A una escala mucho menor que lo que sucede en la vecina ciudad de Rosario, San Nicolás no escapa al flagelo de las drogas y en lo que va del año se han producido una gran cantidad de episodios violentos. ¿Pero cuáles son las cadenas de comercialización de los estupefacientes que hacen que lleguen hasta los kioscos y deliveries de drogas? Desde la Oficina de Coordinación de Estupefacientes del Ministerio Público Fiscal San Nicolás, nos dieron a conocer el funcionamiento del entramado y complejo mundo del comercio de sustancias estupefacientes.
A una escala mucho menor que lo que sucede en la vecina ciudad de Rosario, donde el narcotráfico es una seria problemática, San Nicolás no escapa al flagelo de las drogas y en lo que va del año se han producido una gran cantidad de episodios violentos relacionados con la comercialización, que derivan en pelea entre bandas por territorios para la venta de estupefacientes, o por las llamadas “mejicaneadas” donde se roban la mercadería entre bandas rivales.
¿Pero cuáles son las cadenas de comercialización de los estupefacientes que hacen que lleguen hasta los kioscos y deliveries de drogas? Desde la Oficina de Coordinación de Estupefacientes del Ministerio Público Fiscal San Nicolás, nos dieron a conocer el funcionamiento del entramado y complejo mundo del comercio de sustancias estupefacientes.
En el mundo actual la problemática de las drogas ilícitas es un fenómeno cada vez más complejo, dinámico y multicausal con efectos negativos sobre la sociedad en su conjunto.
A fin de analizar la cadena global de valor de las ventas de sustancias estupefacientes, se define a la misma como un conjunto de eslabones o de actividades necesarias para generar un producto o servicio, y constituye una suerte de red integrada, desde la etapa de manufactura del estupefaciente, hasta la entrega del producto al consumidor final.
Caracterización de los eslabones de la cadena
La cadena de valor es el elemento que permite entender la manera en que funciona el comercio ilegal de estupefacientes y las actividades compartimentadas que desarrolla cada uno de los sujetos que se dedican a la venta de drogas.
Primer eslabón: cultivo
Segundo eslabón: transformación (refinamiento del material estupefaciente)
Tercer eslabón: transporte y comercialización propiamente dicha.
A través de las redes que se organizan mediante rutas se conectan los eslabones mencionados (transformación – tránsito y consumo). De este modo las redes del narcotráfico amplían su escala de actuación, circunstancia esta que les permite obtener mayores ganancias.
La obtención de mayores ganancias se vincula con el espacio territorial donde se comercializan las sustancias estupefacientes, tanto bajo la modalidad mayorista como la reventa minorista (narcomenudeo).
Desde la aplicación de la Ley 26.052, en el ámbito de la provincia de Buenos Aires, se le asignó en materia de competencia a las fiscalías dependientes de cada Departamento Judicial y a los tribunales locales lo concerniente a los delitos de comercio y tenencia ilegal de estupefacientes en pequeña escala, dejando el tráfico a gran escala, el transporte, la financiación y el almacenamiento al fuero federal.
Segunda escala
Siguiendo las pautas indicadas por la Fiscalía General Departamental San Nicolás del Ministerio Público Fiscal, es que tuvo lugar la creación de la Unidad de Coordinación de Estupefacientes, a los fines de incrementar la cantidad de agentes fiscales que se dediquen a la investigación de delitos cuya tematización se vincule con el comercio de sustancias estupefacientes al menudeo, y a su vez, concentrar las investigaciones más complejas (eslabones más altos de la cadena de comercialización, redes, o dificultad y/o complejidad de la investigación).
En la mayoría de los operativos realizados en nuestra ciudad se desmantelan cadenas de distribución en la segunda escala que son los que distribuyen a revendedores locales, para que estos fraccionen y estiren con diferentes aditivos (materia fecal de animales, amoníaco proveniente de la orina humana, y otras materias orgánicas, para estirar la marihuana, que llega directamente al consumidor y así obtener mayores ganancias).
Muchos eslabones
La venta de drogas se vale de muchos personajes útiles que van desde jóvenes sin trabajo, chicos de la calle, remiseros, comerciantes del lugar, familiares y amigos que son piezas clave de un negocio que mueve dinero en las clases más bajas y que muy lejos de desaparecer está en auge.
Como ya publicamos anteriormente en medio de todo este próspero y peligroso negocio, existen los llamados “soldaditos” que son jóvenes sin trabajo, muchos de ellos adictos, que actúan como campanas avisándoles a los distribuidores que se acercan los patrulleros o hay movimientos “raros” en el barrio.
Además de advertir sobre la presencia de las fuerzas de la ley, la tarea de los llamados “soldaditos” es la de guiar a eventuales compradores y brindarles la seguridad de que podrán realizar la transacción sin que nadie en el barrio los ataque o los robe, cuidando así de alguna forma a los clientes. Generalmente los compradores, en su mayoría del centro de San Nicolás, llegan en remises estipulados para esta transacción que los dejan en un lugar indicado donde son recibidos por soldaditos, que los guían de forma segura a realizar la compra.
Es importante también la función de los “soldaditos” en el cuidado de los mayoristas y de los distribuidores al menudeo para que no sean víctimas también de la acción de otras bandas que intentan “mejicanear” la droga.
Lo que se ve en aquellos barrios donde el negocio de la venta de estupefacientes es mayor, la protección de muchos otros actores que no participan directamente del negocio de la droga pero que son beneficiarios indirectos de la misma, como ser los kioscos donde en ocasiones los consumidores, luego de comprar los estupefacientes se quedan tomando alguna bebida o comprando cigarrillos o comida. También, al ser un mercado que mueve mucho dinero, le da vida a la zona y se transforma en una triste fuente de ingresos paralela y con mucho auge en esta época de crisis económica y de falta de trabajo.
Los llamados “soldaditos” en ocasiones no reciben dinero, sino que por su tarea son recompensados con estupefacientes que usan para consumo personal o para vender entre allegados, siempre que no afecten el negocio de quienes los abastecen.