El exjugador Marcelo Couceiro, quien pasó por Nueva Chicago y varios equipos del ascenso, pidió “perdón” a las personas a las que pudo haberle hecho mal, tras abandonar hace un par de semanas la cárcel, donde estuvo cinco años preso por robo.
Couceiro, de 47 años y quien jugaba de mediocampista por la izquierda, fue detenido el 7 de diciembre de 2019, luego de haber robado comercios en el barrio de Mataderos y haber participado en una “entradera”.
“Lo decidí yo, no voy a responsabilizar a nadie. Yo fui solo con un auto, hice una serie de robos a unos comercios hasta que me detienen, pero de todo esto estoy totalmente arrepentido y le quiero pedir perdón a toda la gente a la que le hice daño”, indicó Couceiro en declaraciones radiales.
En ese sentido, el ex mediocampista, quien recuperó la libertad en abril pasado luego de haber estado en diferentes penales (Ezeiza, Marcos Paz, La Pampa, Mendoza, entre otros) explicó que nunca, hasta que fue detenido, había estado siquiera en una comisaría.
“En el año 2017 decido salir a robar. Antes me habían pasado muchas cosas como el fallecimiento de mi papá, me separé de mi pareja, pasé a vivir en un hotel, me chocó un camión la camioneta con la que trabajaba en un frigorífico en Mataderos. Yo antes no había robado ni un caramelo y es el día de hoy que no entiendo lo que hice”, aseguró.
Couceiro reconoció que atravesó “una depresión bastante grande” y agregó que pasó tiempo tirado “en la cama” sin poder levantarse, y no tenía ánimo “ni para comer” o bañarse.
En su carrera, el mediocampista pasó por Nueva Chicago, Estudiantes de Buenos Aires, Colegiales, Quilmes y Almagro, entre otros equipos.
“Creo que el que no pasó por eso no sabe lo que es. Nunca me faltó para comer, pero tenía lo mínimo”, puntualizó.
Sobre sus días en prisión, Couceiro indicó que “es difícil entrar a una cárcel”, aunque agregó que él no la pasó mal, porque en Ezeiza estaba “en el pabellón de los presos que venían de la política como Ricardo Jaime, José López, Lázaro Báez”.
“Eran 12 celdas, teníamos una relación muy buena. La vida privada de ellos era muy privada, eran muy reservados. Ellos me preguntaban más a mí sobre el fútbol que yo a ellos, yo no quería ser desubicado. Estuve con ellos, en esa época la TV Pública pasaba un partido los viernes, sábados y lunes, así que comentábamos los partidos, nos gustaba eso”, relató.
Después de ahí lo llevaron a Marcos Paz “que es un penal bastante complicado”, pero recordó que cuando entró un chico con un pantalón de Nueva Chicago, con el número 10, lo reconoció y como era “uno de los que manejaba el pabellón” -donde había 50- pudo sortear el momento algo más tranquilo.
“Después de Marcos Paz pasé a un módulo y vi cosas feísimas.
Gracias a Dios nunca me pasó nada, pero vi cosas muy pesadas.
Había internos de la contra de los equipos donde yo jugué, pero no me pasó nada, incluso no entendían por qué yo estaba ahí y me preguntaban. Yo les explicaba incluso sin entender por qué hice lo que hice. Yo siempre supe que no iba a hacer daño. Quiero pedirle perdón a la gente a la que le robé, pero yo no les hice daño, yo sabía que no les iba a hacer daño porque salía con un arma sin balas”, comentó.