Un grupo conformado por 12 pingüinos magallánicos regresó al mar, en las playas de San Clemente del Tuyú, luego de atravesar un período de rehabilitación por cuadros de desnutrición en la Fundación Mundo Marino y las aves marinas fueron rescatadas entre fines de febrero y la tercera semana del mes de abril en distintas localidades del Partido de la Costa y en las ciudades de Pinamar, Villa Gesell y en Reta (Partido de Tres Arroyos).
En algunos casos, de los rescates y primeros auxilios participaron la Fundación Ecológica Pinamar, la Asociación de Naturalistas Geselinos, la Estación de Rescate de Fauna Marina Guillermo “Indio” Fidalgo, de Bahía Blanca, e integrantes del servicio de guardaparques de la Reserva Natural Rincón de Ajo del Ministerio de Ambiente bonaerense.
El resto de las aves fueron asistidas por la institución san clementina luego del llamado de turistas o guardavidas que se encontraron con los animales en playa.
“Todos estos animales que pudimos reinsertar fueron rescatados con un tipo de cuadro que vemos con mucha frecuencia en esta especie y que se denomina síndrome del pingüino varado: se trata de animales que aparecen solos, flacos, deshidratados, con parásitos, anemia e hipotérmicos. Como ocurre con otras especies marinas, éstos animales absorben el agua a través del pescado, por lo que si no hallan alimento, se deshidratan. Además, en algunos casos, a este cuadro se les sumó una muda anormal de sus plumajes en virtud del desbalance metabólico generalizado”, explicó Sergio Rodríguez Heredia, biólogo y responsable del Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino.
En cuanto al tratamiento, Juan Pablo Loureiro, médico veterinario y director técnico de la Fundación Mundo Marino, señaló: “En primer lugar, una vez arribados al centro de rescate, se activa una terapia de estabilización cuyo objetivo es mitigar los efectos negativos del cuadro con el que fueron hallados. Eso se logra a través de una hidratación con fluidoterapia y una terapia térmica con calor. Una vez estabilizados procedemos a tomarles muestras de sangre, materia fecal y a ayudarlos a recuperar su peso con fórmulas de pescado licuado hasta que finalmente se les ofrece pescado entero”.
Es importante tener en cuenta que esta especie tiene hábitos gregarios, por lo que es necesario que se conforme un grupo con una mínima cantidad de individuos para que la reinserción sea exitosa y ese grupo retome su ruta migratoria, mientras que, antes de darles el alta médico veterinaria, se les toma una segunda muestra de sangre, se verifica la impermeabilidad de sus plumas, su condición corporal, y actitud comportamental, además de registrar sus medidas morfométricas.
“Uno o dos días antes de la reinserción les colocamos un microchip subcutáneo en la zona dorsal. A través de un lector, ese microchip ofrece un código, que se encuentra asociado al número de historia clínica que tuvo ese animal durante su rehabilitación en nuestro centro. De aparecer en otra geografía, con un lector, podrán determinar que ese animal estuvo en un centro de rescate”, explicó Juan Pablo Loureiro.
Los pingüinos magallánicos
Esta especie, que según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), se encuentra en estado de “preocupación menor”, se distribuye a lo largo de todo el litoral Sudamericano, tanto en la Patagonia argentina, como en el sur de Chile. En nuestro país se encuentran desde la Península Valdés, en Chubut, hasta la Isla Martillo, Isla de los Estados e Islas Malvinas, en Tierra del Fuego.
Su ciclo de reproducción se lleva a cabo entre septiembre y marzo y, luego de esa etapa, mudan su plumaje e inician su viaje migratorio entre fines de marzo y principios de abril, el cual puede llegar hasta la latitud de Río de Janeiro. Durante ese viaje anual de alrededor de seis meses, pueden recorrer un total de 5.000 kilómetros.
En cuanto a su alimentación su dieta se compone de peces como anchoítas, sardinas y merluzas; moluscos, como calamares, y crustáceos, como el langostino. El viaje migratorio se relaciona con el movimiento estacional que realiza la anchoita, una de sus principales presas, que durante nuestro invierno, luego de haber migrado desde nuestra Patagonia, desovan en las costas de Brasil.