La chapa acanalada se presenta como una opción ventajosa a la hora de materializar las terminaciones exteriores de un proyecto arquitectónico debido a su economía, su mínimo mantenimiento y su versatilidad, permitiendo cerramientos verticales como cubiertas. Asimismo, surge la necesidad de diversos medios de control que funcionen como mediación entre espacios sin que impliquen perder el vínculo con la ciudad.
Ya sea como cerramiento de un sistema constructivo en seco –montándose sobre armazones constituidos por perfiles de acero o madera-, o como revestimiento exterior en obras construidas con sistemas tradicionales, la chapa acanalada se presenta como una opción ventajosa a la hora de materializar las terminaciones exteriores de un proyecto arquitectónico debido a su economía, su mínimo mantenimiento y su versatilidad, permitiendo cerramientos verticales como cubiertas.
Las fachadas metálicas otorgan privacidad y apertura al mismo tiempo. Cada vez más proyectos en nuestro país utilizan la chapa como revestimiento exterior de manera parcial –combinándose con materiales como hormigón o madera- o total.
Asimismo, surge la necesidad de existencia de diversos medios de control que funcionen como mediación entre el espacio exterior e interior, permitiendo tamizar los sonidos, filtrar las visuales, controlar la intimidad y asegurar el anonimato, sin que estas resoluciones impliquen una pérdida de vínculo con la ciudad. Muchas veces, la fachada constituye el único plano capaz de manifestar el espíritu de la obra hacia el espacio urbano. Por esto surge una tendencia a generar espacios intermedios de expansión, situados entre envolventes exteriores metálicas y los ambientes internos de los proyectos, logrando de esta manera no solo aislarse a través de materia sino también mediante programa, promoviendo nuevos usos en estos intersticios.
Mallas, rejas y cerramientos
Por otro lado, las mallas metálicas actúan como un elemento unificador visual de la fachada a la vez que permiten regular el gradiente de conexión con el espacio urbano y consolidar un límite externo, permitiendo el desarrollo –por ejemplo- de jardines privados o espacios al aire libre. Así, se logra generar espacios de esparcimiento donde la naturaleza encuentra protagonismo, siendo la malla un soporte para su crecimiento. Se configura un subsistema virtual de contención perimetral, generando un espacio intermedio entre el cerramiento metálico y los ambientes interiores.
También los planos enrejados proponen una continuidad visual. Suelen utilizarse tramas de celosías metálicas orientables, que determinan una herramienta eficaz para el control de la incidencia solar y la privacidad. Este sistema se comporta como un filtro articulador entre el interior del proyecto y el complejo espacio urbano, proponiendo una sutil condición de anonimato. Los cerramientos metálicos externos, al ser móviles y orientables, aportan a las fachadas una particular flexibilidad. Esto no solo es útil para adaptarse a las actividades y los requerimientos solares variables a lo largo del día, sino que también genera una fachada activa que se va transformando en sintonía con sus ocupantes.
Las fachadas metálicas otorgan privacidad y apertura al mismo tiempo.
Cada vez más proyectos en nuestro país utilizan la chapa como revestimiento exterior de manera parcial –combinándose con materiales como hormigón o madera- o total.