Los ahogamientos son eventos más comunes de lo que pensamos y, aunque no todos terminan en la muerte, pueden generar discapacidad.
Una persona muere cada 31 horas ahogada en Argentina, siendo la franja etaria de menores de 5 años quienes tienen mayor riesgo, según datos oficiales, mientras advierten la necesidad de “no subestimar” el riesgo ya que con 10 centímetros de agua es suficiente para que un bebé o un niño o niña se pueda ahogar.
Así lo señaló la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) en las vísperas del día mundial para la prevención de este accidente.
“Los ahogamientos son eventos más comunes de lo que pensamos y, aunque no todos terminan en la muerte, pueden generar discapacidad; el grupo más vulnerable son los más chiquitos, pero los niños más grandes, adolescentes y adultos también pueden ahogarse, incluso sabiendo nadar”, indicó la médica pediatra Cecilia Rizzuti, miembro del Comité de Prevención de Lesiones de la SAP.
Según el último Boletín de Estadísticas Vitales, en 2021 murieron en Argentina 281 personas ahogadas en forma accidental; 60 de estas muertes son de menores de 5 años, en el resto de las franjas etarias los fallecimientos son más parejos.
“Todos podemos ahogarnos en 10 cm. de cualquier líquido si fallan los sistemas que nos permiten reaccionar y liberar la vía aérea; muchas veces se subestima el riesgo”, sostuvo Rizzuti en diálogo con la agencia estatal Télam.
Las causas en cada grupo de edad son distintas: los más pequeños por distracción de los adultos y defectos en la infraestructura, los más grandes por imprudencia, desconocimiento del entorno, uso de sustancias que alteran la toma de decisiones, etc.
A su vez, los menores de 5 se dividen en dos grupos: los que no se desplazan solos y los que lo hacen. Los menores de un año, que no caminan, se ahogan en la bañera o la piletita cuando el adulto se distrae. Los que caminan o gatean pueden caerse en un balde con agua, un pozo sin tapar, una pileta chiquita, la pileta de la casa o vecina sin un cerco adecuado de protección.
“Respecto a los más chiquitos es importante enfatizar que aunque nosotros tengamos un cerco bueno con un buen broche, cuando estamos en un sitio que no conocemos es fundamental que lo recorramos, que veamos si no hay pozos destapados, si no hay piletas en el lugar o predios vecinos sin cerco, etc.”, describió.
Y continuó: “Es bastante común el ahogamiento en el momento que se están bajando los bolsos o cuando hay muchos adultos que están cuidando y en definitiva no está cuidando nadie; por eso siempre insistimos en que haya un adulto designado sin distractores, es decir, que no esté mirando el celular, por ejemplo”.
Niños más grandes
En relación a los ahogamientos de los niños más grandes, adolescentes y personas adultas, la especialista enfatizó que “no sólo hay que enseñar a nadar sino que, además, hay situaciones que aún sabiendo nadar pueden generar un ahogamiento, por ejemplo, si estoy corriendo alrededor de la pileta me golpeo y me caigo desmayada dentro del agua probablemente me ahogue”.
“Otra cosa importante es que si va a hacer un deporte acuático se use un chaleco adecuado u homologado, lo mismo que si se está pescando, porque si por algún motivo me golpeo y me caigo al agua o se me va el bote estoy en riesgo de ahogamiento. Entonces el chaleco me va a solucionar esta situación”, indicó.
La OPS señaló que los ahogamientos han causado más de 2,5 millones de muertes en la última década; la gran mayoría de estas muertes (90%) ocurren en países de bajos y medianos ingresos.
A nivel mundial, las tasas más altas de ahogamiento también ocurren entre los niños de 1 a 4 años, seguidos por los niños de 5 a 9 años.
Bajo el lema “Cualquiera puede ahogarse, nadie debería hacerlo”, el organismo panamericano propone seis intervenciones para su prevención de bajo costo y basadas en evidencia.
Estas medidas son: instalación de barreras que controlan el acceso al agua; proporcionar lugares seguros lejos del agua, como guarderías para niños en edad preescolar con cuidado infantil capacitado; enseñar natación, seguridad en el agua y habilidades de rescate seguras; capacitar en entornos seguros de rescate y reanimación y hacer cumplir las normas seguras de navegación, transporte marítimo y transbordadores y mejorar la gestión del riesgo de inundación.