5.8 C
San Nicolás de los Arroyos
martes, 27 agosto, 2024

Edición N° 4880

EL BAUTISMO DEL SEÑOR Y EL SENTIDO DE NUESTRA VIDA

HE VENIDO PARA QUE TENGAN VIDA

Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (Mt. 3,13-17) 

*Por el obispo + Hugo Norberto Santiago.  

“Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: “Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro! Pero Jesús le respondió: ‘Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo’. Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia Él. Y se oyó una voz del cielo que decía: ‘Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección”.
Palabra del Señor.

  En su bautismo Jesús se llena del Espíritu Santo y Dios Padre dice: “Este es mi Hijo muy amado”. Cuando nosotros somos bautizados, el Espíritu Santo se une a nuestro Espíritu haciéndonos hijos de Dios.

Esto significa que desde allí comienza a latir en nosotros una vida interminable con un destino feliz, más allá de esta vida. Además se nos perdona el pecado original, esa tendencia al mal que nos hace concretar el mal, con la cual todos nacemos y oscurece nuestra percepción de Dios, nos hace ver al prójimo como a un extraño y nos hace esclavo de las cosas. 



Estar bautizados y ser hijos de Dios da “sentido” a nuestra vida, le da un “para qué”. Hay tres preguntas de sentido que cualquier persona se hace en un momento de su vida: ¿cuál es mi origen?, ¿cómo tengo que vivir?, ¿hacia dónde voy? Si no podemos de algún modo responder a estas preguntas, nuestra vida no tiene sentido. 

Estar bautizados nos capacita para responder a la pregunta ¿cuál es mi origen? Jesús nos dijo que no venimos de la casualidad, sino que nuestro origen es un Dios que es Padre y nos ama; y que el primer acto de amor que ha hecho con nosotros es decirnos: “Yo quiero que vos existas”, regalándonos la vida; haciéndonos descubrir luego el regalo de nuestros padres, un techo, el alimento, los amigos, gente que nos quiere y ha sido bendición para nosotros. Por eso los cristianos rezamos, o hablamos con Dios, que es lo mismo. Por eso, cada día que te despiertas, puedes hacer un momento de oración, o mientras vas al trabajo, dar gracias a Dios por estar vivo, por despertarte en un lugar de paz, por tener un trabajo, amigos, etc.



También puedes poner en las manos de Dios los desafíos que ese día presenta para vos; preocupaciones, resolución de un problema… y Dios te dará su ayuda, si estás atento, verás los signos de su presencia: un familiar enfermo que mejora, un enojo que se diluye, un trabajo que se concreta, la soledad que desaparece. Dejo para las próximas reflexiones la respuesta a las otras dos preguntas de sentido que nos quedan: ¿cómo tengo que vivir? y ¿hacia dónde voy, cuál es mi destino final? Por ahora importa saber que Dios es un Padre que te ama, que es tu compañero de camino y está dispuesto a ayudarte en todo lo bueno que emprendas.

¡Buen domingo!

error: ¡Contenido protegido!