El nuevo espacio, sobre el Arroyo del Medio en la zona norte de la ciudad, se sumará a los ya existentes en la Rycsa y La Emilia. El proyecto ya había sido anunciado el año pasado, e incluso durante la gestión de Ismael Passaglia ya hubo una experiencia previa en el verano 2012 – 2013. Licitación pública mediante, el municipio busca dar los primeros pasos para el acondicionamiento del lugar.

El área conocida como Molino Santa Clara, sobre el Arroyo del Medio en la zona norte de San Nicolás, es el lugar escogido por la Municipalidad para la generación de un nuevo balneario público que se sume a los ya existentes en la Rycsa y La Emilia. Se trata de un proyecto que oportunamente ya había sido anunciado a principios de este año, que incluso registra algún antecedente de una década atrás y que el Gobierno local está reactivando por estas horas, aunque difícilmente el espacio llegue a estar habilitado para la venidera temporada de verano.

Licitación pública mediante –una de las últimas de este Ejercicio 2023–, el municipio busca dar los primeros pasos para el acondicionamiento del lugar, al que se accede a través de calle Nobel, en un punto equidistante entre barrio Las Mellizas y las vías del ferrocarril.

El proyecto ya había sido dado a conocer cuando en abril de este año se puso término a la temporada de balnearios 2022 – 2023. Por aquellos días, el municipio informaba –a modo de balance– que más de 400 mil personas habían pasado en aquella temporada de verano por las playas Barranquitas, El Arenal y de La Emilia. En aquel comunicado recordaban, además, que se estaba trabajando en el área de la ex fábrica RyCSA, sobre el arroyo Ramallo en la zona sur de la ciudad. Y agregaban, también, que “está previsto realizar trabajos de embellecimiento en el Molino Santa Clara en la zona norte”.

Antecedentes

Fuentes municipales confirmaban por aquel entonces a EL NORTE la existencia del proyecto. E incluso explicaban que los trabajos incluirán una vía de acceso directa y fluida hacia el lugar.

Después llegó el cortocircuito con el Gobierno provincial y el anuncio de cierre de las playas Barranquitas y El Arenal. Y aquello enfrió un poco lo planificado en materia de espacios públicos para bañistas. Aunque no fue una cancelación definitiva.

Por aquellos días, el intendente Manuel Passaglia expresaba: “Ésta [por la de 2022 – 2023] fue la primera temporada completa, lo que se viene son nuevos espacios sobre el río, más balnearios en los alrededores de los arroyos y una integración total de la ciudad con lo natural que, de la mano del turismo, nos va a permitir generar un montón de nuevos recursos para que los nicoleños vivamos mejor”.

E incluso más allá de aquel anuncio, el lugar ya había funcionado como balneario. Fue en la temporada estival 2012 – 2013, durante la gestión del entonces intendente Ismael Passaglia. Para aquel verano, cuando todavía funcionaba como balneario el espejo de agua del ingreso al parque Aguiar, el municipio había acondicionado la zona del Molino Santa Clara a través de tareas de desmalezamiento, colocación de cestos de residuos y con presencia de guardavidas. También se había reparado la superficie de calle Nobel como acceso al lugar.      

Molino harinero

La zona conocida como Molino Santa Clara, en el límite con la provincia de Santa Fe, es un área de apacible belleza natural sobre la margen bonaerense del Arroyo del Medio, próximo a las vías del ferrocarril en un área a la que puede accederse a través de calle Nobel.

Según detalla el historiador Ricardo Darío Primo, el lugar debe su nombre a la existencia de un molino harinero en los albores del Siglo XX. Era propiedad del inmigrante belga León Bossus, emprendedor y pionero de aquellos tiempos que integró en aquel momento la Comisión Directiva del Hospital San Felipe y la Comisión Administradora del Teatro Municipal, en cuya inauguración fue una de las destacadas personalidades presentes. Bossus fue, además, amigo de Eugenio Terrasson, propietario del histórico frigorífico que desde San Nicolás concretó la primera exportación argentina de carne congelada a Europa. El molino harinero de Bossus se mantuvo operativo hasta 1926, cuando una inundación inutilizó sus instalaciones, provocando el cese definitivo de sus actividades. Hasta hoy, casi un siglo después, el molino del belga sigue siendo la referencia de rigor para aludir a ese lugar, a ese paisaje.