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jueves, noviembre 28, 2024
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37 años atrás buscaban las manos de Perón en San Nicolás

DE LA CRONICA POLICIAL

El 29 de junio de 1987 fue descubierta la profanación de la tumba del líder del Partido Justicialista. A través de una carta los saqueadores aseguraban tener en su poder el sable, la gorra militar y las dos manos de Perón. Reclamaban un rescate de 8 millones de dólares. En julio de ese año las páginas de EL NORTE daban cuenta de las búsquedas realizadas en zona de islas.

Perón

De la redacción de El Norte
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Hace 37 años atrás la profanación de la tumba del ex presidente Juan Domingo Perón sacudía a la Argentina. El 29 de junio de 1987 Vicente Saadi, por entonces presidente del PJ, recibió una carta donde le anunciaban un hecho macabro: la violación de la tumba de Perón y el robo de sus manos. La fecha precisa del saqueo nunca pudo establecerse. Fue el esposo de una sobrina del general, quien abrió la bóveda, descubrió un boquete y avisó a la comisaría 29. Recién entonces Saadi volvió sobre la misteriosa carta que contenía un texto sucinto, escrito a máquina donde los profanadores aseguraban tener en su poder el sable, la gorra militar y las dos manos de Perón. Reclamaban un rescate de 8 millones de dólares afirmando que el ex presidente mantenía con ellos una deuda desde 1972. Enviaron como prueba la mitad de una carta manuscrita que Isabel había dejado junto a la tumba de su esposo. La otra mitad le llegó al entonces titular del PJ porteño, Carlos Grosso. Más tarde el jefe de la CGT, Saúl Ubaldini informó haber recibido una misiva similar.

En los mensajes establecían un mecanismo para que el peronismo diera a conocer su aceptación para avanzar en la negociación: debían izar antes del 15 de julio dos banderas argentinas en las ventanas del primer piso de la sede del PJ nacional. En ese momento solo se habló del robo del sable y de la gorra, pero omitieron el detalle macabro de las manos hasta que se confirmara. Pero ya los medios titulaban “Se llevan adelante investigaciones para corroborar la gravedad del suceso, que podría superar las estimaciones iniciales”.

Búsqueda en San Nicolás

El caso cayó en el juzgado del magistrado Jaime Far Suau, quien finalmente inspeccionó la bóveda durante cinco horas ese 1º de julio. Confirmó lo que a esa altura era un grito mudo: las dos manos de Perón habían sido cortadas y robadas. Los profanadores también se habían llevado el sable, pero no la gorra. El acta de la inspección daba cuenta de que el ataúd que se encontraba en el primer subsuelo tenía un orificio de cerca de 20 centímetros en la placa que lo cubría. El féretro se abría con un juego de doce llaves de triple combinación. Cortar la carcasa metálica les demandó tres horas. El cuerpo no había sido movido pero las dos manos habían sido serruchadas.

Pronto la investigación quedó en fuegos de artificio. Primero hubo un procedimiento espectacular en San Nicolás, Zárate y Campana, con más de cien policías, lanchas y helicópteros. Pero nada. En ese momento las páginas de diario EL NORTE titulaban “Siguen buscando las manos de Perón”. El contenido de la nota relataba que se habían hecho allanamientos en zona de islas y explicaba que, aunque la especie no había encontrado confirmación oficial había trascendido desde ámbitos confiables que durante la jornada del día anterior (13 de julio) se habían hecho allanamientos en zona de islas de San Nicolás, Zárate, Campana y San Pedro de acuerdo a los dispuesto por el Juez nicoleño Héctor Juan Tanús.

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“Las diligencias dieron resultado negativo, no se descarta que en las próximas horas se concreten más allanamientos y que se tome declaración a personas presuntamente comprometidas con el caso” afirmaba el periódico. Luego la búsqueda se trasladó a Pilar también con resultado negativo. A los pocos días, el panorama de la causa ya era desalentador. La investigación se diluyó mientras hechos laterales enturbiaban el clima. Por esos días de julio atacaron a balazos la tumba de Balbín en el cementerio de La Plata y el juez Far Suau denunció un intento de secuestro de su esposa, entre otros hechos misteriosos.

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Teorías y sospechosos

Desde el gobierno, el radicalismo apuntó por la profanación a elementos residuales de los grupos de tareas de la dictadura. Por otra parte, el reclamo de los 8 millones de dólares “por una deuda de 1972” disparó también sospechas contra la izquierda revolucionaria. La CGT en cambio manejaba el dato, luego desmentido por las pericias, que la profanación tenía más de diez años y que había sido hecha por los propios militares. Las Fuerzas Armadas señalaban a otro culpable: José López Rega y sus hábitos esotéricos. Varios años después se sumó una hipótesis más, al vincular la profanación con Licio Gelli, el fascista italiano que lideraba la logia Propaganda Due. Otros hablaban de la existencia en Suiza de una caja de seguridad que solo abría con las huellas dactilares de Perón.

A mediados de agosto, el periodista y militante de ultraderecha Guillermo Patricio Kelly denunció una violación de su domicilio y responsabilizó a los profanadores. Según su teoría, querían dejarle las manos del General para implicarlo. También apareció una mano en un baldío de Ingeniero Maschwitz, pero no era de Perón.

A finales de ese mes, el caso pareció avanzar con la detención de seis personas. A principios de septiembre ya habían sido liberadas cinco y sólo permanecía detenido unos días más un ex agente de inteligencia, Juan Imbesi, que había presumido de conocer las identidades de los profanadores.

Años después un elemento sumó más misterios a la causa. En 1994, apareció en la comisaría 29º un juego de llaves que abría el blindex del féretro. Se suponía que sólo existía una copia, en poder del escribano general de la Nación, por lo que el juez Alberto Baños reabrió la causa, pero distintos obstáculos le impidieron avanzar en la investigación.

Lo cierto es que tampoco había cuentas secretas en Suiza que pudieran abrirse con las huellas dactiloscópicas de Perón, nadie insistió en cobrar la recompensa solicitada en la carta de los profanadores, las manos no estaban en el ámbito jurisdiccional de San Nicolás, nunca fueron encontradas y el “pacto de silencio”, 37 años después sigue vigente.