La caza furtiva en la zona del Eco Parque está prácticamente erradicada, pero la zona de las islas es otra historia. Son las nutrias, carpinchos y en menor medida los patos las víctimas de los cazadores. Aun así, es más preocupante la pesca indiscriminada en el Paraná que pone en peligro la reproducción de sábalos, dorados y surubíes.
Germán Rodríguez
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Durante estos días se viralizó en redes sociales un video donde un grupo de hombres cargaban cuatro pumas que ellos mismos habían cazado en la localidad de San Martín de los Andes, sitio en el que está prohibida la caza del felino, protegido como autóctono. A partir de una investigación, las autoridades locales lograron identificar a las personas, radicaron multas y denuncias penales.
Desde la cartera ambiental repudiaron el hecho y se ofreció colaboración para evitar futuros ataques a la fauna silvestre autóctona. A partir de la investigación realizada, la Secretaría de Desarrollo Territorial y Ambiental de Neuquén confirmó que el hecho ocurrió la semana pasada y en un sector donde está prohibida la caza.
“En nuestra zona, el área protegida, por suerte no tenemos cazadores furtivos debido a que hay mucha presencia policial, hay mucha concientización también al respecto, por ahí queda algún pibe con gomeras, pero nada más. Fue un cambio paulatino que lleva mucho tiempo y que por suerte podemos decir que está completamente erradicada la caza dentro de los límites del parque protegido”, comentó a nuestro medio Alejandro Martínez Ponte, guardaparque del ahora Eco Parque. “Ahora la isla es otra historia, por nombrar la zona. Son muchas hectáreas interjurisdiccionales con Entre Ríos, Buenos Aires y Santa Fe, con muchos problemas y las principales víctimas son los carpinchos y las nutrias; también, pero menos ahora, la cacería de patos”, agregó.
Asimismo es importante diferenciar el tipo de caza que se efectúa. “Otro tema que tenemos ahí es el isleño, aquel que vive en la zona, que son mucho menos que otras épocas. Él tiene todo el derecho del mundo a cazar algún animal para comer. En general no hace desastre porque sabe que si caza de más, se pudre, no se puede consumir y es como matar a la gallina de los huevos de oro, sería aquel puestero viejo que cada vez quedan menos. El problema mayor fue en la década de los 90, una sobreexplotación de la nutria porque se vendía el cuero al exterior. En ese momento era un desastre lo que se hacía porque no se consumía la carne, quedaban la cantidad de pilas de animales muertos y se vendía solamente el cuero. Por suerte se terminó la demanda y se acabó ese negocio a gran escala, que era muy dañino. Igual la población de nutrias lo pudo soportar por sus características de ser roedor y tener tres pariciones al año, por eso no se puso en peligro de extinción la especie. Después tenemos al que le gusta cazar para divertirse, que también se puede respetar, aunque ya es más polémico pero con responsabilidad, dentro de las épocas con un número lógico y coherente. Lo que no tiene admisión alguna son esas matanzas sin sentido con gente que no lo necesita para comer. Eso es condenable”, explicó Martínez.
“Acá la especie a proteger por excelencia, porque está declarada en vulnerabilidad, en una situación compleja, es el lobito de río, que es un animal muy bonito que en alguna época se buscaba su piel. Pero por suerte también se terminó la demanda y ahí se redujo mucho su cacería y se recuperaron las poblaciones, y hoy por hoy hay bastantes lobitos. Lo que sí hay que trabajar realmente mucho es en la pesca. Hace tres años que las grandes especies, sábalo, surubí, dorado, no pueden completar su ciclo reproductivo, tendría que haber una declaración total de veda y con tantos subsidios pagarle al pescador para que pueda seguir viviendo y cortar con la pesca, porque estamos vaciando el río y eso trae muchos problemas a largo plazo”, agregó el guardaparque.
Lobito
Si bien la prohibición de caza está establecido en diversas zonas, algunas jurisdicciones provinciales mantienen la práctica de caza para el control de las poblaciones frente a la amenaza para la ganadería ovina o caprina. En dichos casos el procedimiento requiere de una primera denuncia por parte del criancero, y luego, personal de fauna realiza los controles y se determina la autorización para la caza control.
Poco se conoce de los peligros que enfrenta la fauna presente en nuestras latitudes ante las grandes modificaciones de sus ambientes naturales.
Uno de los representantes locales más importantes que corre serios riesgos es el lobito de río (Lontra longicaudis), un mamífero piscívoro de hábitos semiacuáticos que se distribuye desde México hasta la provincia de Buenos Aires.
Si bien su rango de distribución es amplio, se enfrenta a impactos tales como la pérdida y degradación de su hábitat. La depredación y captura de ejemplares, la contaminación y la posterior reducción de presas con lo que esto significa.