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jueves, octubre 17, 2024
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Luchando contra la historia

En Bariloche surgió la polémica por el traslado de la estatua que recuerda al general Julio Argentino Roca de la Plaza del Centro Cívico. La idea que trascendió en los medios es la de una serie de reformas en el lugar, que desencadenarían su forzada remoción. ¿Puede ser más importante imponer un criterio modernista o paisajista que mantener esta obra instalada en 1940? ¿O hay otras intenciones detrás de estas maniobras?

En medio de una polémica, autorizan el traslado del monumento a Julio Argentino Roca en Bariloche.

Por Ricardo D. Primo

Hay un chiste en las redes sociales, con la figura del prestigioso académico e historiador Tulio Halperin Donghi, que dice “el físico atrae, pero el historiador enamora”, pero en definitiva no es el historiador el portavoz del amor, sino la propia historia. Y los argentinos podemos definirnos como un pueblo que vive enamorado de su pasado. Pues este domina casi siempre todo tipo de conversaciones y más cuándo hay campañas políticas.

Aquí enseguida se toma parte, como un enfrentamiento entre River y Boca, perdiéndose de vista que la discusión debe ser mucho más profunda. Nada es producto del azar, los historiadores siempre dicen que todo hecho tiene causa/s y consecuencia/s.

En Bariloche surgió la polémica por el traslado de la estatua que recuerda al Gral. Julio Argentino Roca de la Plaza del Centro Cívico. La famosa figura ecuestre de quien fuera dos veces Presidente de la Nación y responsable de la expansión de las fronteras de nuestro país en aquellas frías tierras del sur. La idea que trascendió en los medios es la de una serie de reformas en el lugar que desencadenarían su forzado traslado aun cuando el mismo corra el riesgo de destrucción de esta figura ecuestre que no podría restaurarse por sus características técnicas y materiales.

¿Puede ser más importante imponer un criterio modernista o paisajista que mantener esta obra instalada en 1940? ¿O hay otras intenciones detrás de estas maniobras? Porque a nadie le pasará desapercibida que la imagen de Roca siempre fue repudiada por aquellos que dicen ser descendientes de los pueblos originarios, e incluso, por los portavoces de acalorados debates en torno a su figura y al exterminio de aquellas comunidades. La historia descontextualizada puede servir para cualquier cosa e incluso para ser borrada, aunque la nueva que la reemplace tenga paradójicamente un vuelo efímero y corra el mismo destino unos años más tarde.

Nunca expresidentes

En otros países más serios, las figuras históricas que se eliminan son aquellas que fueron protagonistas de momentos aciagos, como por ejemplo Stalin, en los antiguos territorios comunistas o estatuas e imágenes de dictadores. Pero nunca de expresidentes constitucionales, ni menos de aquellos que hicieron posible que nuestra enseña nacional flamee en esas tierras. ¿Eliminó acaso EE.UU. imágenes, estatuas o retratos de George Armstrong Custer, que combatió en la guerra de secesión y murió contra las huestes indias de Toro sentado y Caballo loco?  Su figura sigue siendo polémica, pero incluso tiene un monumento en el lugar donde cae abatido.

Y la campaña al oeste norteamericano se produjo prácticamente cuando aquí se conducía la mal llamada campaña al desierto (porque no lo era). La historia contrafáctica nos lleva a preguntarnos a veces ¿qué hubiera pasado si no se habría desarrollado la campaña de Roca? La respuesta es sencilla, es altamente probable que esas tierras hubiesen sido anexadas por Chile, que estaba emprendiendo también su expansión al sur del país.

La historia no juzga

¿Justifica eso el aniquilamiento de comunidades y pueblos autóctonos? Claro que no, pero la historia no está para juzgar, sino para comprender. Por ejemplo, ¿qué hizo EE.UU. en su campaña con los pueblos apaches, sioux, dakotas, etc.? Los enviaron a reservas donde no significaran una amenaza a la expansión blanca. Aquí los prisioneros eran enviados a Buenos Aires y la campaña donde muchos eran vendidos.

¿Eso está bien? En aquellos tiempos no hubo marchas ni fuertes reclamos por el destino de los indios. Hoy podemos decir que no. Pero es la mirada del siglo XXI. En los tiempos de Roca y Custer, la civilización era la expansión blanca y no toleraba frenos a la misma. Era una lucha que repetía la historia de muchos pueblos que conquistaban a otros. De manera que la historia, descontextualizada, puede ser una herramienta que vacíe el contenido simbólico que expresan esas imágenes del pasado. Quitadas las mismas, puede operarse libremente con el actuar y reflexionar del presente, incluso colocar símbolos modernos, coyunturales, que también dentro de 50 años, o un poco más, sean considerados inadecuados y dignos de ser eliminados o trasladados.

Es que la historia enamora, a tal punto que enceguece y nos hace perder el sentido de lo bueno e importante de la vida, como es mantener en pie a los fundadores y organizadores de nuestra patria.

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