Después de casi seis años de trabajo, el rosarino Carlos Loughlin se despidió de la Ribera para encarar un nuevo proyecto laboral en España, hacia donde viajará con toda su familia. En el cargo lo reemplazará quien era hasta ahora su ayudante, Federico Acedo. “Me gustaría haber dejado un camino para que pueda continuarse”, contó el ahora exDT de las náuticas.
EZEQUIEL GUISONE
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Sobre fines de mayo ya había tomado la decisión y se lo comunicó a los dirigentes y al plantel. Esta semana, hizo pública su despedida. Carlos Loughlin, entrenador del primer equipo de Regatas en el hockey del Litoral, dejará la institución a la cual arribó en 2016 para seguir su camino en España.
“Siempre se han portado diez puntos conmigo, han valorado muchísimo el trabajo que he hecho, tanto el club en sí como la subcomisión. Cuando surgió esto, que fue una posibilidad de trabajo que surgió medio de la nada, lo primero que hice fue hablar en el club, y en un ratito hablé con la subcomisión, con las chicas y con la comisión directiva, todo junto. Y en ese momento empecé a recibir un montón de mensajes muy lindos. Quedó una relación muy linda”, contó “Tatu” en diálogo con “La Deportiva”, que se emite por Radio U.
El rosarino formará parte del cuerpo técnico en el equipo masculino del Complutense de Madrid, y además tendrá a cargo categorías menores. “Es un club que juega en la Liga de Honor A y busca de meterse entre los cuatro primeros, o sea que es el más alto nivel de España. Es un desafío re picante”, tiró entre risas el rosarino, que hizo el contacto con el entrenador de aquel equipo tras haber compartido algunos momentos en un proceso de preselecciones.
El próximo 6 de agosto, Carlos junto a sus tres hijas emprenderán el viaje a Madrid, donde los espera su esposa, quien tiene la doble ciudadanía y viajó antes.
Su paso por San Nicolás
“Encaramos un ciclo nuevo en el que renovamos todo, y por ahora veníamos bien”, contó el entrenador repasando lo que fueron estos años en Regatas, donde en un comienzo la relación con las chicas fue un tanto “tirante” debido a su exigencia. “Todavía me siguen mirando de reojo”, contó entre risas cuando se lo consultó por esas primeras impresiones que tuvo el plantel para con él. “Quizás fue por la forma de trabajar, que terminó dando buenos resultados, entonces entendieron que más allá de que les gustase o no, la cosa funcionaba”, remarcó.
“Logramos mantener la categoría todos los años, excepto uno que nos tocó descender y del cual automáticamente al año siguiente volvimos. Jugamos finales de ese torneo de ascenso, conseguimos la Liga Regional que se jugó en San Nicolás y después tuvimos otra Liga en Paraná en la que salimos terceros. De todas, destaco la Liga que ganamos acá en el club”, recordó el ahora ex entrenador regatense, y analizó: “El problema de San Nicolás, y que no se resolvió durante este tiempo -se mejoró un poquito pero la pandemia volvió a hacer estragos- es la deserción de las jugadoras cuando se van a estudiar a Rosario. En la medida que eso no se resuelva, va a ser muy difícil. Regatas hoy por hoy tiene jugadoras en algunos casos que volvieron a jugar que tienen entre 35 y 40 años, que son grandes, que tienen nivel, que entrenan bien, pero no es lo mismo en cuanto a la planificación a futuro. El mayor problema es ese, cuando cumplen 18 años; vos venís haciendo un proceso desde abajo, tratando de formar a una jugadora para que llegue lo mejor posible arriba, y en el momento que llega, deja. Lo positivo que hay también es ese grupo eterno de mayores que tiene un súper empuje, se la recontra bancan, pero falta eso otro para dejar de pelear entre los últimos cuatro y poder estar más adelante”.
“Me gustaría haber dejado un camino para que se continúe”, expresó luego cuando se le preguntó sobre qué sentía que le dejaba al club nicoleño después de estos casi seis años de trabajo. De hecho, la intención de continuidad quedó de manifiesto con la designación de quien fuera su ayudante, Federico Acedo, para tomar el rol principal en el cuerpo técnico. “Más allá de haber puesto todo de mí en cuanto a actitud y compromiso, traté de marcar una forma en cuanto a la disciplina para entrenar, en cuanto a los objetivos, y en estos años se dieron cosas muy lindas”, señaló.
“Al poco tiempo que llegué, el club inauguró la cancha de sintético, y desde ese momento no paramos de crecer en cuanto a cantidad de gente; este año pudimos armar una segunda línea de Primera, tenemos una de las escuelitas más grandes de Rosario con 200 nenas, que es un número gigante. En sí lo que traté de dejar fue estructura. Ojalá esto haya sido un puntapié inicial, porque Regatas tiene todo para poder ser un club grande, tiene muchos socios, tiene muchas jugadoras, con muchísima pertenencia. Por ejemplo, yo nunca fui a un club donde haya tanta gente con el escudo del club tatuado. Eso hace que en el momento que entran a la cancha las jugadoras, más allá de que sean mejores o peores, realmente tienen una actitud increíble”, concluyó Loughlin.