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jueves, diciembre 12, 2024
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La historia de Tobías García, el joven nicoleño que logró el ascenso con Riestra

Jugó al Baby Fútbol en distintos clubes de San Nicolás y se formó en las inferiores de El Fortín. Con 17 años quedó en una prueba en Huracán, y el año pasado recaló en Riestra en busca de minutos de juego. El Ogro Fabbiani lo subió a Primera y este año integró el plantel superior que días atrás logró el ascenso a la Liga Profesional. Muchos meses la pasó mal, con muchas carencias. “Hice todo el esfuerzo que podía porque siempre soñé con esto”, expresó.

El nicoleño y una tarde inolvidable en Alta Córdoba. WEB.

EZEQUIEL GUISONE
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Deportivo Riestra dio que hablar en el tramo final de la Primera Nacional. Entró al Reducido por el segundo ascenso “casi por la ventana”, con un séptimo puesto en la zona B. Sin embargo, metió un batacazo tras otro eliminando en desventaja deportiva a San Martín en Tucumán, a Quilmes en el Sur, a Brown en Casanova y a Deportivo Maipú en la final por el segundo ascenso, días atrás en cancha de Instituto. Un club que en 10 años protagonizó un meteórico ascenso desde la Primera D hasta la máxima categoría, coincidiendo con el arribo del reconocido abogado Víctor Stinfale como colaborador.

Pese a que desde el club siempre evitaron hablar de un “gerenciamiento”, siempre se lo apuntó a Riestra como un “amigo del poder”, y de allí las polémicas (muchas justificadas) que rodearon sus últimos logros deportivos.

Dentro de ese plantel que logró el ascenso hay una historia que involucra a un joven de nuestra ciudad: Tobías García. El arquero tiene 20 años recién cumplidos, y llegó al club el año pasado luego de pasarla bastante mal en Huracán durante una temporada. Se fue de San Nicolás con 17 años con un objetivo claro y pocas certezas. Hoy, el panorama es bastante más alentador a lo que era apenas unos meses atrás…

“Estoy muy feliz, muy poca gente creía que podíamos llegar al ascenso”, contó Tobías en su visita a La Deportiva, de Radio U 89.9. “Entramos séptimos al Reducido y pensábamos que San Martín en Tucumán iba a ser lo más complicado, porque son canchas bravas. Cuando ganamos ahí fue como que nos dio un plus, le sirvió mucho al grupo, somos muy unidos y nos demostramos a nosotros mismos que podíamos, que este era el año para ascender”, agregó.

“Hace un año que estoy, y conocí personas increíbles en el club. (Jonathan) Goya, que el otro día jugó la final de titular, viene de la D. Veníamos hablando en el avión y me dice ‘Flaco no lo puedo creer, antes teníamos que andar corriendo a los caballos para poder entrenar’”, contó entre risas.

El camino

Tobías García cumplió 20 años en noviembre. Dio sus primeros pasos en el Baby Fútbol en el club River, y luego pasó a Libertad de barrio Güemes. Arrancó como jugador, pasó por varios puestos pero finalmente recaló en el arco, por pedido expreso de su mamá. “Me caía, era muy malo”, dijo y lanzó una carcajada. “Una vez que arranqué a atajar fue como que veía condiciones, me tenía fe y sabía que en algún momento se me iba a dar”, contó.

“Cuando pasé a Libertad tenía 7 años y me iba solo a entrenar porque me quedaba cerca de casa, no esperaba que me llevara nadie. Estoy muy agradecido con la gente de ese club porque siempre fueron de llevarme a todos lados, pero a entrenar iba caminando solo con mi mochilita”, recordó.

Las inferiores las comenzó en Somisa, donde no pudo atajar. Al año siguiente, pasó a El Fortín. “Me recibieron muy bien, es un club que es una familia. Ellos me ayudaron, y ahí pegué el estirón, porque capaz abajo era bueno pero de arriba me costaba. Me sentí bastante seguro. Me acuerdo que cuando me llamaron al banco de Primera, que me tocó entrar, sentí que me estaba yendo bien y que me iba a tocar en cualquier momento. Siempre soñaba con jugar AFA, en algún club de Primera División”, contó. 

Luego de hacer una prueba en San Pedro, Tobías tuvo la oportunidad de hacer otra prueba en Huracán. “Cuando me dijeron que había quedado fue una locura. Llamé a mi mama y fue increíble. Creo que pasaron dos meses y ya me llevaron a Tucumán para atajar de titular en Quinta. Fue todo muy rápido. Yo creo mucho en Dios, y creo que Dios ya lo tenía planeado así. Era el momento”, remarcó el nicoleño, que en ese momento tenía 17 años y ya merodeaba el metro noventa.

Sin embargo, contó que el año en el Globo “no fue tan bueno, porque no me quisieron dar pensión, entonces tuve que vivir en lugares feos, comer lo que podía y aguantar”. “Siempre cuento que capaz que me levantaba para ir a entrenar y tomábamos un mate cocido con galletitas de agua, y a la noche lo mismo. Me convocaron a la Reserva para jugar contra Central, pero el año siguiente cambiaron los coordinadores y me dijeron que no me iban a tener en cuenta”, detalló.

Nuevo destino

El nicoleño recaló en Deportivo Riestra en busca de minutos. “El lugar donde entrenábamos era tremendo, entre Villa Soldati y el Bajo Flores… cada vez que iba a entrenar me agarraba los bolsillos”, contó entre risas. “Fui ahí porque sabía que iba a atajar y quedé al toque. Pero vi el lugar y no lo podía creer. En ese momento lloraba todas las noches, la pasé mal, pero mi mamá me decía ‘quédate, que Dios te va a sorprender’”.

Al poco tiempo, lo convocaron a entrenar con la Reserva que practica en el predio La Candela, que en su momento fue la base de Boca Juniors. “Para mí era otro mundo, porque es un predio hermoso”, relató Tobías. Jugó en Reserva, y sobre fines del año pasado Cristian Fabbiani (era el DT en ese momento) lo probó y se lo llevó a entrenar con la Primera.

“Este año gracias a Dios mejoró muchísimo mi situación, porque una vez que subí a Primera el club me ayudó bastante y me empezaron a pagar un contrato mínimo. Era plata para mí, algo nuevo. Yo cada vez me fui haciendo más parte del plantel, los compañeros me trataron de una manera extraordinaria, me hicieron sentir muy bien, es un grupo muy bueno. Creo que lo mejor que me pudo haber pasado fue estar en ese grupo por lo que aprendes, por la experiencia”, expresó. 

En la Reserva le fue bien, mantuvo el cero en varios partidos y el equipo terminó segundo. En la Primera, se dio el gusto de ir al banco en el partido que Riestra perdió ante Instituto en Jujuy por Copa Argentina. “Acá no te podés relajar, siempre tenés que estar al límite, son entrenamientos muy exigentes. Yo sé que si en algún momento me llega a tocar, voy a estar preparado. El entrenador de arqueros (Gustavo Ruhl) me ayudó muchísimo, fue una persona que Dios me puso en el camino, que me enseñó todo. Te marca errores, te da consejos. Yo soy una persona que escucha y aprende”.

Respecto a las supuestas “ayudas” que recibió el equipo en algunos partidos importantes, Tobías dijo que “la gente siempre tiene algo que opinar. Nosotros siempre fuimos más atacados, pero al grupo no le molestaba. Hacemos todo esto por nuestras familias, no tiene que importar lo que diga la gente. Pasó algo con Almirante, que salieron a querer chocar con nosotros, y creo que ese fue nuestro mejor partido en el Reducido”, recordó.

Tobías y su papá Félix, en los estudios de Radio U. EL NORTE.

Lo que viene

Después de dos días de descanso en San Nicolás, Tobías reanudó los entrenamientos con Riestra para cerrar el año. En principio, le dijeron que lo querían como tercer arquero en Primera División. “Me puse muy contento porque es subir otra categoría, y empezar a conocer las canchas de River, de Boca… para mí es un sueño. Sabía que en algún momento iba a llegar, pero no pensé que iba a ser tan rápido”, contó el nicoleño.

El 2024 lo proyecta con el mismo entusiasmo y esfuerzo que lo trajo hasta acá, y con el sueño de crecer en un profesionalismo al que pocos logran llegar. “Lo que a mí me gusta es ayudar a la gente de la calle, a la gente que no tiene dónde vivir, y creo que eso también me impulsa”, contó Tobías. “Me gustaría jugar afuera para estar bien económicamente y poder ayudar a la gente. Ese siempre fue nuestro sueño. Hay mucha gente que necesita ayuda”, dijo, emocionado.

“Yo cuando jugaba en El Fortín nunca dejé de jugar porque mis padres no pudieran ayudarme. Lo único que yo tenía era los botines y los guantes a fin de mes. Me iba a entrenar caminando, después me iba a la iglesia, y después volvía a mi casa. Siempre caminando. Por ahí salía a hacer una changuita con mi abuelo, a cortar pasto, y mientras tanto estudiaba. Hacía el mayor esfuerzo posible porque siempre soñé con esto. Y hoy estoy viviéndolo”, concluyó.