Tiene 20 años y la está rompiendo en la Reserva del equipo de Liniers. A principios de agosto fue por primera vez al banco de Primera, y hace un par de semanas firmó su primer contrato profesional, por tres temporadas. Dejó la ciudad a los 10 años para jugar en Talleres de Córdoba. La pasó muy mal, pero tuvo su revancha. “Quiero jugar en Primera”, señaló.
EZEQUIEL GUISONE
[email protected]
La historia de Jonathan Berón en el fútbol está llena de capítulos, pese a que recién tiene 20 años y su nombre comienza a resonar en los pasillos del Fortín de Villa Luro. Con su potencia y sus goles, se lleva todas las miradas en la Reserva de Vélez que está peleando por el título. El miércoles, le ganaron a Newell’s en Rosario y ahora están segundos a dos puntos de Boca, único líder.
Días atrás firmó su primer contrato profesional, con una extensión de tres años. Ese momento, con el que sueñan tantos chicos de todo el país al final de su camino en inferiores, para él fue una hermosa realidad. “Fue un momento muy emocionante, es un objetivo cumplido más de los tantos que tuve durante el año. Firmar contrato es un momento clave. Vos llegás, arrancás, seguís, luchás, y al final sentarte en una mesa al lado de los dirigentes, con tu familia, y ver ese papel… fue una cosa de locos. Uno piensa ‘cuántos jugadores quisieran pasar por acá, o sueñan con estar acá’, y yo tengo la oportunidad. Te pasan muchas cosas por la cabeza, es donde valorás todo el esfuerzo y te dan muchas más ganas de seguir”, expresó el joven nicoleño.
Camino difícil
Jonathan hizo el Baby Fútbol en el club Santa Rosa, y pasó un tiempo por el Fortín y por Central Argentino de Fighiera. Tenía apenas 10 años cuando llamaron a su papá para ofrecerle una prueba en Talleres de Córdoba. “Desde muy chiquito tenía muy en la cabeza que quería vivir de esto. Así que ni bien me lo propusieron no lo dudé. Tenía la cabeza de un nene todavía, pero igual lo encaré y me fui. Los primeros meses fueron los peores de mi vida, lloraba como un nene, que ciertamente lo era. Después me fui adaptando al ambiente y lo fui llevando un poco mejor”, recordó el delantero.
En la T estuvo tres años, y la apuesta no salió bien. Fueron momentos muy difíciles, que lo llevaron a volver a San Nicolás y a pensar en dejar el fútbol. “Ya con 13 o 14 años no quería jugar más, quería quedarme en algún club de acá”, contó. Hasta que vinieron a buscarlo de Vélez. “Al principio no quería saber nada porque ya había sufrido demasiado. Pero después acepté y fui. Desde ese entonces, hace seis años que estoy allá”, contó Berón, resaltando que la experiencia en Liniers fue bien distinta a lo que había vivido anteriormente. “Vélez tiene un sentido de pertenencia gigante, para los jugadores el club es todo, no te hacen faltar nada, te dan todas las comodidades para que vos le termines rindiendo, relató Jonathan, destacando que “en esa pensión fue otro clima, la pasé bien y siempre tuve el respaldo de mi familia. Sufrí menos además porque estaba más cerca, tenía un día libre y mis viejos hacían lo imposible para que yo venga ese día para San Nicolás”.
“Un tanque”
Así se definió Jonathan como futbolista. “Me gusta jugar mucho de espalda, soy un jugador que juega mucho con el cuerpo, con velocidad y potencia. Me identifico como potente”, tiró el delantero, que suele moverse por los extremos. Es categoría 2002 al igual que Abiel Osorio, otro nicoleño que ya pisa fuerte en la Primera. “Hicimos una dupla explosiva en inferiores, lo que nos cruzaba nos lo llevábamos puesto”, recordó entre risas. “En Vélez nos tenían como la mejor dupla de ataque, fue una cosa de locos, éramos dos tanques, chocábamos, nos llevábamos puestos a todos. Nuestro técnico era el chino Zárate, y nos decía que las defensas nos tenían miedo, que no se querían cruzar con nosotros. Íbamos para adelante como locos”, tiró.
Empezó a jugar en la Reserva este año, se ganó la titularidad a partir de grandes actuaciones y tuvo su premio cuando el “Cacique” Medina lo llevó al banco de Primera en Santa Fe ante Unión. “Viví esa experiencia y es el sueño de todo pibe, quiero que llegue lo más rápido posible”, se ilusionó el nicoleño. “Todavía tengo cosas por pulir, pero yo quiero llegar, jugar en Primera, es mi sueño y quiero cumplirlo”.
Respecto a ese viaje a Santa Fe, reconoció que “tuve muchos nervios, pero la verdad que los chicos se portaron muy bien, siempre nos hablaron y nos calmaron. Fue un clima hermoso en sí, muy lindo y muy emocionante. Estar ahí, pelear tanto desde muy chico y ver ese clima… decís ‘yo quiero quedarme acá, jugar y aportar para el club’. Es una cosa inexplicable”.
El nuevo objetivo pasa por terminar de la mejor manera el actual torneo de Reserva, en el que Vélez tiene las posibilidades intactas de ser campeón. Luego, meterse en el plantel superior, en un camino que está recorriendo de la mejor manera. Atrás quedaron aquellos momentos difíciles que atravesó siendo apenas un niño. “Lo fundamental es el apoyo de toda mi familia, que fueron los que realmente me dieron esa fuerza para seguir. Y yo siempre tuve ese hambre de gloria, quiero vivir de esto, quiero ganar todo, y eso fue también un plus que me ayudó a seguir adelante”, cerró.