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San Nicolás de los Arroyos
jueves, diciembre 12, 2024
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Edición N°

LLAMATIVO AUMENTO DE LAS VERDURAS

LA ENSALADA, UN LUJO

Los precios de la cebolla, zanahoria y lechuga tuvieron este mes un incremento en sus precios que sorprendió en un producto característicamente económico. Hoy en día una bolsa de cebollas de 15 kilos aproximadamente le cuesta al comerciante $3700. Otros ya han llegado a pagar $5000. El mes pasado costaba $2700 y a esta altura del año pasado salía $600, lo que se traduce en los precios al cliente, que varían según el negocio.

De la redacción de EL NORTE
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Los precios de la lechuga y la cebolla crecieron respecto a junio 40,5% y 57,9% según el Indec y en lo que va de agosto sus valores siguieron al alza. En nuestra ciudad los aumentos no desentonan y especialmente en lo que respecta a la cebolla. Los comerciantes se encontraron con valores al mayorista totalmente sorprendentes.

Hoy en día una bolsa de cebollas que va entre los 15 y 17 kilos aproximadamente le cuesta al comerciante $3700, si es que el distribuidor la lleva al negocio. Aquellos que van directamente a las huertas o al mercado de Rosario por supuesto consiguen mejores precios, pero el aumento se hace notar. Un comercio del centro consultado por EL NORTE refirió haber pagado $5000. Lo impactante es que tan solo un mes antes la bolsa de cebollas costaba $2700 y en tan solo un mes subió $1000, lo que se termina traduciendo al cliente.

Estimativamente el costo del kilo de cebollas se elevaría a $246 de costo por lo que pasaría a salir aproximadamente $350 al consumidor final, ya que hay que tener en cuenta que en la bolsa se pierde mucho de lo que llega, por lo que generalmente el comerciante le pone un 40% al valor final.
El año pasado para la misma fecha la bolsa de cebolla costaba $600, lo que marca una inflación del 600% en el mismo producto.

Generalmente estas variaciones en los precios de las verduras están relacionadas con las estaciones, pero en este caso no fue lo único que influyó, sino también un reacomodamiento brutal de precios, sumando a que hubo un faltante de cebollas que vienen de Santiago del Estero que es el mayor productor. La diferencia es notoria con otros productos como frutas, ya que por ejemplo la bolsa de naranja de jugo costaba hace un año $1000 y hoy la reciben por $1500, casi bajo la inflación general, pero como advertimos depende de la época del año.
Por dar otro ejemplo, el precio de la bolsa de zanahoria el mes anterior le costaba al comercio $450 y ahora la reciben a $900, exactamente el doble. Igualmente productos como el tomate conservaron el mismo precio.

A nivel país

Según el Indec, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) subió en julio respecto a junio un 7,4%, la marca más elevada del año y de las últimas dos décadas. En julio los valores de los productos alimenticios crecieron 6% en promedio respecto al mes anterior, con un acumulado a la fecha del 48,3% y del 70,6% en la comparación interanual. Dentro de este amplio universo que comprende el rubro alimenticio, llama la atención el salto de dos productos realmente básicos, que conforman dos tercios de la ensalada típica argentina: la lechuga y la cebolla.

En el primer caso, el organismo estatal a cargo de las estadísticas midió un salto del 40,5% en el precio del vegetal, al pasar de $351,13 el kilo en junio a $493,37 en julio, mientras que en el segundo caso, el incremento fue del 57,9% al crecer de $108,35 el kilo a $171,06. Caso contrario sucedió con el tomate, el otro gran ingrediente, que pasó de valer $ 217,73 a $175,30, lo que quiere decir que su precio se redujo 19,5% en un mes.

Esta situación parece haberse agravado en lo que va de agosto. En cebolla, pueden encontrarse precios que van de los $330 a $400 el kilo, mientras que en lechuga, dependiendo siempre de su variedad, va de $329 a máximos de $589 el kilo, como dijimos estas diferencias tienen que ver con el acceso que tiene cada negocio a las huertas o proveedores.

Las razones

Para explicar el salto en los precios de estos dos productos, existe una conjunción de razones que motivaron un alza en los valores, en donde confluyen cuestiones productivas, como así también efectos del desbarajuste macroeconómico, destacándose la falta de transparencia de lo que es la comercialización.

En el caso de la cebolla se dieron cuestiones en particular. La principal fue que hubo un reacomodamiento de precios atrasados de acuerdo con el costo de producir este alimento, que se mezcló con una escasez en la oferta proveniente de Santiago del Estero por cuestiones estacionales. En este sentido, desde CAME marcaron que el precio pagado al productor por su mercadería pasó de $25,83 en junio a $100 en julio, lo que significó un salto del 287%, mientras que ese aumento en la góndola solo fue del 81%, mejora que no fue percibida por los productores más chicos, que ya vendieron toda su cosecha.

En el caso de la lechuga, tuvo solo una recomposición del precio del 5%, pero en la góndola se ve un mayor aumento, que llega al 21%, por la incertidumbre en cuanto a la reposición. Lo que se vende hoy no se sabe a qué precio mañana puede estar comprándolo en los mercados concentradores.

El productor primario no es formador de precios, por lo que tampoco es responsable de su escalada. En general, las diferencias entre origen y destino se deben a un conjunto de comportamientos como, por ejemplo, los especulativos, adoptados por diferentes actores de la cadena de valor que abusan de su posición dominante en el mercado, básicamente, los hipermercados, los galpones de empaque y las cámaras de frío.

Más allá de la suba de precios por cuestiones productivas o inflacionarias, el desbarajuste que vivió la economía argentina durante julio generó una gran incertidumbre en el conjunto de las actividades que integran las economías regionales en general y la horticultura en particular. Tanto es así que referentes del sector ven un impacto de la crisis que podría repercutir en las cosechas venideras, ya que a los productores rurales los afecta mucho la crisis cambiaria, puesto que tienen que comprar los insumos en dólares y financiados, lo cual genera una gran incertidumbre de qué se va a sembrar y cuánto se va a gastar, porque no se sabe cuánto va a valer.