17.3 C
San Nicolás de los Arroyos
miércoles, octubre 23, 2024
Edición Diaria
Edición N°

Un tiempo propio

FEMINISMOS PARA LA VIDA COTIDIANA

Varios de los malestares que nos aquejan tiene que ver con la casi inexistencia, durante buena parte de nuestra vida, de ese tiempo propio. Por el contrario, los varones ni se plantean dar esa batalla pues lo tienen desde siempre y se les discute poco o nada. Ellos aprendieron enseguida a poner una barrera infranqueable entre su tiempo de trabajo y el otro, el que fuera.

El tiempo de las mujeres no es un recurso inagotable. Poder decirlo, poder negociar con quienes convivimos y encontrar un equilibrio es no solo posible y deseable, sino imprescindible. PAULA ROBLES / EL NORTE

Por Lic. Marité Gutiérrez y Psic. Fabiana Conti

El tiempo propio del que disponemos varones y  mujeres en nuestra sociedad es tremendamente desigual. No hay que hurgar mucho para advertirlo.

La historia puede explicarnos cómo esto fue cambiando y por qué. Encontraremos que no fue producto del azar, sino que las piezas fueron encajando según cómo el sistema capitalista nos fue necesitando más tiempo adentro o afuera del hogar, entre otras razones. 

Como plantea Beatriz Gimeno: “El capitalismo industrial y la familia nuclear necesitaban de la plena disponibilidad de los hombres durante unas horas a cambio de la plena disponibilidad de las mujeres todo el tiempo. Y esto fue así, entre otras cosas, porque desaparecieron los vínculos comunitarios que permitían que las mujeres compartieran muchas tareas no solo con los hombres, sino con otras mujeres: vecinas, familiares…”.

A pesar de ello, existieron mujeres lúcidas, adelantadas a su tiempo que advirtieron que los malestares que nos acompañaban no eran privados, sino que eran producto del patriarcado y comunes a la mayoría de las mujeres donde quiera que se encontraran.

SIN INTERRUPCIONES DOMÉSTICAS

Nuestra amada Virginia Woolf nos habló de la importancia de tener un cuarto propio. Pero ¿de qué sirve tenerlo si no podemos gozar de un tiempo propio para disfrutarlo? O al menos ponerle un cerrojo para que el tiempo que pasemos ahí sea solo nuestro.

Necesitamos que ese tiempo exista dentro de un cuarto o fuera de él, pero que solo nos pertenezca a nosotras, sin interrupciones domésticas.

Hoy, con las nuevas tecnologías se hace cada vez más difícil. Somos rastreables casi todo el tiempo, a menos que  apaguemos el celular. Podemos estar en medio de un taller de meditación y recibir un WhatsApp o un llamado de alguien de la familia preguntando dónde están las llaves o cuándo era que tenían turno con el dentista.

“ENTREGA FEMENINA”

Varios de los malestares que nos aquejan tiene que ver con la casi inexistencia, durante buena parte de nuestra vida, de ese tiempo propio. Por el contrario, los varones ni se plantean dar esa batalla pues lo tienen desde siempre y se les discute poco o nada. Ellos aprendieron enseguida a poner una barrera infranqueable entre su tiempo de trabajo y el otro, el que fuera: descanso, ocio, militancia, cultura.

A nosotras, siempre nos resulta escaso, esquivo. Quienes nos rodean creen que es un recurso inagotable. Que somos magas y siempre nos hacemos un lugarcito para los y las demás.

Si bien hay mujeres que han podido conquistarlo, casi ninguna queda inmune a la siempre bien ponderada “entrega femenina”, altruismo, generosidad, amor, como deseen llamarlo.

SIN VACACIONES

Tener en la cabeza la planificación de las tareas del hogar, las compras, los imprevistos, la escolaridad de la prole con todos sus derivados (chats de “mamis”, regalos de cumpleaños, reuniones escolares, deportivas, culturales, viajes, etc.),  el trabajo fuera del hogar, el  cuidado de adultos mayores cercanos, las dificultades  de nuestras amistades, etc.

El tiempo que se dedica a los y las demás no tiene vacaciones. Es un tiempo que, como todo lo que se va haciendo por generosidad y entrega, se transforma poco a poco en obligación, es agotador, y cuesta mucho poder  salir de ahí sin consecuencias.

Así como hemos hablamos de buena y mala madre, hoy hablamos de mujeres generosas o egoístas según destinen más o menos tiempo a las personas que las rodean. Las generosas siempre tienen tiempo para los y las demás, las egoístas son aquellas que logran hacer respetar un tiempo para sí sin remordimiento.

NO ES UN RECURSO INAGOTABLE

Lograr un equilibrio que respete nuestra necesidad de intimidad, de soledad, de calma, de ocio, de cuidado de nuestra salud, en fin, de lo que sea que nos plazca y necesitemos y el tiempo dedicado al trabajo y al cuidado de quienes están a nuestro cargo es bastante difícil de lograr.

Muchas veces advertimos cómo esta desigualdad se come el tiempo y la calidad de vida de muchas de nosotras. La salud, las necesidades, los placeres y las ocupaciones de quienes nos rodean se anteponen a los nuestros y las consecuencias de eso se sienten en nuestra vida cotidiana. Controles de salud que dilatamos, placeres que no nos permitimos, necesidades que no satisfacemos. No es raro entonces sentirnos malhumoradas, agotadas, desganadas, tristes, apabulladas y perdidas entre tanta demanda y tan poco respeto y conocimiento de lo que nos hace bien y nos da placer.

El tiempo de las mujeres no es un recurso inagotable. Poder decirlo, poder negociar con quienes convivimos y encontrar un equilibrio es no solo posible y deseable, sino imprescindible.

- Publicidad - spot_img