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San Nicolás de los Arroyos
sábado, noviembre 23, 2024
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Edición N°

MENSAJE DEL OBISPO SANTIAGO: “LA ALEGRÍA Y LA ESPERANZA DE MARÍA”

Monseñor Hugo Norberto Santiago preparó una reflexión para esta jornada especial en la que se conmemora el 38° aniversario de la Virgen del Rosario de San Nicolás. Será compartida en la misa central de hoy, en la que se espera la presencia de miles de fieles.

Una decisión con riesgos…

    Si contemplamos el anuncio del Ángel a María y la encarnación del Hijo de Dios en su seno por obra y gracia del Espíritu Santo, podemos comprobar que la alegría de María supone un paso con riesgos confiando en Dios, es el punto de llegada de un proceso que comenzó con una propuesta de Dios que la sorprende, que entraña dejar su proyecto de vida para abrazar el de Dios, corriendo el riesgo de que José no le crea y la condenen como adúltera y sea apedreada hasta morir.

…Que desencadena la esperanza en Dios…

       María, después de preguntar al Ángel, cómo sería ser Madre de Dios por obra y gracia del Espíritu Santo, dice: “Hágase en mí según tu palabra”, asiente a la propuesta no obstante los riesgos porque espera en Dios, confía en Él. Dios, que nunca defrauda, se encarga de hacerle comprender a José lo que ha ocurrido y entonces María exulta en un canto de alegría que subraya la obra de Dios en Ella: Dios ha mirado su humildad y ha hecho grandes cosas en Ella.

…Y hace cantar de alegría a la Virgen

    Es una alegría que se trasmite, porque cuando María visita a Isabel para ayudarla y servirla en el tiempo de su embarazo y le cuenta lo que Dios ha hecho en ella, Juan salta de gozo en el seno de Isabel. Es una alegría que, como todas las buenas noticias, hace que María salga de sí, comunique su alegría y dedique su tiempo para servir a su prima, por eso es también una alegría que lleva a servir a los demás. El canto de María es una alabanza a Dios que conduce la historia de los hombres haciéndola historia de salvación.

Alegría y esperanza que brotan del discernimiento de la voluntad de Dios

     Por tanto, la alegría de María y también la de José son el fruto de organizar la propia vida teniendo como eje el discernimiento y concreción de la voluntad de Dios, que los lleva incluso a despojarse del proyecto que tenían para su vida cuando Dios le muestra que otro es el camino de su voluntad. María dice: “Sí”, confiando en Dios, poniéndose en sus manos, Dios actúa, no la defrauda y entonces María se alegra profundamente y alaba a Dios. José dice: “Sí”, y lo veremos salvando al Hijo de Dios, llevándolo a Egipto para que no lo maten.

La pandemia: un desafío y una invitación de Dios

    La pandemia ha sido y es algo malo que nos ha hecho sufrir, Dios no puede querer el mal, pero lo permite porque nos ha hecho libres. Por eso el Catecismo de la Iglesia católica se plantea esta pregunta difícil: ¿Por qué Dios permite el mal? La respuesta es: Porque es el único que del mal puede sacar un bien mayor. Por eso, igual que la Virgen ante el anuncio del Ángel, le tenemos que preguntar a Dios: ¿Cuál es el bien mayor que querés sacar de este mal de la pandemia? ¿Cuál es la buena noticia que nos querés dar? ¿A qué tenemos que asentir y decir como María y José: “Que se haga tu voluntad en nosotros? ¿Cuál es el cambio de planes que nos pedís? Seguramente, como María y José, tendremos que correr riesgos confiando en Dios.

Obispo Mons. Hugo Santiago. ARCHIVO EL NORTE.

     El anuncio que Dios te hace a través de esta pandemia y nos hace a todos, como una buena noticia a la cual nos invita a asentir, a decir ‘sí’, es: “Te invito a construir el bien común”. Asediados por el COVID-19 hemos oído el mensaje: “Cuidarte es cuidarnos”, es la idea de bien común. También escuchamos: “Debemos lograr la inmunidad del rebaño”. Es la idea del bien común. Constatamos que las naciones más ricas regalan vacunas a las naciones más pobres, con la idea de que hasta que no nos inmunicemos todos, no superaremos este mal: es la idea de bien común”.





Podríamos contestarle a Dios: “En este contexto de la globalización de la indiferencia, a quién le interesa el bien común? ¿Cómo lo podremos concretar, Señor? Entonces, como María preguntó al Ángel cómo sería ser Madre de Dios por obra y gracia del Espíritu Santo y el Ángel le recordó que su prima Isabel, siendo anciana, ya estaba en su sexto mes, porque no hay nada imposible para Dios, hoy, ese mismo Dios nos invita a descubrir los signos de que construir el bien común es posible, el Ángel que nos envía nos dice:

•     “Fijate en los médicos y médicas que en vez de quedarse en su casa ofrecieron sus vidas para sanar a los enfermos de COVID y a varios de ellos se les fue la vida. Ellos optaron por el bien de los demás hasta dar la vida. En ellos tenés un signo de que el bien común es posible”

•     “Fijate en las enfermeras y enfermeros que acompañaron la soledad de los enfermos de COVID y algunos se contagiaron y murieron; ellas y ellos también optaron por el bien de los demás hasta dar la vida. Gracias a esos enfermeros y enfermeras agotados de tantas horas de trabajo en hospitales casi colapsados de enfermos, el bien común de la salud se hizo una realidad.” 

•     “Fijate en los empresarios que siguieron pagando los sueldos de las personas con riesgos que no podían ir a trabajar durante el fragor de la pandemia. Ellos optaron por el bien común, corriendo riesgos de quedar perjudicados económicamente. Gracias a ellos, el bien común del trabajo que permite el sustento necesario para la vida, fue posible”.

•     “Fijate en las cocineras de tantos comedores barriales de Cáritas, otras Iglesias, y ONG, que durante la pandemia prepararon las viandas para niños y familias carenciadas, corriendo riesgos de contagiarse. Fijate en todos los que colaboraron desinteresadamente con el armado de bolsones de alimentos. Gracias a ellos el bien común de la alimentación fue posible.

•     “Fijate en ese sacerdote que en plena pandemia llevaba los bolsones de comida a las casas de personas carenciadas, que se contagió de covid, sufrió la falta de oxígeno en un hospital, pero aun allí, en el área covid del hospital, visitaba a los enfermos como él, rezando por su salud. Allí el bien común estuvo por encima del bien personal”.

•     “Fijate en los docentes que esforzándose por acompañar a todos los niños a través de plataformas, a costa del propio cansancio intentaron que la educación no se resienta. Gracias a ellos, el bien común de la educación siguió llegando para tantos niños y adolescentes”.

•     Dios nos sigue diciendo a través del Ángel: “¿Sabías que hubo personas privadas de la libertad, que con el asesoramiento de la Universidad Tecnológica Nacional, construyeron salamandras para entregar a los hogares más pobres, para que no sufran el frío  mientras que ellos no podían usarlas en la cárcel porque no les era permitido? Optaron por dar calor a los demás mientras ellos sufrieron el frío. En esos hermanos privados de libertad, de manera admirable se concretó el bien común”.

•     ¡¡Un aplauso fuerte para todos ellos, como un signo de nuestras felicitaciones!!





Animadores de la esperanza, con el corazón lleno de alegría

     “¿Ves?”, nos dice el Ángel enviado de Dios: “Aun en medio de la indiferencia y el individualismo globalizado, aun en el sufrimiento de la pandemia, no hay nada imposible para Dios; lo noble de la humanidad sigue vivo en estos médicos, empresarios, cocineros, docentes, presos. Ellos hicieron nacer la esperanza de un mundo mejor, más humano, más solidario, más cristiano, porque en ellos estuvo actuando Cristo, mi Hijo”.

    Como María y José, que corriendo los riesgos y confiando en Dios, desencadenaron la esperanza y cantaron de alegría, somos invitados por Dios a seguir por la misma senda que ellos, a poner nuestro grano de arena, nuestro servicio por el bien común, de esa manera, alimentaremos la esperanza, y  al ver el rostro alegre de quienes sanamos, sostuvimos con un sueldo, dimos de comer, acompañamos espiritualmente, cantaremos de alegría; tendremos el corazón lleno de un sano orgullo, como estos médicos y enfermeras que dieron la vida por los demás, como los empresarios, las cocineras, los sacerdotes, los docentes, los presos que, aún privados de libertad y pasándola mal, fueron capaces de dar calor a los que tenían frío.

    ¡¡Viva la Virgen!! ¡¡Viva San José!! ¡¡Viva los que confiando en Dios, dieron  la vida por el bien común durante esta pandemia!!