la tarea docente es lograr los aprendizajes esperados. La evaluación nos da datos si este proceso ocurre, cómo ocurre, con qué intensidad y pistas para saber cómo mejorar nuestra propuesta”.
Concepciones de enseñanza y evaluación
En los últimos años, en los niveles primario y secundario, la forma de evaluar aprendizajes ha cambiado hacia conceptos como TEA, TEP o TED, con descripciones sobre el proceso. Sobre este aspecto, se le ha consultado si esto supone una evolución para suprimir en cierta medida la escala numérica. Vota reflexionó: “Lo que voy a decir es polémico, yo creo que si cambiamos los nombres, pero no las concepciones que están detrás, quedamos en el mismo lugar con distinta nominación. Lo importante, para mí, es preguntarnos ¿qué hacemos con las notas o los conceptos?, si logramos con ellos armar un plan de mejora, una propuesta de superación, un camino concreto para alcanzar los aprendizajes deseados. Este proceso me gusta llamarlo dar “el mapa de salida”, para que los alumnos no queden atrapados en los malos conceptos o las malas notas. Mientras esto no ocurra, los cuantificadores traducidos en nombres o números funcionan de la misma manera y no representan ni una evolución ni un retroceso”.
Por último, complacido por la invitación del Colegio Los Aromos, agradeció a la institución por su preocupación en la temática de la evaluación. “Está comprobado que la evaluación tracciona los aprendizajes. ‘Dime cómo evalúas y te diré qué mirada tienes de los aprendizajes y la educación’. Es un tema central, muy complejo de abordar, pero es la llave de entrada a cualquier innovación educativa real. Me gustó dialogar con todos sobre estos temas, ha sido un grupo participativo. Nadie tiene la verdad absoluta, y entre todos pudimos pensar mejor y en profundidad”, culminó.