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viernes, octubre 18, 2024
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Una seguridad numerosa y amable, ayudada por el “respeto’ del visitante

Mucho se especuló en la previa de Qatar 2022 respecto de cómo sería la relación entre los miles de fanáticos de todo el mundo y las fuerzas de seguridad, poco acostumbradas a eventos tan masivos. A una semana del inicio del fútbol, cualquier mínimo desmán fue desactivado sin inconvenientes.

Las fuerzas de seguridad se hacen respetar. EL NORTE.

EZEQUIEL GUISONE
Desde Qatar
Enviado especial

En Qatar confluyen hoy fanáticos de todo el mundo, en un número que prácticamente elevó un 50 por ciento la población total del país (casi 3 millones de personas) y que obligó a un despliegue de seguridad inédito para el pequeño país del golfo.

Son varias las fuerzas del orden que pueden verse en las calles de Doha, todas bien diferenciadas de acuerdo al uniforme. De acuerdo a lo que los propios agentes nos informaron, uno de los grupos es la policía qatarí, y el resto son efectivos que arribaron desde otros países exclusivamente para trabajar en la Copa del Mundo. La mayoría de estos últimos provienen de Sudán, y en menor medida de El Líbano y de Yemen. “Somos todos la misma fuerza y tenemos el mismo fin”, comentó un agente local.

Al igual que todos los trabajadores que intervienen en las distintas áreas de la organización mundialista, la guardia civil se destaca por su amabilidad y predisposición a ayudar.

El miedo no es zonzo

El turista promedio que llegó a Qatar sabe que las leyes son durísimas para cualquier contravención, y es por eso que “no se deja engañar” por esa sonrisa con la que los efectivos responden a cada requisitoria.

En el primer banderazo que los argentinos realizaron en la previa del debut, algunos hinchas descolgaron las banderas de países para colocar en su lugar la celeste y blanca. En cuestión de minutos, un grupo de 40 uniformados llegaron al lugar directamente a acomodar las cosas. Sin mediar palabras ni perder tiempo, avanzaron entre la multitud y bajaron las banderas. Sin malos gestos ni actitudes hostiles. A los argentinos no les alcanzaban las palabras para pedir disculpas.

Situaciones similares ocurren en el mercado de Souq Waqif, cuando los simpatizantes de distintos seleccionados se reúnen en buen número y complican el paso de los turistas. Allí automáticamente los agentes rodean al grupo y, con su mejor sonrisa, los invitan a moverse.

La prueba más concreta del “miedo” a las leyes qataríes la vimos en las inmediaciones del estadio de Lusail, en la previa del debut de Brasil ante Serbia. Una batucada de cerca de 20 personas se encontraban haciendo su música, hasta que un agente de la guardia civil les pidió -no sabemos por qué- que cerraran su “espectaculo”. Ante la falta de respuesta por parte de los brasileños, apenas un gesto alcanzó para que acataran la orden de inmediato: el efectivo levantó los brazos y cruzó sus muñecas.

Acá el miedo principal es que esos siempre bien predispuestos oficiales te lleven a rendir cuentas ante una justicia que te juzga culpable desde el primer momento. La policía qatarí no está armada en las calles. No les hace falta.

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